Pasarán los años y la actriz Audrey Hepburn continuará siendo uno de los íconos más representativos de la época dorada de Hollywood. Su talento ante las cámaras, su estilo atemporal, su exquisita figura y radiante personalidad cautivaron al público de todas las edades.
¿Existirán más razones por las que la audiencia se rinde ante esta sirena del cine? Las veremos a continuación.
Elegancia: desde que era una nena, Hepburn vio en la danza un medio para expresar sus sentimientos y su verdadero yo. Esa actividad influyó un poco en su porte natural, muy clásica y elegante. Toda una dama con gracia y tacto.
Musa Givenchy: pocas mujeres, actrices o no, han sabido lucir los diseños de la casa Givenchy como Audrey. Su colaboración comenzó poco antes de filmar Sabrina (1954), pues la artista quería algo de innovación, belleza y mucha clase en su vestuario. La dupla entregó varios de los atuendos más simbólicos que nos haya dado el séptimo arte.
Manejando una Vespa: en el filme Roman Holiday (1953), observamos a una hermosa Audrey con el aspecto típico de la década, montada sobre una moto Vespa con un pañuelo al cuello y su galán de turno sostenido a su cintura. Muchas quisieron imitar el simpático evento, en ese lugar de ensueño europeo.
Intachable: al convertirse en una de las grandes actrices en la industria del entretenimiento, se hablaba de sus parejas, de sus uniones maritales, de su posterior divorcio, sus atuendos y tantos otros aspectos alrededor. Pero, jamás pudieron empañar su nombre. Nunca estuvo relacionada con sonados escándalos o algún fuerte rumor público.
Humildad: si bien Hepburn lo tuvo todo, y con ello nos referimos a la fama, la belleza y por supuesto el dinero, no se sentía más que otra persona, fuese dentro o fuera de los sets de filmación. Esa humildad dejó prendados a quienes la conocieron en vida.
De noble corazón: entre los años cincuenta y principios de los noventa, Audrey decidió aportar un granito de arena a varias comunidades necesitadas del mundo. Trabajó codo a codo con Unicef y hasta fundó la Audrey Hepburn Children's Fund. Al morir, una de sus mejores amigas, Elizabeth Taylor comentó lo siguiente: “Perdimos a un alma noble, pero Dios debe estar contento de tener ahora un ángel hermoso como ella a su lado”.