Todavía reciente su Oscar al mejor actor por su impresionante transformación en Winston Churchill en "Darkest Hour", el británico Gary Oldman aterrizó hoy en Cannes humilde y con la sensación de que su mejor papel está por llegar.
Su clase magistral en el festival, la víspera de la concesión de la Palma de Oro, levantó a un auditorio entregado a un intérprete polifacético, que a los 15 años descubrió que quería dedicarse a la profesión.
Estaba viendo en su casa "the Raging Moon" (1971), de Bryan Forbes, y la vulnerabilidad que desprendía el protagonista le hizo sentir "como si la habitación se hubiera iluminado, lo que los alcohólicos llaman despertar espiritual".
Oldman, nacido en New Cross en 1958, no había participado en obras de teatro escolares, pero los escenarios le dieron a partir de entonces las tablas necesarias para labrarse una trayectoria con futuros títulos como "Drácula", "The dark night" o "Harry Potter and the Prisoner of Azkaban".
Su primer intento en la londinense Royal Academy of Arts, no obstante, fue fallido y le dejó devastado, pero en el Rose Bruford Drama College aprendió una disciplina que aún sigue respetando.
"Fui la primera persona en mi año en trabajar como actor profesional, no porque fuera especial, sino porque me apliqué", destacó Oldman, que dio a los jóvenes aspirantes dos consejos básicos: aprenderse bien el guión y llegar al set "antes de tiempo".
Algunos actores "se comportan de una manera que para mí es imperdonable, porque no se trata solo de ti y de tu personaje", dijo despojado de pretensiones de estrella.
Oldman pensaba que "las películas eran para otra gente, para Robert de Niro o Sean Connelly", y nunca estuvieron en su plan. "Simplemente pasó", señaló sobre sus inicios en la gran pantalla, en los que, por "joven e ingenuo", rechazó filmes como "The Bounty", con Anthony Hopkins, por una obra de teatro de Joe Orton.
"Mi agente me amenazó con no volver a representarme", bromeó.
Al Oldman de entonces no le convenció tener que sacrificar trabajar con el dramaturgo británico por pasarse dos semanas en una isla del Caribe, volver moreno y con dinero suficiente para comprarse un piso. El de ahora, de 60 años, se mostró más realista.
"Tienes que trabajar, mandar a los hijos a la Universidad, vivir la vida real, poner comida sobre la mesa. Tienes todas esas responsabilidades y no te puedes quedar esperando siempre el gran papel", apuntó.
Oldman reconoció que tras cuatro décadas de carrera le sigue gustando actuar, y aseguró que siente una responsabilidad especial cuando encarna a gente, como el que fuera primer ministro británico Winston Churchill.
"Si esa persona no está viva, pero tiene familia, como Churchill, es maravilloso. Este trabajo te da acceso a cosas maravillosas, conoces a gente extraordinaria, pero tienes una responsabilidad respecto a la memoria de la persona. Tus elecciones tienen un efecto sobre aquellos que todavía viven".
El actor, que estuvo a punto de rechazar hacer de Sid Vicius en "Sid and Nancy" por pensar que "a quién le importaba la historia" del músico punk, sostuvo que "tener inseguridad es bueno, pero no te debe paralizar" y dijo emplearse a fondo con cada papel.
Para "Darkness Hour", por ejemplo, trabajó con un especialista que le ayudó a replicar la voz profunda y gruñona del exmandatario británico y utilizó un piano para "cantar" y ensayar el guión.
Pero por mucho empeño que haya dedicado a un rol, aseguró que prefiere no verse y cambiar de canal si por casualidad se encuentra a sí mismo en televisión.
"No es que esté necesariamente avergonzado de trabajos anteriores. Algunos no me importan, unos me gustan más que otros, pero son algo antiguo", en un momento en que él ya ha pasado página. "¿Que si tengo un favorito? Siempre digo que el que vaya a hacer después", concluyó. EFE
Fuente: EFE.