Vanesa González (32) llega a la cita con Ciudad muy bien acompañada. Mario Alberto, su perro, la secunda. Se lo nota alegre, vivaz y muy enérgico.
Hace dos años conviven en el departamento de la actriz y, aunque en un principio fue un tanto caótico compartir la vida, ambos se adaptaron y ahora disfrutan juntos.
En #Bicheros, la sección más tierna de Ciudad, Vanesa cuenta: "Mario Alberto es mi mascota hace dos años. Él es hiperactivo, muy presente, no para un segundo".
-¿Cómo llegó Mario Alberto a tu vida?
-Yo tenía una gata y estaba muy acostumbrada a vivir con gatitos. Ella se enfermó y falleció así que empecé a averiguar para adoptar nuevamente y vi que había un perro. Le escribí por Facebook a la persona que lo tenía y me contó que tenía tres. Me preguntó cuál quería y yo le respondí que me dé uno, no quería elegir.
-¿Cómo fue la elección del nombre, fue en homenaje a Kempes?
-Estaba con una amiga en Uruguay, nos estábamos cag... de risa y le dije "si tengo un perro le voy a poner... ¡Mario Alberto!". Fue medio un chiste pero cuando lo vi, le vi cara de Mario Alberto. No fue por Kempes, ni sabía que él se llamaba así. Me parecía gracioso, me da alegría y él lo lleva bien. De todos modos, es fan de la pelota. Todo lo que es jugar, los niños y niñas le encantan.
"El primer tiempo para mí tener un perro fue medio un trauma porque yo soy muy solitaria, me gusta el silencio y convivir con ruido y con quilombo me costó. Me llegué a angustiar. Llegaba y él se acostaba arriba mío y yo no lo podía entender".
-Lo vemos súper enérgico, ¿es siempre así?
-Cuando estamos solos está todo bárbaro, pero todo se complica cuando va gente a mi casa. Él cree que todos van a jugar con él. Además, al principio rompía todo, fue medio traumático para mí. Cuando se empezó a calmar de romper tantas cosas fue como que me dio mucha paz.
-¿Cómo fue tu primera experiencia conviviendo con un perro?
-El primer tiempo para mí tener un perro fue medio un trauma porque yo soy muy solitaria, me gusta el silencio y convivir con ruido y con quilombo me costó. Me llegué a angustiar. Llegaba y él se acostaba arriba mío y yo no lo podía entender. Y me llevó un tiempo bastante largo adaptarme pero lo adoro. Me encanta convivir con él. Me pasa que hay veces que estoy volviendo en el auto y ya pienso en él y me muero de amor.
-¿Cuáles son sus actividades favoritas?
Le encanta la arena, no tanto el mar quizás. O sea, le gustan las olas pero hace como algo raro cuando vienen, como que se siente amenazado. La arena lo vuelve loco. En realidad todo lo que sea correr y hacer pozos es su máxima diversión. Jugamos mucho a correr. Después, con respecto a la comida, come alimento balanceado y también le tengo que dar un huevo por día porque fue destetado de muy chiquito y a veces se agarra parásitos o alguna cosita. Mis amigas me gastan mal preguntándome si le hice el huevito todos los días. Es un huevo duro mezclado con su alimento. Entonces capaz llegamos de pasear y le digo "¿comemos huevito?" y ya me mira contento.
-¿En qué sentís que te cambió la vida Mario Alberto?
-Me encanta mi vida con él, aprendo un montón de cosas de la relación con un animal. Vivir con un animal creo que nos hace valorar el presente, el "ya", este momento. Hablo por mí, pero creo que nos pasa a todos, estamos con el tema de la ansiedad o revisando qué hicimos, qué deberíamos hacer. Y vivir con un animal te conecta bastante con el "acá". Además del afecto, por supuesto. Y su pureza me conmueve, no tienen ninguna máscara de ningún tipo.