Empezó a trabajar en radio a los 11 años, hoy tiene 39 y mantiene el mismo entusiasmo. Es locutor, la rompe hace 15 años en Los 40 (ahora en La tarde 4.0, junto a Cami Gutiérrez, de 18 a 21 hs.), fue conductor de los 15 Mejores en Quiero, de Combate por elnueve. Hace tres meses volvió a la tele para reemplazar a Gabriela Sobrado en la conducción de Mshow (lunes a viernes a las 12 hs. por Ciudad Magazine).
En una charla súper relajada, Juani Martínez contó más de sus inicios, su familia, sus sueños y la dualidad entre “El Negro de Trenque” y Juani, el locutor al que todos reconocen por su voz en la radio y tele.
-¿Cómo te sentiste en la conducción de Mshow estos meses, reemplazando a Gabriela Sobrado, que fue mamá?
-Bien, la verdad que muy contento. El de Artear es un equipo que conozco hace años. Me crié acá en lo que a televisión se refiere. Hace 15 años empecé a trabajar en Quiero. Llegué siendo chiquito y en este tiempo me fui a vivir solo, estuve en pareja, fui papá, me casé, me divorcié, ahora tengo otra pareja. ¿Qué más? Todo me pasó.
-¿Cómo ves la evolución de ese chico que llegó acá hace 15 años y ahora se convirtió en este hombre, conductor de radio y televisión?
-Mirá, yo en realidad me siento un conductor de radio que hace televisión. Durante muchos años lo hice en forma paralela. Pero lo cierto es que yo hago radio desde muy chico, desde los 11 años. Ahora tengo 39, así que pasé más de la mitad de mi vida en la radio, es mi ser. Y en la tele, todavía siento que estoy aprendiendo. Me cuesta un poco. Soy muy curioso y me gusta saber cómo se llama todo lo que se usa para hacer tele, por qué tocan cada cosa los chicos que están detrás de cámara y les voy preguntando.
“Cuando entro al laburo es como que dejo al Negro y activo a Juani. Juani es ese locutor alegre, que te levanta cuando lo escuchás. El Negro no es muy divertido. Juani, sí. Pero El Negro tiene sus partes divertidas. O sea, Juani es la mejor versión de El Negro. Yo no actúo. Soy yo mismo en mi mejor versión”.
-¿Cuál es tu relación con la música, siempre presente en tu vida y tu trabajo?
-Soy melómano. Escucho desde Mercedes Sosa, pasando por Residente, terminando con The Clash, pero dando una vuelta por The Cure y La Princesita o Ke Personajes. El tango también me gusta. En mi casa, en Trenque Lauquen, se escuchaba mucho, mi abuelo escuchaba al Polaco Goyeneche. También he escuchado mucho a Piazzolla. Desde “Adiós Nonino”, que todo el mundo conoce, hasta lo más novedoso de Piazzolla. Me siento muy identificado. Él dijo: “Yo sé bien lo que es el tango, y estoy tan seguro que es así, que si quiero lo hago de esta otra manera y sigue siendo tango”. Y en mi caso, salvando las distancias por supuesto, sé perfecto lo que es hacer “radiofórmula” (cada dos canciones salir a presentar un poco el tema, decir la hora, la temperatura). Pero yo le di una vuelta. Es más fuerte que yo, tengo que decir algo. Y creo que fue un poco el enganche que me hace estar desde hace tantos años. Partir de ser feliz yo, hasta conectarme con la gente. Siempre le hablé a la gente.
-Así lo fuiste logrando y en Los 40 ya tenés tu comunidad, tus oyentes súper fieles.
-Sí. Ya tenemos como una identidad, entienden el humor, me conocen. Vivo enchufado a 220 dentro de la radio, trato de estar en todos los detalles. Mirá, por ejemplo, hago una lista de música por día, debo tener 300 y pico de listas al año. Tengo facilidad para eso, pero me pasa que el domingo nunca hago la lista para toda la semana. Porque no sé cómo voy a estar cada día. Y si yo hago una lista y no me siento identificado, siento que les estoy mintiendo a los oyentes.
-Te he visto con tus hijos, los mellizos Matilda y Baltazar, y también seguís un poco esa lógica de ser coherente y a la vez muy estricto. ¿Cómo lo ves vos?
