“Aunque parezca extraño todavía estoy encontrando mi lugarcito en las redes”, comenta Tefi Russo (33), casi al pasar.
Con espíritu aventurero convirtió la afición de su vida por la cocina en un exitoso blog al que llamó Inutílisimas, toda una ironía que sus seguidores aceptaron con el humor de los imperfectos y la convirtieron en un furor. Hoy, pisando fuerte en Instagram, YouTube y con dos libros de su autoría, la “amiga que te pasa recetas”, como le gusta definirse, tiene un nuevo desafío al frente de Los Expertos, sabores con historia, el ciclo que encabeza desde este sábado a las medianoches en eltrece.
Tampoco es extraño que a la hora de hablar de cocina Tefi utilice la palabra “pasión” y prefiera huirle a quienes la llaman influencer, chef o intenten acercarla a algo así como una “referente gastronómica”. Esa pasión es sin papeles, sin firmas, sellos ni títulos. “Yo trato de crear un espacio lo más colorido posible donde te contagie las ganas de cocinar”, admite a Ciudad y, al otro lado del teléfono, sonríe.
-Los Expertos, sabores con historia tiene una dinámica muy particular...
-En la serie visito a diez expertos y cada uno cuenta sobre un producto, una materia prima, un ingrediente como miel, cerveza, pastas, helado, dulce de leche, café. Yo visito a estas personas en su lugar de trabajo, sus fábricas, talleres y me cuentan acerca de lo que son expertos, su gran pasión. Después yo termino en la cocina haciendo una receta con el producto como protagonista.
"Nos alejamos de un conocimiento del producto de la historia y lo abordamos más desde mitos y realidades. Nos parecía mucho más lindo transmitir la pasión de estos expertos y después pasar a la cocina que es la frutillita del postre de cada capítulo".
-Imagino que ahí tuviste acceso a muchos de sus secretos.
-Nos alejamos de un conocimiento del producto de la historia y lo abordamos más desde mitos y realidades. Por ejemplo, el primer capítulo está dedicado al café. Entonces hablamos de si los argentinos tomamos buen café, si estamos aprendiendo. Buscamos que el experto nos cuente cosas de cercanía. La idea no era que los expertos se pongan muy específicos, con fechas, con la historia del chocolate y el origen maya. Para eso entrás a Google y te informás sobre el producto. Nos parecía mucho más lindo transmitir la pasión de estos expertos. Y después está el pase a la cocina que es la frutillita del postre de cada capítulo.
"Mi formación siempre fue amateur. Cocino desde muy chiquita e hice cursos toda mi vida en distintos lugares pero nunca me quise profesionalizar. Cuando tuve que elegir una carrera sentí que no quería "ensuciar" ese hobbie tan lindo que tenía".
-El programa se llama Los Expertos, sabores con historia. ¿Qué sabores son los de tu historia, los que te llevan a tu infancia, a momentos de felicidad?
-En mi familia nadie se dedicó a la gastronomía profesionalmente, pero mi familia era de esas bien tanas. Tengo familia italiana tanto de familia materna como paterna donde prácticamente todo gira alrededor de la comida. De los que más aprendí de cocina hoy ya no los tengo con vida. Mi papá cocinaba increíble, hacía un quilombo terrible pero probabas sus platos y eran exquisitos, tenía algo que solo lo tienen unos pocos. De mi abuela saqué que yo iba a su casa, abría la heladera y la señora no tenía nada. Después no sabías cómo te sentabas en la mesa y te hacía un platazo increíble. Simple, pero muy rico. Era una tradición que todo el mundo quiera ir a comer a mi casa porque había paella, pizza, pastas, asado. Mi papá era muy apasionado de la cocina y aprendí mucho de él. De mi mamá también, pero colgó la toalla antes. Gracias a ellos pude buscar mi identidad.
-¿Cómo se da ese paso de convertir tu pasión en tu trabajo?
-Mi formación siempre fue amateur, yo logré profesionalizar algo que es completamente amateur. Cocino desde muy chiquita e hice cursos toda mi vida en distintos lugares pero nunca quise profesionalizar la cocina. A diferencia de Los Expertos que te contagiaban su amor y sus ganas de estudiar, en el momento que me tocó elegir una carrera sentí que no quería "ensuciar" ese hobbie tan lindo que tenía. Con el tiempo lo profesionalicé, pero desde un lugar completamente distinto. El verdadero cocinero es el que tiene verdadero oficio. Yo coqueteo con la gastronomía, pero lo mío no es ser cocinera técnica, ni enseñar a cocinar. Solamente animo a que la gente cocine un poco más.
