Los hijos de Diana de Gales y de Carlos de Inglaterra saben que parte de su herencia familiar, específicamente la de los Windsor, es la pérdida de cabello. En el príncipe Guillermo ya es más que evidente su alopecia, caso contrario al de su hermano menor, Enrique de Gales o también conocido como príncipe Harry, quien ha tomado una serie de previsiones antes de que llegue a lucir con poco cabello como su hermano.
Según se dice, la decisión de someterse a un injerto capilar habría venido de su prometida, la actriz Meghan Markle. Y es que la última decisión del mayor de los hermanos de practicarse un corte de cabello que dejó su cabeza muy parecida a como luce la de un recién nacido, lo cual ha sido muy criticado, hizo reflexionar a Enrique quien todavía puede presumir de su abundante cabellera.
Pero todos saben que la genética en cualquier momento puede salir a flote y de allí que ha tomado la decisión, a manera preventiva, de adelantarse a la caída de cabello y su solución más inmediata ha sido la del trasplante capilar.
Y es que no es una alternativa nada novedosa ni tampoco desconocida, pues otras importantes figuras como el futbolista Wayne Rooney ya ha aplicado esta técnica y los resultados son bien favorables.
La decisión de Enrique de Gales surge porque de ninguna manera quiere quedarse calvo, como ya se puede ver a su hermano mayor que, sin embargo, ha asumido la falta de cabello con resignación, madurez y dignidad.
Para poder utilizar este tratamiento -que le podría costar unos 60.000 euros- Enrique debió pedir permiso a su abuela la Reina Isabel II. Aun así no será sino hasta finales de este año que puede lucir su nuevo look, dado que este procedimiento suele tomarse bastante tiempo si se quieren excelentes resultados.