Más allá de las versiones sobre cómo se conocieron Meghan Markle y el Príncipe Harry, es evidente que el amor fluye entre ellos. Si bien sus responsabilidades los obligaban a estar en países diferentes, en todo momento hicieron lo posible por mantenerse unidos.
Mientras los rumores alrededor de su relación crecían día a día, ellos trataron de estar alejados de la prensa. La misma Meghan Markle afirmó en septiembre a Vanity Fair que salieron seis meses antes de que se anunciara su romance.
La pareja venció la distancia y las fuertes críticas por parte de la prensa británica y la opinión pública que señalaban que su matrimonio sería un bochorno porque ella es mestiza y divorciada. De hecho, el Palacio de Buckinham envió un comunicado repudiando el racismo y pidiendo que parara el hostigamiento hacia ella.
En diciembre de 2016, Harry hizo una gira oficial por el Caribe y pasó por Toronto para verla. La semana antes de Navidad, ella fue a Londres. Comenzando el año visitaron Tromvik en Noruega y en marzo estuvieron en Jamaica para la boda de Tom Inskip, uno de los mejores amigos de Harry. El fin de semana de Pascua lo pasaron juntos en Toronto y en mayo Meghan fue la pareja de Harry en la recepción de la boda de Pippa Middleton.
Las primeras vacaciones oficiales de la pareja fueron en África hacia el 4 de agosto para celebrar el cumpleaños número 36 de la actriz. En septiembre, ella dijo a Vanity Fair: "Somos dos personas que estamos realmente felices y enamoradas".
En septiembre, se les vio en la ceremonia de apertura de los Juegos Invictus 2017 en Toronto, Canadá. Dos días después, hicieron su primera aparición pública oficial en un partido de tenis en silla de ruedas. En la ceremonias de clausura estaban con la mamá de Meghan, Doria Ragland, y fueron fotografiados dándose un beso, lo que muchos dijeron rompía el protocolo real.