La diseñadora de trajes de baño, Jessica Jane, estaba en la isla de Rottnest (Australia) cuando se dio cuenta de que el quokka bebé no era capaz de saltar a la cornisa como lo había hecho su madre, así que le dio un poco de impulso. Cuando el bebé estuvo a salvo en la cornisa, los dos quokkas se tocaron las narices y siguieron su camino.
Jessica dijo: "Por lo general, nunca los tocaría, pero eran muy mansos y venían de ser acurrucados y alimentados en el picnic de otra familia, así que pensé que la mamá y el bebé agradecerían la ayuda. Me pareció que el bebé era muy bonito y quise ayudar a la mamá a subir a su cría a la cornisa".
La australiana asegura que la cría y la madre retomaron el camino sin ningún problema. "Es muy común ver a estos animales tan adorables en Australia. Son muy cercanos con la gente", añadió