El debut como directora de la estadounidense Brie Larson, ganadora del Oscar en el año 2016 por su actuación en Room (2015), mostró su habilidad natural para la comedia con una sobredosis letal de capricho.
Su proyecto Unicorn Store fue un filme que hablaba de cómo abrazar las idiosincrasias sin que el lado oscuro de la vida las afectara. Lo malo es que se tomó de forma literal, al punto que ayudó al triste resultado en pantalla.
Larson interpretó a la “heroína” Kit, una mujer atrapada en su rutina diaria. La chica vivía con sus padres Joan Cusack y Bradley Whitford, mientras intentaba triunfar como pintora ante a un público que no comprendía sus extrañas obras infantiles.
Cuando decidió crecer y obtener un trabajo “real”, empezó a recibir notas misteriosas de un hombre (Samuel L. Jackson) que le ofreció su mayor deseo: un unicornio... pero antes había ciertas cosas que necesitaba cumplir.
En el fondo, la protagonista quería salir de su "adolescencia" y embarcarse en una exitosa etapa de adultez. Lo rescatable fue la actuación cómica de Larson. Hizo que el proyecto fuese tolerable, hasta en los momentos más tontos.
Ya habíamos visto a Brie en roles más light y divertidos como en Trainwreck de Judd Apatow, y al ser la invitada estrella de Saturday Night Live hace dos años, así que su lado juguetón no era sorprendente.
Lo triste fue que desaprovecharan a Jackson, que no dejó huella en sus contadas apariciones. Por supuesto, la crítica no fue amable con la producción.
“El personaje de Larson nunca se siente como una persona real. Es sólo una colección de caprichos, que es contradictorio cuando la película apunta hacia el lado más dramático ya casi al terminar”, opinó el crítico de The Guardian, Benjamin Lee.
Ese tropiezo, según fuentes cercanas a la artista, no evitará que trabaje en otro filme donde pueda tomar las riendas de la dirección y dejar a todos sin habla.