Frank Sinatra es una leyenda cuya música superó toda frontera, desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial hasta los noventa. Poco antes de su muerte en 1998, se mantuvo actuando y atrayendo a una gran multitud donde quiera que fuera. Al intérprete se le asocia momentos claves de la cultura norteamericana en los últimos 70 años, sin embargo su época más memorable fue junto al excéntrico Rat Pack.
La juventud de aquel tiempo descubrió el estilo, el espíritu y la música de los cincuenta y sesenta, cuando Sinatra acompañado de Dean Martin, Sammy Davis Junior, Peter Lawford y Joey Bishop fue el epítome de la genialidad. Originalmente, Humphrey Bogart gozaba parte de la popularidad del grupo antes de su muerte.
Hasta la manera de vestir de Sinatra era imitado. Su look clásico y el swing que caracterizaba sus actuaciones en varios films (o en sus shows en vivo) están arraigados en las mentes de quienes tuvieron la oportunidad de verlo brillar de cerca.
Entonces, tratar de clasificar cinco de sus mejores canciones es una tarea abrumadora. Posiblemente, cualquier tema en manos de “La Voz” fuese el mejor que alguien haya escuchado. Aun así, tenemos varios de sus trabajos que no pueden pasarse por alto.
Strangers in the Night: esta canción ha sido tomada por tantos artistas, pero la grabación con Sinatra en 1966 es única. Escucharlo cantar "Doobie, doobie, doo" es la mejor parte. Marcó el comienzo de un regreso para Frank en las listas pop.
Have Yourself a Merry Little Christmas: no existe colección de temas navideños que no incluya esta en voz de Sinatra. Es probable que nadie más pueda hacerlo mejor.
My Way: es quizás el mayor éxito de Sinatra o la canción más conocida. Elvis Presley hizo lo propio con este tema en sus últimos años. Por poco la canción se convierte en una parodia de sí misma. Lo bueno de ella es que le da al oyente una verdadero sabor de la voz y personalidad del “Viejo de Ojos Azules”.
My Kind of Town (Chicago is): tributo a la “Segunda Ciudad”, fue escrito para la película de 1964 Robin and the 7 Hoods. Se convirtió en parte fundamental de Chicago desde entonces.
Nueva York, Nueva York: desde que escuchas la apertura de esa canción sabes que vale la pena. Te hace querer unirte al coro y levantarte del asiento. Si alguna vez se pensó en un himno para Nueva York, seguramente sería este.