Su sencillez y humanidad, que contrastaban con la imagen de la casa real británica, hicieron de Diana Frances Spencer una mujer admirada y querida a nivel mundial.
Oriunda de una familia aristocrática, Diana nació en Sandringham, Inglaterra, el 1 de julio de 1961 y murió el 31 de agosto de 1997, a la edad de 36 años, en un inesperado accidente de tránsito en París, Francia.
Tras casarse con el príncipe de Inglaterra, a la edad de 20 años, casi trece años menos que él, Diana aprovechó su estatus social para ayudar a los más necesitados, dejando en evidencia su calidez y su sentido humanitario.
Una imagen de Diana dándole la mano a una persona con SIDA causó revuelo mundial. Para ese momento, la enfermedad era muy estigmatizada por la colectividad.
La escena ocurrió en Casey House, un albergue de SIDA, ubicado en Toronto, Canadá, y ayudó a cambiar el concepto de la sociedad por este síndrome.
La gráfica se repitió en 1987 cuando Diana estuvo en el Hospital Middlesex de Londres y también estrechó la mano de otra persona infectada. Lo hizo sin guantes y permitió que la gente entendiera que con estar cerca de estos enfermos o abrazarlos no se corre el riesgo de contagio.
Su apoyo a la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona (ICBL, por su nombre en inglés) también fue público y notorio.
Muchas veces, acompañada de la Cruz Roja Internacional, Diana visitó a las víctimas de las minas antipersonas en Angola y en Bosnia, con lo cual demostró que en lugar de pasar horas en el Palacio de Kensington, prefería dedicar ese tiempo a causas sociales. Incluso caminó por un campo minado vestida con un traje especial.
También muchos de los niños enfermos en Pakistán conocieron a la princesa Diana, quien respaldó a más de 100 fundaciones y organizaciones dedicadas a atender a poblaciones necesitadas en el mundo.
El 11 de diciembre de 1995 en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, se celebró la 41ª edición de la gala United Cerebral Palsy Awards y la Princesa de Gales recibió el Premio Humanitario.
También en 1997 el comité noruego la premió con el Nobel de la Paz a la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersona.
Luego de seis años de actividad, sin mayor efecto público con su trabajo, esta organización, con sede en Estados Unidos, tuvo realce a propósito de la labor de la princesa Diana de Gales, quien viajó en su nombre a Angola y Bosnia.
"Los abrazos pueden hacer mucho bien, especialmente a los niños", "Ayudar a los más necesitados es una parte esencial de mi vida, una especie de destino" y "El mayor problema en el mundo de hoy es la intolerancia. Todo el mundo es tan intolerante con los demás", son algunas de las frases más significativas pronunciadas por la princesa del pueblo.