La desaparecida actriz Gloria Stuart fue una de las piezas claves para el éxito del film Titanic de James Cameron, al darle vida a Rose DeWitt Bukater de edad avanzada, pero con un espíritu imposible de resistir. El papel le dio la nominación al Oscar como Mejor Actriz de Reparto, que terminó en manos de Kim Basinger por L.A. Confidential.
Stuart se había retirado del mundo del espectáculo, hasta que su anterior trabajo en The Old Dark House despertó el interés de James. Mali Finn, director de cámara de Titanic fue hasta la residencia de Gloria y conversó por algunos minutos con ella. Luego le dijo que Cameron quería verla en persona para que leyeran unas líneas del guión, sin maquillaje.
“Usé una gorra blanca y leí para él. Quería desesperadamente el personaje. Luego le escribí una carta: ‘Querido Sr. Cameron, releí el guión varias veces, y creo que debí haberle dado una lectura más enérgica, porque la joven Rose es una mujer luchadora, y no creo que haya mostrado eso’. Eso fue el viernes, para el martes me ofrecieron grabar. Grité, salté y lloré de la emoción”, recordó Stuart para Cinemanía.
Acerca de los rumores del fuerte comportamiento de Cameron hacia su equipo de trabajo y actores, Gloria no tuvo más que halagos para éste último.
“La única vez que lo vi molesto fue cuando haciendo la parte de los videos de vistas submarinas en el barco de investigación ruso, colapsé. Eso retrasó el trabajo y además los videos se salieron de sincronización. Tardaron horas en restaurar todo y él no estaba feliz, fue el único incidente. Pero no agredía, era muy persuasivo, convincente, maravilloso como director de actores", enfatizó.
Para interpretar a una Rose de más de 100 años, justo cuando Gloria se encontraba en sus ochenta, se requirió la intervención de un equipo de maquilladores. Greg Cannom usó varias capas de látex para darle mayor realismo a su rostro.
“Recuerdo que James le decía a Greg: ‘Deja sus ojos en paz’, no entendía hasta que un plano de los ojos de Kate Winslet se disuelven con los míos. Tampoco quiso que usara una voz muy madura. Me pidió hablar con mi tono natural. Se arriesgó y creo que sí funcionó”, culminó Stuart, quien murió de cáncer el 26 de septiembre de 2010 a sus 100 años.