-Sí, están por cumplir diez años ahora el 27 de agosto. Me pasa que no les puedo decir una cosa y actuar de otra forma. Ojo, que acá pueden venir opiniones diversas, esto es mi forma. Pienso que hay más sopapos que caricias en la vida, entonces, cuando por ejemplo me preguntan: “¿Jugué bien el partido?”. Yo sinceramente les digo: “y... te has lucido mejor el sábado pasado. La verdad que no la pediste mucho y en el momento que tenías que hacer el pase, te la comiste”. Y ahí la respuesta es: “¿Sabés que tenés razón, papá?”. No es mi estilo decirles “son unos genios”. Muchas veces criamos al pibe o a la piba de una forma que cree que no tiene errores y va a venir el primer profesor, jefe, o el que sea -porque a veces la vida es injusta-, y capaz les va a decir “no servís para este trabajo”.
-¿Te pasó a vos?
-Claro. Olvidate. Que no me va alcanzar la plata para laburar de esto, que solo iba a tener para el pancho y la gaseosa, que en Buenos Aires es imposible que labure siendo de Trenque Lauquen, de todo.
-¡Pero ya venías con un bagaje muy importante de años de radio!
-Y, sí. Ya tenía 11 años de radio cuando llegué acá, pero bueno, después, no es solamente entrar al medio, es entender el medio, después es mantenerse en el medio. Hoy puedo decir que estoy en radio hace 15 años ininterrumpidos. Es mucho tiempo 15 años.
-En el interín también fuiste conductor de Los 15 Mejores en Quiero y de Combate, en elnueve.
-Sí. La época de Combate fue muy fuerte y la de Quiero, ni hablar. Pero siento que todavía me pasa que me reconocen más por ser “el de la radio”. Siempre digo que cuando entro al laburo es como que dejo al Negro y activo a Juani y ahora voy a decir la diferencia de ambos. Parezco un loco hablando así, ja, ja. Pero, ¿sabés la cantidad de gente que capaz me está escuchando y no le está alcanzando la guita? ¿Sabés la gente que tiene un pariente enfermo y se sube al bondi recagada de frío para escuchar dos segundos a este tipo y que lo haga reír?
-¿Tenés presente eso todavía?
-Todo el tiempo.
“A los 11 empecé en la radio. Me cobraban 10 mangos por el espacio. Así que, como muchos, yo pagaba por hacer radio. Pero ya a esa edad, me había conseguido unos anunciantes, tenía como 5. Es decir que ganaba 40 y pagaba 10. Y ahí arranqué con la cuestión y después produje a los 15 o 16 otro programa para otro tipo”.
-Entonces Juani es ese locutor alegre, que te levanta cuando lo escuchás. ¿Y El Negro?
-La diferencia es que El Negro no es muy divertido. Juani es más divertido. Pero El Negro tiene sus partes divertidas. O sea, Juani es la mejor versión de El Negro. Yo no actúo. Soy yo mismo en mi mejor versión. A veces estoy desbordado de bardos, porque, además, yo no me dedico solamente al medio, hago otras cosas por fuera, desde los hijos, cuestiones con mi mujer, que está en Mendoza, mis viejos, etc. A veces me pasa que estoy con todo eso, y estoy a diez minutos del aire. Entro y digo: “¡Bienvenidos al show!”. Y nadie se va a dar cuenta. Y esa es la parte que yo dejo absolutamente todo lo que me está sucediendo de lado. No es heroico, ojo. En esas situaciones lo que sí me pasa es que salgo hecho pelota. Ese subidón después me repercute. Llego a mi casa, quiero comer y quiero acostarme porque termino hecho pelota de verdad. Es como que usé la energía de más. Pero es un gaje del oficio.
-Contame la historia de ese nene de 11 años, que era mini y empezó a trabajar en una radio en su ciudad natal.
-Me creía re grande. Y pensar que mis hijos tienen casi la edad que yo tenía en ese momento. Me metí porque yo quería laburar, no era por el tema de hacer radio. Quería cortar el pasto, hacer cualquier cosa. Soy hijo único y nunca tuvimos problemas económicos, una clase media, pero sin necesidades. Y mi vieja no quería que corte el pasto como trabajo, no me dejaba. Entonces, a los 9 ya había había empezado a leer saludos en un programa que tenía un tío mío, Gaby. Después dejé. Y a los 11 fui de nuevo y me cobraban 10 mangos por el espacio. Así que, como muchos, yo pagaba por hacer radio. Pero ya a esa edad, me había conseguido unos anunciantes, tenía como 5. Es decir que ganaba 40 y pagaba 10. Y ahí arranqué con la cuestión y después produje a los 15 o 16 otro programa para otro tipo. Después laburé en un supermercado, el del padre de mi novia de ese momento, el super de Humberto. Pero me aburría. Y al tiempo Gisela, mi novia, terminó la escuela y nos vinimos a Buenos Aires para estudiar.
