La virtuosa Mirta Wons integra el elenco de Perdida-mente, la premiada obra teatral de José María Muscari que ya lleva 4 temporadas en cartel.
La gran apuesta del productor musical se mantendrá disponible en el Multiteatro de la Ciudad de Buenos Aires hasta el 2 de junio y luego saldrá de gira nacional en agosto para recorrer el resto del país.
Junto a Leonor Benedetto, Ana María Piccio, Iliana Calabró y Emilia Mazer, Mirta compone el dream team que hizo de esta temporada una de las más exitosas de la obra.
Ciudad pudo conversar a solas con Mirta sobre este proyecto, sus sensaciones respecto de cómo los medios abordan la problemática social y también elaboró un profundo análisis sobre la salud mental y la cultura.
MIRTA WONS, A CORAZÓN ABIERTO CON CIUDAD SOBRE LA SALUD MENTAL Y UNA MIRADA REFLEXIVA SOBRE EL PODER DE LA CULTURA
- ¿Qué fue lo que más te atrajo de Perdida-mente?
MW - Bueno, yo vi el estreno con el elenco anterior y la verdad me encantó. Me encantó el libro.
Me encantó reírme de un tema que se supone tabú, porque hay ciertos temas sobre los que se supone que no hay que reírse, y hay que ser ceremonioso, solemne....
Y yo creo que el humor es una forma muy inteligente (un buen humor, bien dirigido) de atravesar y, sobre todo en teatro, dramáticamente poder abordar una obra sobre salud mental.
Yo creo en la vida que el humor ayuda también a estar más amable, a ser más inteligente.
Y esto sucede no sólo acerca del Alzheimer o de las dificultades cognitivas, sino que se lo puede llevar a todas las áreas de tu vida donde se te presenta un conflicto.
Yo también, ante las situaciones adversas, trato de atravesarlas con humor y por eso me empato con la obra. Siento que estoy hablando del mismo lenguaje que me ofrecieron hacer y dije que sí, enseguida.
Cuando hubo un recambio del elenco dije, acepté, enseguida. Y ya había trabajado con Muscari. Me había gustado muchísimo, había hecho Julio César.
- ¿Y cómo te llevas con el elenco?
MW - Divino. Somos las cinco mosqueteras. Hay una química que se da pocas veces, una cosa medio alquímica, que no es por ponerme mística, pero de veras en treinta y pico de años de camino, se da muy pocas veces tener una química así, de mirarnos y ya saber a dónde vas a agarrar, pero además fuera del escenario.
En el escenario sucede una cosa muy natural, muy orgánica. Y además a mí lo que me gusta, que ya hicimos por lo menos más de ciento cincuenta funciones, es sentir que está todo bien, porque cada función nadie la hace “de taquito” o repite todo tal cual.
Yo no me aburro, cosa que para mí es todo un logro. Porque me gusta hacerla, porque la disfruto y porque disfruto las reacciones del público. Te das cuenta de que al público le pasan cosas, tanto cuando se ríe como cuando está callado.
- Tu personajes es muy impactante, viene un poco a romper lo que se había establecido, que eran como todas personas bastante tranquilas, ¿no? Nadie se sacaba en ningún momento, nadie explotaba. Y vos viniste a romper eso...
-Sí, es emergente. Porque, en realidad, está todo roto. Pero nadie lo decía. Entonces, es un poco un emergente con la locura que tiene. La locura, digamos, de carácter, de desborde, diría yo.
Y esta mujer tiene una perra muy pegote, por eso cuando vi el guión dije “¡Ay, está escrito para mí!”. Tengo una relación totalmente simbiótica con mi perra.
Sobre la semejanza de su personaje con su vida: “Cuando vi el guión dije ´¡Ay, está escrito para mí!´. Yo también tengo una relación totalmente simbiótica con mi perra”.
La gente , amigos míos o conocidos que vienen a ver la obra me dicen “¿Pero eso era parte del libro?”
Era del libro, lo juro, no lo hicieron para mí por la semejanza con la realidad.
- ¿Y considerás que la salud mental y la inteligencia emocional que son dos cosas que se deberían tocar más en los medios y en las obras o en la ficción?
- Sí, sí, porque aparte hay una división medio medio arcaica ya a esta altura, que es la salud física y la salud mental. Somos personas. Somos personas del cuello para arriba y del cuello para abajo.
Por suerte, en el último tiempo se está empezando a hablar más abiertamente y el tabú está empezando, por lo menos desde las formas, a bajar un poco de intensidad.
“Yo sigo creyendo que la salud mental es un tabú. No se habla mucho, o por lo menos yo siento que hay mucho eufemismo para hablar de ciertas cosas que son incómodas”.
Yo sigo creyendo que la salud mental es un tabú, ¿viste? No se habla mucho, o por lo menos yo siento que hay mucho eufemismo para hablar de ciertas cosas que son incómodas.
La salud mental en sí es hablar acerca de dificultades, de enfermedades o de, por ejemplo, esta cosa de decir “tiene capacidades diferentes”. Irónicamente son todos iguales pero una persona “tiene capacidades diferentes”.
Si somos todos iguales, entonces con propiedad ¿hay discapacidad? Sí, no es mala palabra, no es un insulto, entonces vos decís “pero si todos tenemos capacidades diferentes ¿es en serio?”.
“Empatía” viene de “empatar”. Yo creo mucho en el significado y el significante de las palabras las cosas. Empatía es empatar, estar en la misma altura.
Creo que eso también es lo que ofrece la obra. Insisto, el humor te acerca a los temas que son ríspidos, que son áridos, que molestan.
Todos tenemos problemas o conocemos a alguien que tiene una dificultad o que tiene una enfermedad de algún tipo, o todos pasamos por una situación difícil en la vida.
¿Quién no ha tenido algún problema? ¿Quién no ha tomado un tranquilizante? Al menos desde los medios se está empezando a hablar un poco más.
Yo creo que es un avance, falta un montón sí, porque quizás van a los lugares más comunes siempre para definir las cosas, pero que en una obra de teatro se aborde directamente este tema a mí me parece un gran hallazgo escrito por José María Muscari y por Mariela Asensio, y además con la asesoría de Facundo Manes.
- Sobre tu carrera en la actuación, ¿alguna vez dudaste de lo que elegiste?
MW - La verdad es que amo mi carrera. Por momentos la sufrí, sí, como todos.
Pero prefiero trabajar doce horas en lo mío que 8 en otro lado. ¿Viste cuando sentís que no es un trabajo? ¿Que es tu pasión? Yo no puedo hacer algo que no me guste.
- Sí, te entiendo porque me pasa lo mismo, jaja.
MW - Entonces tal vez en este momento, en donde todo apunta a, en el mejor de los casos sobrevivir, yo sigo insistiendo que es por el lado de la cultura. Para desempatar. Para decir “vamos por más”.
Primero necesitamos comer, tener donde dormir, tener para vestirnos, poder viajar en colectivo. Hay necesidades que son básicas para vivir, son básicas para todos.
“La cultura es el sueño, la esperanza y la identidad”.
Pero si nos quedamos solo con eso, en el mejor de los casos, estamos sobreviviendo.
Y yo quiero vivir. No perder los sueños.
La cultura también es el sueño, la esperanza y la identidad. Todo eso.
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