La revista Rolling Stones entrevistó semanas atrás al genio del rock Roger Waters sobre su más reciente propuesta, el disco Is This the Life We Really Want?, al igual que por varios aspectos de su vida privada que generan interés en sus fans.
“Éste (su disco) es como un tren sin control. Lo he repetido antes. Las personas creen que ando enojado. Leen el título y dicen ‘¿Qué significa?’. Eso mismo. ¿Es así como quieren vivir?, y si no ¿Hay algo que puedan hacer al respecto?, ¿Tienen alguna opción? O ¿Está yendo el tren tan rápido que no hay forma de encontrar el freno?”, opinó el músico.
El álbum llegó 25 años después de haber grabado Amused to Death (1992). Contó con la ayuda del productor de Radiohead y Beck, Nigel Godrich, lo que enloqueció a la crítica pensando en que la sensibilidad de Waters pasaría por una especie de filtro postmoderno.
“Con el álbum me gustaría llegar a esas personas que buscan un amigo. Quisiera alentarlos a mantenerse firmes. Que hablen sobre temas reales. Hay cosas que requieren un cambio, en muchas naciones. Pasa en Estados Unidos. Allí basta que alguien del Gobierno sospeche de quien sea para acusarlo de terrorista, y tener carta abierta a la tortura y el encarcelamiento… es un simple ejemplo”, dijo Roger.
Confesó que nunca creyó estar haciendo una producción real, hasta que las letras fueron creándose de la nada. “Hace dos años, cuando empecé a trabajar con Nigel supe que estaba saliendo algo bueno de nuestras reuniones, que por cierto no eran frecuentes. A algunos les mostré lo que tenía y decían: ‘Oye deberías sacar un disco’. Fue una espera larga pero buena”, indicó.
El periodista aprovechó para consultarle si su fama de chico malo o “insensible” le afectaba a nivel personal. “A veces. Creen que soy el que arruinó a Pink Floyd cuando decidí irme. Es irritante. Pero, no hay mucho que pueda hacer al respecto. Soy un tipo afortunado. Tengo grandes amigos. Estoy en una relación maravillosa y sigo con mi trabajo, que adoro. La recompensa de hacer el trabajo es enorme”, finalizó.