Los actores son como cualquier ser humano, aunque muchas veces el público los endiose. Poseen gustos por algunas comidas o deportes, sufren, lloran, ríen y además tienen defectos y virtudes.
El protagonista de El curioso caso de Benjamin Button y Seven, Brad Pitt, no escapa de ser una persona común y corriente, y como muchos tantos mortales tiene predilección por la comida chatarra y es un fanático de las pizzas.
El actor no se puede resistir a ninguno de estos dos productos y cuando está en eventos de larga duración se escapa para degustar una hamburguesa o un perro caliente. Asimismo, Brad ha confesado que uno de sus gustos principales es comer y por ello también en muchos set de grabación aprovecha para merendar.
Pitt también siente especial placer al digerir platos mexicanos, y los nachos son unos de sus preferidos. Durante la grabación de la película Ocean’s eleven se le vio degustando uno de estos trozos de tortilla fritos o tostados, en un momento de descanso.
Los smoothies (batido de fruta) y el caviar también entran en la lista de alimentos consumidos frecuentemente por el actor estadounidense, quien tampoco deja de tomar café y además muere por la crema de maní.
Otro gusto de Pitt es escuchar música de Bon Iver y su disco For Emma, Forever Ago, sobre todo en estos momentos cuando dedica su tiempo libre a la escultura.
Al actor también le gustan las armas de fuego y a los seis años tuvo su primera pistola de aire comprimido. Desde ese momento en sus residencias siempre hay armas.
Pitt, quien se caracteriza por ser impuntual, también apoya el matrimonio gay, se declara como una persona de mente liberal y no cree en Dios. Se considera 20% ateo y 80% agnóstico.
También le gusta el ruido y de allí que disfruta compartir con sus hijos porque eso le garantiza estar rodeado de llantos, carcajadas y gritos, lo que le despierta el ánimo.
Sus películas preferidas son El planeta de los simios (1968) y Fiebre del sábado por la noche (1978), mientras que el rodaje favorito de su carrera es El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, aunque curiosamente considera que es donde peor actuó y donde obtuvo menor recaudación.