En el mundo del showbiz es típico observar algunas estrellas caer en el olvido, mientras otras mantienen su esencia y popularidad año tras año. Ese es el caso de Audrey Hepburn, quien permanece viva en el recuerdo de quienes la conocieron en vida, y que además aplaudieron sus obras y acciones humanitarias.
Hepburn falleció en 1993. Después de deslumbrar a Hollywood, decidió “semi-retirarse”, sólo que nunca pudo lograr que las personas no siguieran su trabajo apartado de las cámaras. También se convirtió en un radiante ícono de la moda y el estilo.
El American Film Institute la nombró la tercera mejor leyenda femenina de todos los tiempos, detrás de Katharine Hepburn y Bette Davis. Hasta su vestido negro en Breakfast at Tiffany's obtuvo su propia página de Wikipedia, y eso no es poco.
De muchas formas, fue una figura inspiradora, cuya vida estuvo llena de dificultades, sorpresas y paradojas increíbles. Veamos.
Aristócrata
Su madre era la baronesa Ella van Heemstra. Su padre Joseph Ruston creía que era descendiente de James Hepburn, el tercer marido de María, Reina de Escocia. En honor a su presunto linaje aristocrático, cambió su apellido a Hepburn-Ruston.
Pero, la Segunda Guerra Mundial los destruyó financieramente. Se vieron obligados a realizar trabajos de poca monta para llegar a fin de mes. Fue interesante ver que muchos de los papeles más famosos de Audrey la hacían transformarse ante nuestros ojos de pobre a princesa.
Gustos extraños
La familia de Audrey sufrió bajo la ocupación nazi. Pero antes de la guerra, su padre era simpatizante de esa fracción. Era miembro de la Unión Británica de Fascistas. Abandonó a su familia, lo que Hepburn describió como “el evento más traumático”.
Después lo rastreó. A pesar de lo que les hizo, Joseph nunca se disculpó con Hepburn, quien se hizo cargo de él financieramente hasta su muerte.
Toda una belleza
En el 2004, Hepburn fue catalogada como “la mujer más bella de todos los tiempos”, según una encuesta de Evian. Ella jamás entendió la exageración sobre su belleza.
“Siempre pensó que tenía una nariz grande, pies grandes, que era demasiado delgada y que no tenía suficiente pecho. Se miraba y decía: ‘No entiendo por qué la gente me ve tan hermosa’”, comentó su hijo, Luca Dotti a Vanity Fair.
Políglota
Hablaba fluidamente seis idiomas: inglés, francés, español, portugués, italiano y holandés. Pero, creía que comunicaba más a través de sus movimientos en escena. Como toda bailarina se valió de eso en cada aparición de películas, y también en los eventos públicos.
Introvertida
Fue una de las mujeres más fotografiadas y filmadas, pero prefería estar sola. “Soy introvertida. Me encanta estar sola, me encanta estar al aire libre, me encanta dar largos paseos con mis perros y mirar los árboles, las flores, el cielo”, reveló una vez.
Polémica
Cuando Warner Bros. compró los derechos de My Fair Lady, Julie Andrews fue pensada para el rol principal. Los productores optaron por no elegirla sino a Hepburn quien era mejor conocida ese año.
La controversia siguió durante los Oscar de 1965, donde el filme logró doce nominaciones. Audrey no fue tomada en cuenta como actriz, pero sorpresa, esa vez Andrews ganó por su interpretación de Mary Poppins. Ambas hicieron las paces a su modo, y quedaron como las mejores amigas.