Es una actriz de raza. Hija de la recordada Carmen Vallejo, desde la cuna respiró el mundo de la actuación y, al almanaque de hoy, más de 50 años de trayectoria en cine, teatro y televisión la respaldan. Selva Alemán (71), reconocida por sus pares y el público, transita un gran presente laboral con Madres e hijos, obra por la que se permitió hacer a un costado la tentadora oferta estadounidense para integrar The Walking Dead. “No acepté porque la obra ya estaba muy avanzada y no podía echarme atrás... Hay momentos en la vida que uno tiene que elegir y no siempre se elige lo que se cree que es lo más conveniente. Yo no me arrepiento haber elegido Madres... porque es un desafío tremendo que la gente me vea haciendo ese personaje que es tan duro, que luego se va quebrando... No me arrepiento, y creo que elegí bien”, explaya Selva a Ciudad.com, en una nota en la que habló de la conmovedora pieza que protagoniza junto a Nicolás Francella y Sergio Surraco en el Multiteatro; su matrimonio con Arturo Puig (70); la imposibilidad de convertirse en madre; el paso del tiempo y el retiro.
-¿Qué la sedujo de Madres e hijos?
-Me atrajo porque es una obra muy conmovedora: muestra cómo una persona puede quedarse sola cuando elige el camino equivocado en la vida; y lo único que hace es aceptar los prejuicios, creer que tiene la verdad, no comprende ni acepta al otro con sus diferencias. Además, abre un interrogante y lo pone sobre la mesa, que es bien de actualidad, en relación a las nuevas familias que se están armando con dos madres o con dos padres, con chicos… Son cosas de las que no tenemos demasiada historia; entonces, son interrogantes.
-Con el paso del tiempo en la Argentina hubo una apertura mental y un apoyo legal a estas nuevas familias...
-Sí, pero eso no significa que la sociedad lo acepte o que lo tenga totalmente elaborado. El cambio lleva su tiempo y, esta obra, en ese sentido hace pensar, reflexionar. La problemática está.
"Yo creo que los actores no nos retiramos nunca. Y, además, está a la vista: la mayoría de los actores mueren trabajando. ¡¿Qué retiro?! El retiro es para los viejos (risas). Mientras el cuerpo y la cabeza den, voy a seguir trabajando, porque el trabajo tiene que ver con la dignidad, con la identidad...".
-En línea con esta temática, ¿hay algún proyecto personal o laboral que no haya llevado adelante por prejuicios propios o ajenos?
-Por prejuicios, no. Lo que yo he sufrido es discriminación. En la época de los ‘80, en nuestro país todavía no había divorcio y yo era una mujer separada que vivía en concubinato. Entonces, por un lado, no estaba tan bien vista y, por el otro lado, no podía adoptar criaturas porque no estaba casada legalmente ni aceptaban padres solteros. Además de que la ley no lo permitía, era un contexto dictatorial y no me quise arriesgar a adoptar 'por izquierda', quería tener todo legalmente en orden. En ese marco, mi única posibilidad era adoptar si alguien me avisaba que en algún hospital había un chiquito, y no quise eso.
-Hoy la adopción sigue siendo un tema complejo en la Argentina…
-Yo tengo en mi familia un caso de una pareja constituida legalmente y hace 8 ó 9 años que espera y no puede adoptar acá. Es tremendo, porque hay una cantidad de chicos abandonados, desesperados, esperando un hogar. La vida se les va pasando y hay matrimonios que tienen todo el amor, las ganas de tenerlos, y tampoco tienen la posibilidad de concretarlo. Yo creo que esa es una deuda tremenda que tiene nuestra sociedad y los legisladores... Yo no pude ser madre biológica porque siendo muy chica tuve problemas físicos, distintas operaciones de quistes de ovarios y no pude quedar embarazada.
-En relación al título de la obra, ¿qué recuerdos tiene de su reconocida madre, Carmen Vallejo, y cómo se definiría como hija?
-Recuerdos de mi madre tengo muchos. Tengo una memoria muy buena y, en ese sentido, recuerdo nada más que las cosas buenas. Las cosas malas apenas las recuerdo. Obviamente tuve mis conflictos con mi madre, como todos los tenemos, porque es inevitable, pero lo importante es que con mi madre nos amábamos absolutamente, nos adorábamos. Yo tal vez fui poco demostrativa, como son los hijos en general, y eso es algo que lamento. Yo la cuidé mucho, me ocupé mucho de ella, pero cuando se van de este mundo, de esta vida terrenal, uno piensa que es poco lo que hizo. A la madre hay que mimarla, hay que hacer todo lo que uno pueda por ella, porque el vínculo de una madre con su hijo, y viceversa, es un vínculo único, porque uno estuvo adentro de esa pancita y a eso no hay nada que se le parezca.
-¿Se considera una mujer nostálgica?
-No soy demasiado nostálgica. No te quiero decir con esto que no haya momentos en los que extrañe algunas cosas. Extraño a las personas que se fueron. Extraño compañeros de trabajo talentosos y maravillosos, como María Hermina Avellaneda, Elena Tasisto, Alejandro Doria, Martín Clutet, Stivel, tantos compañeros. Extraño esa gente, extraño que no estén y extraño, a lo mejor, alguna época en la que se trabajaba mejor en la tele porque hacíamos unitarios y grandes textos… Pero no soy muy nostalgiosa, soy de vivir el presente y disfrutar lo que tengo, y hoy estoy viviendo un momento maravilloso con Madres e hijos, estoy nominada para premios, la obra también, el teatro está lleno, la gente aplaude de pie y se emociona. Es un momento de mucha plenitud.