"Puedo hacer algo braseado o un estofado que lleva muchas horas de cocción y para él está bien. Ahora yo le sirvo una milanesa y está aplaudiendo desde el primer bocado al último. Entonces una dice ¿para qué me gasto?".
-Vos reconocés que la cocina familiar fue clave en tu vida. ¿Cómo hacés para educar el paladar de Mimi, tu hija de 12 años?
-En casa de herrero, cuchillo de palo. Mi hija de paladar salió porfiada (risas). Cuando era muy chiquita yo le hacía un puré que tenía pollo, manzana, albahaca, quesito crema, cebolla. Después le hacía otro que tenía carne y cúrcuma. Desde muy chiquita le puse a su comida condimentos, usaba pimienta y cosas que a veces se dice que a los chicos no hay que ponerles. Le hice probar todo y un día se amotinó… (risas). Un día esas comidas que le hacía no las aceptó más y ahora es de paladar bastante básico que me rompe un poco el corazón. Igual tengo la esperanza de que es sólo una época y que más adelante va a volver a abrirlo. Me pasa también con mi marido que es básico para cocinar como él solo. El punto está en tener paciencia y que la persona busque probar. Y que por más que no lo vuelva loco un plato, que al menos lo intente y así es como con el tiempo se van adquiriendo más sabores.
-¿Cuáles son los básicos del Pollo Álvarez, tu marido?
-¡Milanesas! Asado, tarta de jamón y queso. Es eso. Es una lágrima. Ojo, con esto no quiero decir que a mí la comida simple no me guste. Siempre tuve muy en claro mi concepto. Soy fanática de un montón de cocineros, de muchas gastronomías, pero en el momento en el que me tocó elegir un estilo acepté que el plato simple es un terreno seguro. Podemos coquetear con otras gastronomías, pero lo simple trae recuerdos y está bueno. Pero me cuesta que solamente sea eso. Él siempre come y yo me puedo pasar dos horas haciendo un plato espectacular, como algo braseado o un estofado que lleva muchas horas de cocción. Se sienta en la mesa, me agradece, lava los platos como corresponde y está bien. Ahora yo le sirvo un asado o una milanesa y está aplaudiendo desde el primer bocado al último. Entonces una dice ¿para qué me gasto? (risas). Es un chiste porque la verdad es que me encanta cocinar para él, para mi hija y mis amigos. Es un acto de mucho cariño, pero también cocino para mí. La simpleza la banco a muerte. Pero que solo quede en eso me aburre.
-¿Cómo tomás esta llegada a la televisión después de consolidarte en internet con Inutilisimas? ¿Lo sentís como una legitimación de tu trabajo en redes donde sos una referente de cocina?
-Lo tomé con mucha sorpresa porque no estaba en los planes. La idea siempre fue que esta serie fuera digital, así que cuando terminó en la tele fue una sorpresa. Estoy contentísima por el espacio, pero no arranqué pensando en que iba a hacer tele. ¡Es un montón! Lo de referente me cuesta llevarlo con la frente alta. Soy consciente del trabajo que vengo haciendo desde hace 8 años de mucho esfuerzo y constancia, cambios y adaptación, pero aunque parezca extraño todavía estoy encontrando mi lugarcito en las redes. El término influencer me cuesta un poco. Ser comunicadora es una responsabilidad y me aterra ese papel. Para mí, referente gastronómico es otra cosa. Yo quiero ser la amiga que con buena onda te pasa recetas. Después si vos querés hablar de técnicas, recetas y de cuestiones más profundas, ese no es mi espacio. Que me digan “referente gastronómico” o cuando me presentan como chef siento que es mi responsabilidad corregirlo. Ni en pedo te digo, por ejemplo, ‘cortá la cebolla en brunoise o en juliana’. Digo “en cubitos”, o “en tiritas” porque siento que esa manera la gente lo entiende más, de una manera más terrenal. Yo trato de crear un espacio lo más colorido posible donde te contagie las ganas de cocinar.