Fue en el año 2012 cuando la actriz de televisión y cine Fran Drescher, conocida por la serie The Nanny, expresó públicamente su preocupación por las madres que amamantan a sus hijos, ya que podían “transmitirles toxinas a los pequeños”.
La actual sobreviviente del cáncer de útero, quien inició el movimiento contra esa enfermedad en el 2007, no dudó en conversar en un programa de radio de su país sobre los temores que sentía acerca de la lactancia materna.
Al público dijo que las mujeres americanas tenían la mayor cantidad de retardante de llama en su leche materna. Éste se encuentra en alfombras, cortinas y telas tapizadas. Ese retardante es absorbido por el cuerpo y -a su entender- causa problemas de desarrollo en niños, así como cáncer en los adultos.
“Es algo de lo que realmente no se habla y, sin embargo, todos nos preguntamos por qué vemos a niños con estas discapacidades de aprendizaje, déficit de atención y autismo sin que se establezca una conexión real”, señaló la morocha.
De acuerdo a la actriz, existe una prueba de orina que en pocos días puede determinar si una madre lactante está pasando o no ciertas toxinas a sus hijos. Es un tema polémico que atrajo la atención de los estadounidenses en aquel año.
Tal movimiento hizo que se hablara un poco más de la lucha porque existan productos químicos seguros para las personas. Algunos que escucharon la entrevista radial de Drescher, sintieron que el contenido fue un poco más alarmante y no tan informativo como debía.
La crítica consideró -en líneas generales- que las madres lactantes tomaran todas las precauciones que creyeran necesarias, para darles a sus hijos los cuidados correspondientes, sabiendo que quizás era imposible defenderlos de todos los agentes contaminantes que los rodean a diario.