Fue a finales del 2010 cuando la cantante británica Lily Allen debió enfrentar una segunda y triste pérdida, al adelantarse el parto del bebé que esperaba con su entonces pareja, Sam Cooper.
Al pequeño le faltaban dos meses para nacer, pero ella entró en labor y el pequeño murió asfixiado por el cordón umbilical que se enredó en su cuello, de acuerdo a la declaración de la morocha.
Fue uno de los momentos más difíciles que tuvo que enfrentar, y ya cuando el tema había mermado, Allen colgó algunas de sus ideas políticas en la Web.
Lily se refirió a la discriminación que sufren varios musulmanes e inmigrantes en todo el mundo. Eso generó la ira de los llamados trolls de Internet, quienes respondieron con ira acusándola de haber matado a su hijo.
“Tal vez si no llenaras tu cuerpo de drogas no hubieses abortado”, dijo uno, mientras otro colocó: “Seguramente ella tiene serios problemas mentales”. Ante la situación, la cantautora se defendió de forma ecuánime, sin caer en provocaciones.
“Luego de mi pérdida sufrí trastorno bipolar, depresión post-natal y estrés post-traumático. Creo que es injusto utilizar las vivencias dolorosas de otros para atacarlos”, agregó.
La primera vez que Lily perdió a un bebé fue en enero del 2008, tuvo un aborto espontáneo. Fue devastador para ella y su novio Ed Simons, miembro de la banda Chemical Brothers.
“Es imposible describir lo que se siente perder a tu hijo. Fue el peor momento de mi vida, por lo que pasaba y porque tuve que reprimir muchas emociones a la vez”, contó la intérprete de éxitos como Smile, LDN, 22 y Alfie, entre otras producciones.