Fue una de las piezas de joyería más comentadas en el Reino Unido por su notable extravagancia. El anillo que el Príncipe Andrew, hijo de la reina de Inglaterra, Elizabeth II, le entregó a su entonces prometida Sarah Ferguson, fue difícil de olvidar por su rara combinación de colores y forma.
Tuvo un costo aproximado de unos 33.000 dólares en 1986, hablando sólo del rubí birmano que se ubicaba en su centro. El día cuando la pareja anunció su compromiso, todos quisieron saber cómo lucía la joya en el dedo de la colorada.
Para la crítica, tenía un aspecto similar al que el Príncipe Charles le había entregado a Diana Spencer. Sin embargo, ostentaba ese enorme rubí rodeado por diamantes que formaban un patrón de flor sobre una banda de oro amarillo.
Quizás para la época estaba a la moda, comparado al clásico y recatado estilo que muchas estrellas de la farándula buscan hoy para sus prometidas. Su singularidad no le resta exquisitez, aunque ya Ferguson no lo use regularmente.
“Pensé que el mejor color para Sarah era el rojo. Quise que tuviese un rubí. Quería algo poco convencional, creo que se logró”, dijo el Príncipe Andrew en su entrevista pública, luego del compromiso con la que más adelante se convirtió en su esposa por diez años.
El día de la boda en la Abadía de Westminster, el 23 de julio de 1986, los recién casados salieron al balcón del Palacio de Buckingham para darse un fogoso beso ante los presentes. Se pudo observar de nuevo el fastuoso anillo de compromiso.
Al divorciarse, esa joya y otras de su colección no fueron apartadas de Fergie. Se cree que ella mantuvo los mismos derechos concedidos a Diana cuando se separó del heredero al trono; es decir, que podía quedarse con todas las prendas sin necesidad de una batalla legal.
¿Dónde estará en este momento el anillo de Ferguson? Tal vez resguardado en una caja fuerte, en tanto su valor se incrementa día a día. Se estima que esté cerca de unos 94,000 dólares, quizás un poco más.