En la época cuando surgió a escena la actual Duquesa de York, Sarah Ferguson, los ojos del mundo seguían enfocados en la Princesa Diana de Gales, y eso fue difícil de asimilar para ella.
Las dos jóvenes chicas eran la sensación del Palacio de Buckingham, por cuanto la prensa comenzó a generar enormes comparaciones entre ambas, que terminaron afectando a la entonces esposa del Príncipe Andrew.
Resaltaban la belleza, gracia, estilo, delgadez y simpatía de la ex compañera del Príncipe Charles, por encima del aspecto de Fergie. Lo consideró insoportable.
A puertas cerradas, Sarah luchaba para perder peso. Quería ser admirada como Diana y en un momento crítico pensó en convertirse en bulímica.
“Ella era como un ideal para mí. Quería lucir como Diana, pero no caí en ese trastorno. Creo que no tenía el estado mental para llegar tan lejos... aunque siempre desee hacerlo”, reveló Ferguson en un podcast de principios de este año.
Agregó que el que pensara de esa forma, demostraba que su autoestima había tocado fondo y eso la asustó. “Es terrible desear tener un trastorno así. Te encuentras en una situación donde estás al borde. Es un lugar muy serio”, opinó.
Para dar el primer paso a una nueva vida, la Duquesa ingresó a la clínica del doctor Vijay Murthy, que según podía ayudarla con su adicción a los alimentos. Recordá que las subidas y bajadas de peso de Fergie le otorgaron el apodo de Duquesa de Cerdo.
Aparentemente el tratamiento funcionó. Ferguson perdió 24 kilogramos y mantuvo un peso óptimo, transformándose más adelante en el rostro de Weight Watchers.
Lo siguiente para ella fue enfocarse en las escuelas, promoviendo una mejor alimentación en los niños y niñas, a manera de prevenir el desarrollo de algún trastorno a futuro.