Hombre de polémicas, Diego Maradona se enfrentó con muchísimas personas a lo largo de su vida. Una de ellas fue Ramón Díaz. Ambos con personalidades chicaneras y prontas al chispazo, cada uno levantó el estandarte de los dos clubes más importantes del Argentina: el Diez, en Boca, y el Pelado, en su amado River.
Sin embargo, Maradona le dedicó su única biografía oficial, Yo soy el Diego, editada por Planeta en el año 2000, a Emiliano, el hijo de némesis. La relación entre el Diez y el Pelado tuvo más de un cimbronazo cuando compartieron vestuario en la Selección Argentina.
Así lo contaba el propio Diego: “¿Saben quién le enseñó a definir a Ramón? ¡Yo, papito! En el ‘79, cuando fuimos a jugar el Mundial Juvenil a Japón, le metí en la cabeza que para hacer goles no tenía por qué agujerear a los arqueros… El cabeza de termo le apuntaba al pecho, cerraba los ojos y ¡pum! Era un asesino, sí, pero no era un goleador… Después, aprendió. De nada, Ramón”.
Y unos párrafos más adelante, Diego explicaba que, más allá de sus diferencias con Díaz, destacaba a su hijo: “Prefiero cortarla acá y contar algo mejor: Emiliano, uno de sus hijos, que juega al fútbol en River y me dijeron que muy bien, me llamó por teléfono a mi casa, ¡a mí!, y me dijo que yo soy su ídolo: ‘Qué me importa lo de mi viejo, eso lo arreglarán ustedes cuando puedan… Pero yo te adoro’. Eso a mí me llenó de orgullo, fue hermoso, divino”.