-¿Cómo era ese primer departamento en el que viviste?
-Cerca del Congreso, piso 24, lleno de murciélagos. Un día uno me llegó a tocar la espalda, tremendo. Me acuerdo que hacía un calor bárbaro, ja, ja. Hacíamos lo que podíamos. No conocía Buenos Aires, nunca había venido. Me decidí a estudiar acá porque está el ISER, que es el instituto de locución más conocido, pero bueno, desaprobé el ingreso, que tiene fama de ser difícil. Igual tengo muy buena onda con ellos, me han llamado después y todo. Me anoté en otro instituto, también bastante famoso, el COSAL, y me recibí ahí.
-¿Por qué tenías ese chip de que te tenías que recibir y recién ahí ver de conseguir un laburo en los medios?
-Me parecía que ya había muchos profesionales sin laburo y no daba ir a un casting no estando recibido. Tampoco es que buscaba ser famoso. La fama no me interesa. Nunca me interesó. No reniego de que alguien me conozca, obvio. Pero si veo que no me reconocen, está bien. Una vez me acuerdo que fui a ver a una nena que estaba en un hospital, era fanática de Quiero. Y cuando entré, se largó a llorar. Estaba emocionada porque me veía en la tele y ahí le dije: “¿viste que enfrente del hospital hay una panadería, viste la chica que atiende? Yo recién vengo de ahí. Bueno, a la chica todos los que viven en el barrio la conocen también. Yo voy a trabajar, como si fuese a una panadería, lo que pasa es que mi vidriera está en toda Argentina. Pero es el mismo trabajo que el de la chica, nada más que me ven más personas”. Es exactamente lo mismo. Yo lo tomo así.
-Ahora, me gustaría pasar a un tema más personal. Estás en pareja con Flor y tienen una relación a distancia. ¿Cómo la llevan?
-Sí. Ella vive en Mendoza. Nos vemos cuando se va pudiendo, ya estamos juntos hace dos años y pico. Es mi compañera. Y la bancamos juntos. Tenemos hijos de similares edades. La peleamos juntos.
-¿Hay algún plan de vivir juntos?
-La cuestión para mí es disfrutar y estar. Y sabés qué lindo es tener una persona que te banca, eso es fundamental.
-Te vemos siempre muy alegre, pero también, como charlamos antes, sos detallista y estricto. ¿Cómo sos enojado?
-Insoportable. Porque le busco el porqué a todo. Para mí cada discusión tiene que tener una conclusión, una solución, si no estamos perdiendo el tiempo. Y bueno, vos cambiás tal cosa, así yo no me enojo, y vos no te enojás cuando yo me enojo. Bien. Lleguemos al acuerdo. Listo. Tomemos una birra. Todo termina en una birra.
-Hablando de birra, tenés un emprendimiento que está relacionado con eso.
-Fuera de los medios, tengo otros dos laburos, una productora que se llama ChiBa (China, por el apodo de mi hija y Ba por Baltazar, mi hijo). Y además, un multiespacio que se llama Auditorio Recoleta, en Córdoba y Callao. Es como el sueño del pibe. Lo tengo con un grupo de amigos. Hacemos un poco de todo ahí, desde muestras de cuadros hasta muestras de DJs. Se puede ir a tomar algo, disfrutar con gente. Era un supermercado chino, hicimos una obra grande y quedó eso.
“A la radio siempre la tengo en el corazón, a la tele también, pero quizás me veo en otro lado en unos años. No sé si voy a hacer televisión o radio hasta los 60. Siempre digo lo que dice Mirtha, ja, ja: ‘disfrútenme porque tal vez sea el último trecho’.”
-¿Qué proyectos tenés para el futuro? ¿Cómo te ves en unos años?
-Me veo entendiendo más. Me veo dando mejores -iba a decir consejos-, pero mejores experiencias de vida para que a alguien le sirva. Me veo no desesperado en pavadas, como en su momento fue la plata. Ahora ya me siento menos gil. A mis viejos ahora se les llenan los ojos de lágrimas cuando me ven y a mí se me llena el pecho de emoción. Me gustaría que alguna vez a mis hijos también les pase eso.
-¿Y tu laburo?
-A la radio siempre la tengo en el corazón, a la tele también, pero quizás me veo en otro lado. No sé si voy a hacer televisión o radio hasta los 60 años. Siempre digo lo que dice Mirtha, ja, ja: “disfrútenme porque tal vez sea el último trecho”.