Luego de que Romina Manguel dejara Animales Sueltos -donde comenzó su participación en 2017 con la conducción de Alejandro Fantino y culminó bajo el mando de Luis Novaresio- la periodista ahondó en los detalles sobre su decisión de renunciar al programa de América.
“Luis fue el primero en decirme que me entendía, que no quería que me fuese, pero que entendía perfecto”, reconoció Romina, en una entrevista que dio en Por si las moscas, el ciclo radial que se transmite por La Once Diez, dejando en claro el apoyo que recibió del conductor.
"Me fui en medio de una situación difícil, sin saber que iba a tener un trabajo. Y pensar en dejar mi trabajo siendo responsable del mantenimiento de mis dos hijas no fue fácil. Pero no estaba bien".
“Estamos acostumbrados en la tele, en general, a ir a trabajar como sea, aunque estés mal, enfermo, sintiéndote mal. Pero con Luis fue muy distinto, él priorizaba la situación personal con perspectiva y comprendía. Y si le contaba que me sentía mal, me decía ‘no te quiero ver acá’”, agregó.
Por otro lado, la entrevistada se refirió al contexto que le tocó atravesar al renunciar: “Me fui en medio de una situación difícil, sin saber que iba a tener un trabajo. Y pensar en dejar mi trabajo siendo responsable del mantenimiento de mis dos hijas no fue fácil. Pero no estaba bien, no pude ser pragmática y no pude quedarme”.
"Me dijeron que no lo cuente, como diciendo ‘te lo tenés que bancar’, pero lo quiero contar, me dio un ataque de pánico. Pero me dolió irme. A veces es más fácil que te dejen que dejar".
Asimismo, Manguel no ocultó el malestar que venía sintiendo antes de dar un paso al costado del ciclo: “El último tiempo estuve pasándola mal por miedo, por mis hijas, por la pandemia. Me dijeron que no lo cuente, como diciendo ‘te lo tenés que bancar’, pero lo quiero contar, me dio un ataque de pánico. Pero me dolió irme. A veces es más fácil que te dejen, que dejar”.
“Animales Sueltos fue una enorme experiencia para mí. La primera vez que me convocó Ale Fantino, con muchas diferencias con quienes estaban sobre la mesa, sentía una exigencia en la que no me podía dormir ni un segundo. Me gustó porque fue un enorme desafío intelectual, y esas mesas volaban”, cerró.