Hoy me levanté inspirado pensando en las estrellas.
Bueno, no en las que vemos en el cielo, sino en las que nos entretienen en la pantalla.
¿Qué está pasando con la estelaridad en la tele actual?
La tele está cada vez más complicada. Hay tantas opciones multiplataforma para ver que no sabemos qué elegir. La competencia es muy fuerte y las estrellas tienen que luchar como cualquier otro por mantener su lugar. Además, hay muchos programas y redes sociales que nos hacen creer que cualquiera puede ser fácilmente una estrella.
Pero no es así. Ser una estrella no es lo mismo que volverse famoso, requiere talento, carisma y sobre todo trayectoria.
Las estrellas de la tele, como las del cielo, tienen su ciclo. Algunas brillan con fuerza y se apagan rápidamente. Otras destellan con intermitencia, y se renuevan cada tanto, mientras que unas pocas jamás se extinguen porque permanecen en la memoria de todos nosotros. Los cambios en la tele, como los nuevos formatos o las audiencias más jóvenes, influyen en quienes siguen en la cima.
El sistema es feroz, hay que adaptarse o adaptarse. Los espectadores también cambiamos. Buscamos conexiones más reales. Los realities y programas sin famosos, sumado a las redes y distintos canales de comunicación donde la gente muestra su intimidad, nos demuestran que la autenticidad de la vida real parece ser cada vez más atractiva.
En vez de estrellas inalcanzables, ahora queremos ver a personas como nosotros, con historias reales y problemas comunes.
¿Cómo eran las estrellas de la tele de antes? Eran figuras consagradas que tenían una carrera larga y exitosa. Eran inalcanzables, distantes, idealizadas por el público y respetadas por sus colegas. Representaban aquel ideal glamoroso que todos soñaban alcanzar.
Estrellas que brillaban con luz propia, que no necesitaban de escándalos ni de polémicas para mantenerse vigentes, aunque algunos no pudieron evitar verse involucrados en algunos.
¿Y cómo son los ídolos actuales? Son figuras efímeras, que aparecen y desaparecen con rapidez. Son mega famosos por un rato, pero no tienen una trayectoria sólida. Son víctimas del momentismo de la cultura de lo descartable, cambian según el gusto del momento.
El medio los sube y los baja de un hondazo. Se convierten en estrellas fugaces, que dependen de la exposición y de la controversia permanente para llamar la atención.
Como astrónomos de la cultura televisiva, debemos seguir observando los cambios en los medios y celebrar tanto a las leyendas como a las nuevas promesas.
Por ejemplo, ¿qué me dicen de Mirtha Legrand, que sigue siendo una diva vigente a sus 97 años? ¿O de una Susana Giménez que se prepara para volver a la pantalla? ¿O Marcelo Tinelli, que se sigue arremangando cada noche para luchar por el rating? ¿O Moria Casán, que la rompe en las redes con sus dixit y hasta hace un hit con Lali? Estas sí que son estrellas que no se apagan, que siguen brillando con luz propia.
¿Ustedes qué opinan?