El encuentro de Vicky Xipolitakis (33) cara a cara con Javier Naselli (54), en el marco de una audiencia por el reclamo de alimentos que ella le hace para mantener a Salvador Uriel (10 meses), sensibilizó a la Griega. Invitada al estudio de Intrusos, la mediática recordó los peores momentos de su relación con el financista, con quien se había casado en enero de 2018.
Conmovida, Vicky reveló cómo fue el último tenso diálogo que tuvo con el padre de su hijo, a fines de julio: “Con mucho dolor, el último día le dije ‘nunca más me faltás el respeto a mí’. Agarré mis cosas, el saco que tenía a mano y el bolso del bebé no pude agarrarlo porque no llegué a la pieza. Abrigué al bebé con mi campera porque hacía mucho frío y me fui a hacer lo que tenía que hacer. La denuncia”. Luego aclaró que esa noche radicó esa presentación a pesar de que "seguía enamorada" de Naselli.
En cuanto a la violencia de género por la cual acusó a Javier Naselli en sede judicial, Vicky Xipolitakis aseguró: “Está todo presentado en la Justicia, hay más pruebas por si hacen falta. Estoy a disposición de la Justicia. La violencia se paga, es lo único que no voy a tocar ni negociar. Porque no fue solo conmigo, fue con mi hijo también”. Acto seguido, Xipolitaxis sentenció: “Y el tema violencia lo dejo cerrado porque es muy delicado”.
De todas formas, precisó que la violencia empezó “antes de casarse” y que resumió: “Pensaba que si me casaba con un acto de amor hermoso mejoraba, pero no mejoró. Con el bebé que tanto me pidió creí que iba a mejorar por que qué más hermoso que un ángel esté en la casa, que era lo que faltaba. A mí me encantan los nenes y no dudé cuando me pidió un hijo. Pero todo empeoró porque estuve sola totalmente con agresión y violencia de todo tipo, con un bebé, que es mucho. Una madre necesita un buen compañero, que si no está presente, que por lo menos esté de palabra, que no todo sea un conflicto. Y ya la violencia no fue conmigo, fue con mi hijo. ¡Su hijo, también!”.
"Una madre necesita un buen compañero, que si no está presente, que por lo menos esté de palabra, que no todo sea un conflicto. Y ya la violencia no fue conmigo, fue con mi hijo. ¡Su hijo también!”.
“Muchas veces terminé internada en clínicas con mucho dolor porque vivía un montón de cosas y no daba más del dolor en la panza. Tuve que ir en Nueva York, en la Argentina también porque lo necesitaba, estaba preocupada por mi panza y estuve hasta altas horas para que me hagan monitoreos. Pero después volvía a confiar en él. Es lo que vive una mujer violentada, porque ya estaba involucrada sentimentalmente, y no me separo por falta de amor, sino por Salvador”, cerró Vicky Xipolitakis.