Ricardo Piñeiro supo ser una reconocida figura del jet set en los burbujeantes años ‘90. Su figura se asociaba al glamour, la elegancia y la distinción. Sin embargo, en 2011, poco después de celebrar los 30 años de su reconocida agencia de modelos, el empresario debió bajar la persiana en medio de un escándalo.
“A veces delegar te sale caro. No puse el foco en la parte contable, que estaba a cargo de dos personas de mi máxima confianza. Ellos especularon con mi falta de atención a los números y un día no hubo plata para pagarle a nadie. Fue el momento más conflictivo y doloroso de mi vida”, contó en una entrevista con la revista ¡Hola! Argentina.
"Me estafaron y un día no hubo plata para pagarle a nadie. Fue el momento más conflictivo y doloroso de mi vida. Fueron tiempos de muchísima tristeza y angustia. La soledad es peligrosa, te lleva por caminos oscuros. Empecé a tomar solo en casa, y en la chacra las cosas se pusieron más serias".
Tras el mal paso financiero, Piñeiro se refugió en La Paternita, la chacra que tenía en San Andrés de Giles, donde vivió hasta hace unos pocos años. “Fueron tiempos de muchísima tristeza y angustia. El campo es muy lindo, pero muy solitario. La soledad es peligrosa, te lleva por caminos oscuros. Empecé a tomar solo en casa, en la chacra las cosas se pusieron más serias”, relató sobre la lucha que tuvo contra las adicciones.
“Fui a Alcohólicos Anónimos. Salí con fe y voluntad. Asumí el compromiso de no dañarme más y retomar mi vida, que era la de un tipo sano. Dejé las carnes rojas hace 30 años, el pollo hace dos y siempre hice deporte. El alcohol realmente no tenía nada que ver conmigo. Desde hace tres años que no tomo ni una sola gota”, aseguró, esperanzador.
"Fui a Alcohólicos Anónimos. Salí con fe y voluntad. No hay que tener vergüenza. Esto se puede pasar a cualquiera. De hecho a mucha gente le pasa, no lo cuenta y para mí es un error. El primer paso es aceptarlo y contarlo".
“Siento mucha gratitud por todas las personas que me ayudaron. A mí la adicción al alcohol me acercó a la iglesia. Ahora, trabajo como voluntario en las Esclavas. Le damos d ecomer a gente que vive en la calle y siento que tengo mucho para contarles desde mi propia experiencia”, agregó.
“No hay que tener vergüenza. Esto se puede pasar a cualquiera. De hecho a mucha gente le pasa, no lo cuenta y para mí es un error. El primer paso es aceptarlo y contarlo”, aconsejó el empresario.