Si no fuese por Tabitha Spruce, esposa del icónico Stephen King, posiblemente no sabríamos de su talento para la literatura de terror. Hace más de 40 años la historia de Carrie casi quedó en el olvido, hasta que Tabitha la recogió de un basurero.
King se sentía mal porque creía no poder escribir desde la perspectiva de una mujer. Lo que concibió entonces no le gustó. Además, pensó que la trama alrededor de aquella chica misteriosa se movía lentamente.
“Sentí que desperdicié semanas, quizás un mes, creando una novela que no parecía mía y que no podía vender. Así que me decidí y la deseché. Después de todo, ¿Quién querría leer un libro sobre una chica pobre con problemas menstruales?”, escribió en sus memorias llamadas On Writing.
Tabby (cómo le dice de cariño a su compañera de vida), encontró los tres papeles arrugados cerca del escritorio de King, con la historia de Carrie. Le entusiasmó lo que leyó y lo motivó a continuar.
Durante los siguientes días, se encargó de guiarlo para que tuviese idea de lo que pensaban las mujeres, y de cómo podía moldear al personaje. También le dio tips para aquella famosa escena de la ducha. Nueve meses después Stephen terminó el borrador.
En aquellos años, la pareja no tenía tantos recursos. Vivía en un remolque y manejaba un carro viejo y oxidado. Tabitha trabajaba en un local de venta de donas y su esposo enseñaba inglés en una secundaria privada.
El borrador final de Carrie fue rechazado por 30 editores, pero un representante de Doubleday Publishing, Bill Thompson, le ofreció un adelanto de 2,500 dólares para publicarlo.
Con el dinero en mano se mudó a un apartamento en Maine y se compró un vehículo nuevo. Sentía que lo había logrado… y apenas era el inicio.
“¿Stephen estás sentado?, deberías. Los derechos de bolsillo de Carrie fueron para Signet Books por 400,000 dólares, 200 mil de esos son tuyos. Felicitaciones”, fue parte de la llamada telefónica de Bill a King que transformó su vida.
La novela de terror vendió más de un millón de copias en su primer año, pese a sus críticas mixtas. Lo bueno fue que dejó una enorme impresión en The New York Times, que no dudó en recomendarla a los lectores.
En 1975, fue adaptada en una película rentable, que provocó una secuela a mediados de los ochenta.
“Si mi esposa me hubiese sugerido incluso con amor, amabilidad y dulzura ... que había llegado el momento de alejarme de mis sueños y apoyar a mi familia, lo hubiese hecho sin ninguna queja, pero eso no pasó por su mente”, confesó King durante una ceremonia en su honor. “Esto es para Tabby, quien me ayudó a hacerlo y luego me sacó de apuros”, concluyó.