"He sufrido discriminación... En la época del '80, en nuestro país todavía no había divorcio y yo era una mujer separada que vivía en concubinato. Entonces, por un lado, no estaba tan bien vista y, por el otro lado, no podía adoptar criaturas porque no estaba casada legalmente ni aceptaban padres solteros (...) No pude ser madre biológica porque siendo muy chica tuve problemas físicos, distintas operaciones, y no pude quedar embarazada".
-Es una actriz de enorme trayectoria; mirando para atrás, ¿está conforme con los frutos cosechados y el reconocimiento logrado?
-Estoy muy feliz con el camino realizado. Llevo 50 años de carrera y tengo reconocimientos, premios, gente que me quiere... Estoy muy feliz y, como te dije, este es un momento muy pleno mío.
-¿La fama le suma o le resta al actor?
-A veces las cosas vienen juntas y, en definitiva, lo que busca el actor es llegar a la mayor cantidad de gente posible, porque en eso consta nuestro trabajo, hacer que a muchas personas les llegue el mensaje que se está mandando. En ese sentido, creo que esta obra es casi didáctica. Yo no reniego de la fama, para nada, pero no creo tenerla tampoco. Me parece que fama es una palabra que ocupa una gran dimensión y yo creo que soy una actriz popular. Famosos me parece que son otros (risas).
-Desde que nació el mundo artístico estuvo a su alcance, ¿eso influyó en su vocación?
-Siempre quise ser actriz, desde chiquita. Y estuve desde siempre arriba del escenario, porque mi madre me llevaba con ella a todas sus funciones y a todos lados. Entonces, yo caminaba por los decorados, miraba las obras y me las sabía de memoria. Así que sí, siempre quise ser actriz.
-Se puede pensar que es una actriz que ya tiene la vida hecha, ¿piensa en el retiro?
-Yo creo que los actores no nos retiramos nunca. Y además está a la vista: la mayoría de los actores mueren trabajando. ¡¿Qué retiro?! El retiro es para los viejos (risas). Mientras el cuerpo y la cabeza den, voy a seguir trabajando, porque el trabajo tiene que ver con la dignidad, con la identidad; tiene que ver con la posibilidad de ser independiente, que uno pueda manejar su propio dinero. Estamos en un país en el que no se puede vivir de una jubilación, entonces, uno tiene que seguir trabajando.
"Con Arturo llevamos más de 30 años juntos porque tenemos un gran amor y ganas de estar uno con el otro (...) También hemos pasado por crisis, y está bueno pasar por eso porque uno aprende. Cada crisis es una posibilidad de aprender, cambiar, crecer y elegirnos".
-¿Cuál es su vínculo con el dinero? ¿En qué cosas invierte, gasta?
-Siempre guardé parte de lo que ganaba porque siempre entendí que la vida del actor es con altibajos, que uno de pronto tiene un año maravilloso y al año siguiente no trabaja, como me ha pasado. Yo ahora estuve dos años sin trabajar, entonces, para esos momentos, uno tiene que guardar. Después invierto en las cosas que me gustan, como tener un televisor grande para ver las series, las películas o la tele que me gustan; tener una linda casa, como la que tengo, o darme gustos como ir a comer a algunos restaurantes... No mucho más. Y, fundamentalmente, en viajar.
-Con Arturo, ¿tienen algún lugar favorito al que les guste volver?
-Europa nos encanta, sobre todo Roma, Florencia, Venecia... Ahora le tomamos el gustito a París y también a Nueva York, son lugares a los que tratamos de ir. Pero por el trabajo o por el dinero, no siempre se puede. Si fuera por nosotros, viajaríamos cada tres meses.
-Lleva una vida de la mano de Arturo, ¿cuál es su secreto para mantener la pareja y el amor en pie?
-Tener un gran amor, no hay otra. Y las ganas de estar con el otro, defender la pareja, trabajar para que funcione, saber cuándo hay que decir que no y cuándo hay que decir que sí; apoyarse, comprenderse, divertirse juntos... Hay muchos factores.
"No le temo al paso del tiempo, sí me pueden dar miedo las enfermedades, las incapacidades. El paso del tiempo y que uno se va a poner viejito, no me preocupa porque es vida vivida. Y yo a mi vida la he vivido, no es que pasé sin darme cuenta".
-¿Han pasado por alguna crisis en la que haya tambaleado la pareja?
-Llevamos más de 30 años juntos y la pareja ha pasado por crisis, y está bueno pasar por eso porque uno aprende. Cada crisis es una posibilidad de aprender, cambiar, crecer y elegirnos.
-¿Le teme al paso del tiempo?
-No le temo al paso del tiempo, sí me pueden dar miedo las enfermedades, las incapacidades. El paso del tiempo y que uno se va a poner viejito no me preocupa porque es vida vivida. Yo a mi vida la he vivido, no es que pasé sin darme cuenta. He vivido momentos maravillosos y los sigo viviendo, así que no. Además es lo más natural, todos vamos a pasar por eso, todos vamos hacia un solo lugar, que es la muerte. Esa es la realidad. Desde el momento en que vivimos, lo único que hacemos es acercarnos a la muerte. Entonces hay que tratar de vivir de la mejor manera posible y ser generosos con los que uno tiene alrededor. Y ser buenas personas, porque eso ayuda a que uno tenga una vida más linda y más agradable. Hay que ser solidarios y no tirar la cabeza para un costado. Hay que ver cuáles son las personas que menos tienen y hacer algo por ellos.