Desde Carandirú (2003), Rodrigo Santoro (44) se ha convertido en un rostro muy reconocido por los cinéfilos argentinos, aunque fueron sus personaje del rey Xerxes de las dos entregas de 300 y su recordado Paulo de la serie Lost los que lo llevaron a la fama mundial. Varios años después y con una increíble galería de interpretaciones, que van desde Raúl Castro en Che: El argentino (2008) hasta Héctor Escaton de la aclamada Westworld, el brasileño co protagoniza la nueva producción original de Netflix, Proyecto Power (Project Power) junto a Jammie Foxx y Joseph Gordon-Levitt.
En diálogo con Ciudad, el actor contó cómo compuso a Biggie, uno de los personajes más interesantes de este film de acción en el que los seres humanos pueden acceder a inimaginables poderes mediante cápsulas. Foxx y Gordon-Levitt interpretan a dos hombres que buscan llegar, por diferentes motivos, a la fuente de distribución de estas drogas, que dirige el personaje de Santoro.
-Contanos un poco sobre Biggie, tu personaje en Proyecto Power.
-Biggie es el principal proveedor del Power. Es un vendedor, pero también es el representante de la marca. Trabaja para la organización y es un visionario muy confiado en su visión. Es un personaje muy interesante porque es contradictorio. Y eso es que por debajo de este personaje muy confiado, hay un hombre que tiene mucho miedo, que es como un niño en varios sentidos. Y esto se revela cuando el personaje de Jamie Foxx lo confronta, y desde ese momento hay un cambio fuerte y se puede entender mejor quién es este personaje, que fue muy divertido de interpretar.
"Por debajo de este personaje muy confiado, hay un hombre que tiene mucho miedo, que es como un niño en varios sentidos"
-¿En este caso dirías que Biggie es un villano o una persona amoral?
-A mí me gustan este tipo de personajes porque son muy interesantes por tener tantas capas, como cualquier ser humano. Lo más importante es no caer en el estereotipo, porque si no el trabajo se queda en la superficie. Y este personaje específicamente, como es un vendedor, un traficante, es muy fácil de hacer caer en esa caricatura. Por eso, fue muy importante trabajar en humanizarlo, en dar a entender quién es ese tipo, por qué está ahí; y los directores estuvieron muy abiertos a colaborar y a discutir las ideas. Yo hice una sugerencia muy sencilla que fue que por debajo de toda esa fachada, el tipo es muy inseguro, tiene muchos miedos y aunque no lo parece, hace un personaje. Y empezamos desde ahí a desarrollarlo y Biggie fue creciendo y ganando su forma.
-Filmaste tres películas en Argentina y dijiste que estás ansioso por volver a trabajar bajo la dirección de un director local.
-¡Y todavía no me llamaron! ¡Estoy contando contigo para los comuniques! (risas). Yo tuve tres experiencias increíbles que fueron Leonera (2008) con Pablo Trapero, Secretos de pasión (There be dragons, 2011) del inglés Roland Joffé y Focus (2014) de Glenn Ficarra y John Requa pero solo filmé una sola película argentina. Hay un montón de directores y guionistas muy talentosos en Argentina. He trabajado con guionistas argentinos en proyectos extranjeros y lo pasé muy bien así que me encantaría volver a repetir la experiencia.
"He trabajado con guionistas argentinos en proyectos extranjeros y lo pasé muy bien así que me encantaría volver a repetir la experiencia"
-Teniendo en cuenta de que te falta cerrar la trilogía de 300, ¿te tienta volver al personaje que te hizo famoso?
-El proyecto existe, pero no sé cuándo se va a hacer porque con la pandemia no hay nada seguro. Pero el proyecto existe y aunque no puedo hablar mucho al respecto porque todavía está en ‘veremos’ te puedo decir que me ha dejado muy estimulado. Esto es un proceso largo, pero me encantaría hacerlo y tener un capítulo más para explicar más cosas sobre la historia del rey Xerxes.