Todos han escuchado al menos una de las reconocidas canciones de la icónica banda Queen, como We Will rock you o We are the champions, por ejemplo. Por su parte, existen muchas otras que no han sido tan famosas, pero tienen una historia detrás bastante peculiar, una de ellas es Delilah y su inspiración, la cual está relacionada a los gatos.
La verdad es que su vocalista Freddie Mercury era un amante de los gatos, y compartió su hogar con muchos de estos peludos animales a lo largo de su vida. Como le era muy difícil separarse de ellos, mientras recorría el mundo con Queen, habitualmente llamaba a su casa para hablar con sus queridas mascotas.
En las memorias acerca de Freddie Mercury, escritas por quien fue su asistente personal Peter Freestone, éste describía que Mercury “llegaba a un hotel, lo llamábamos y realmente hablaba con sus gatos”.
Asimismo, agregó que “alguien en su casa sostenía a sus gatos para que pudiesen escuchar a Freddie”, algo que sucedió con todos los felinos que llegaron a ocupar su casa.
Para cuando Jim Hutton, el último compañero romántico de Mercury y quien lo acompañó hasta sus últimos días, se mudó a su elegante mansión Garden Lodge, la cría había aumentado a seis: Oscar, Tiffany, Goliath, Miko, Romeo y Delilah.
"Freddie trató a los gatos como a sus propios hijos", escribió Hutton en su libro Mercury and Me (1994). "Él se preocupaba constantemente por ellos. Durante el día, los gatos corrían por la casa y los jardines, y por la noche uno de nosotros los acorralaba y los llevaba adentro ".
A pesar de su cariño por todas sus mascotas felinas, reservó un lugar especial para Delilah, a quien Hutton se refería como "la princesita" de su hogar. "De todos los gatos en Garden Lodge, Delilah era la favorita de Freddie y la que más frecuentaba y acariciaba. Cuando nos íbamos a la cama, era ella quien entraba y se dormía al pie de la cama, antes de salir a pasear por la noche".
Por todo su cariño hacia esta felina, Mercury la inmortalizó con su canción Delilah. Aunque el resto de la banda no estaba del todo contenta con la canción, aceptaron a regañadientes.
Incluso se tuvo que usar un efecto de "talk box" muy detestado por la banda para hacer los ruidos de gato con su guitarra, pero finalmente sucumbieron. La canción fue incluida en Innuendo (1991), el último álbum que Queen lanzó durante la vida de Mercury.