Por muchos años se especuló sobre el trato poco amable y distante que tendrían la reina de Inglaterra Elizabeth II y su hijo el Príncipe Charles.
La prensa de Reino Unido la catalogó de ser “espinosa”... y eso es decir mucho. Por ello, recolectamos varias informaciones que se siguen manejando en el viejo continente, para que ustedes formen una opinión al respecto. Comencemos.
Los problemas habrían surgido desde que Charles era sólo un nene. Elizabeth debía atender su agenda real una vez que fue nombrada nueva soberana, y eso influyó en que casi nunca estuviese cerca de su pequeño, a quien dejaba a cargo de una niñera y otros empleados del Palacio de Buckingham.
También existe el rumor de que la brecha entre ambos creció tras conocerse los amores del heredero con Camilla Parker Bowles en los setenta; es decir, mucho antes de que uniera lazos con Diana de Gales.
Por supuesto que hubo un gran escándalo cuando LadyDi no ocultó a la prensa que en su relación había un tercero (Parker Bowles). Se dijo que la Reina le prohibió a Charles el contacto con su amante, cosa que no llegó a cumplir.
Una vez que pasó el duelo por la pérdida repentina de Diana, Charles decidió vivir legalmente con Camilla haciéndola parte de su familia, les gustara o no. Elizabeth II cedió con la condición de que al ser Rey, ella sólo llevara el título de consorte princesa.
Ese problema hizo pensar hace años en que Charles nunca llegaría a ser el sucesor, sino su hijo, el Príncipe William. La reina, sabiendo de la fuerte popularidad del joven -mucho más con la llegada de Kate Middleton- habría pensado en darle el honor, reconociendo en él a un hombre dispuesto a hacer perdurar el legado de la casa Windsor.
Claro que eso quedó descartado por ley y por la misma Elizabeth cuando manifestó en el mes de abril lo siguiente: “Es mi sincero deseo que la Commonwealth continúe ofreciendo estabilidad y continuidad a las generaciones futuras, y decidirá que un día el Príncipe de Gales siga con el importante trabajo iniciado por mi padre en 1949”.