Con tan sólo 4 años, Sebastián Francini (27) dio sus primeros pasos en el mundo artístico, ganando rápidamente popularidad por su papel en Chiquititas y un protagónico en el cine junto a Guillermo Francella: Papá es un ídolo. Sin embargo, tras conocer el éxito, el actor habló de cómo cambió rotundamente su vida.
"Soy de una generación que tiene la mitad de los valores de antes y la mitad de los de ahora, que buscan pertenecer por tener un iPhone, por viajar, por lo que aparentan en las redes sociales, cosas que no son, pero carecen de valor humano", reveló en diálogo con la revista Pronto.
"Vengo de una familia de laburantes. Yo me gané un Martín Fierro y después terminé laburando en la ferretería de mi familia, en Villa Celina, porque no tenía trabajo".
"Vengo de una familia de laburantes. Yo me gané un Martín Fierro y después terminé laburando en la ferretería de mi familia, en Villa Celina, porque no tenía trabajo", agregó, sin tapujos.
Por otro lado, Sebastián remarcó que ese cambio sustancial no le afectó en absoluto: "Jamás. Por el contrario, me dio orgullo poder seguir con el legado de mi familia. En esos momentos quizás aparecía algún laburo de actor, pero no como para vivir de eso. Entiendo que mi profesión es así, tiene altibajos".
"Viví lo que es estar arriba, como cuando trabajaba con Cris Morena, y abajo, cuando no conseguía laburo. Hoy por hoy, a fuerza de voluntad, logré dar vuelta las cosas".
"Si yo hubiese tomado el trabajo en la ferretería como el fin de mi carrera, no sé cómo estaría ahora. Seguramente angustiado. Pero lo vi como una oportunidad. Viví lo que es estar arriba, como cuando trabajaba con Cris Morena, y abajo, cuando no conseguía laburo. Hoy por hoy, a fuerza de voluntad, logré dar vuelta las cosas", cerró, en una nota a corazón abierto.