La carrera de Pink Floyd ha estado marcada por un exceso de genialidad. Cada miembro era sabio por derecho propio, y extraordinario como intérprete y compositor. En el grupo había un toque de locura, pues luchaba contra las etiquetas, su estrellato y serios conflictos personales.
Los músicos Syd Barrett, Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright se dedicaron a quemar su yo interno antes de volver a emerger. Hicieron más que escribir canciones; proyectaron pensamientos muy suyos pero universales, alterando la historia de la música y el arte antes conocidas.
Aprovecharemos hoy para reflexionar sobre su larga y fructífera carrera, como una banda que fue demasiado inteligente y atrevida para vivir toda una eternidad.
The Division Bell (1994)
Los temas reflejan un proceso de grabación conjunta de sus miembros, como nunca lo habían hecho. Gilmour, Mason y Wright improvisaron hasta que llegaron a docenas de canciones posibles, y luego votaron sobre cuáles debían incluir.
El resultado fue un registro más cohesivo que A Momentary Lapse of Reason, y un regreso a la atmósfera anterior de Floyd. ¿Una canción maestra en el disco? High Hopes, sin duda.
Wish You Were Here (1975)
Muchas situaciones envolvieron la creación de ese disco: su éxito monetario, los desacuerdos creativos de sus miembros, la presión para seguir Dark Side of the Moon, el deterioro de Syd, entre otras.
Hay un tono triste en Wish You Were Here, pero también surgió de una sensación inquebrantable de anhelo. Puede no ser el mejor disco de la banda, pero sin duda es el más brillante.
Animals (1977)
Inspirado en Orwell's Animal Farm, es quizás el ataque más despiadado contra la sociedad. Fue el primer material escrito principalmente por Waters, así que se sintió un trasfondo de ansiedad e ira. Ofreció a sus seguidores cero complejidad moral, preparando el escenario para lo que venía luego: The Wall.
The Wall (1979)
En diferentes manos, ese proyecto habría demostrado ser demasiado elevado o amorfo para tener éxito, pero Pink Floyd, en su punto álgido forjó un álbum y un espectáculo nunca antes igualado.
Notamos el apogeo creativo de Water dirigiendo a Floyd, incluso con la partida parcial de Wright. La composición fue muy nítida y el espectáculo auditivo era tan impresionante como en su mejor momento.
The Dark Side Of The Moon (1973)
Su mejor álbum además de ser el más accesible, conceptualmente. Trata de lo mundano: respirar, perder el tiempo, ganar dinero y la muerte. Es apreciado por ser universal.
Es un lienzo en blanco para cualquiera con pulso. Mucho ingenio en sus letras y melodías. No hay nada que despreciarle a este gran trabajo.