Desde hace tiempo, Paula Chaves (33) publica en sus redes postales junto a su mamá Alejandra (56), en los que resalta su fortaleza: “Pudo superar momentos feos de la vida y hoy volvió a ser la de siempre, con el corazón más grande que nunca, ¡me hace muy feliz tenerte cera! Te amo, má”, escribió en la última foto que compartió de ambas.
La conductora nunca había revelado de qué se trataban esos momentos difíciles, hasta ahora. Paula abrió su corazón con revista Gente y contó el drama que vivió su mamá, quien cayó en una depresión tras separarse del papá de Chaves.
"Mamá, con cuarenta y pico, se vio sola. Sin profesión. Sin saber hacer nada. Y se deprimió. Comenzó a tener actitudes raras y debió recibir atenciones psiquiátricas".
“Mamá, con cuarenta y pico, se vio sola. Sin profesión. Sin saber hacer nada. Y se deprimió. Comenzó a tener actitudes raras y debió recibir atenciones psiquiátricas. Mis hermanos (Delfina y Gonzalo), que todavía eran chicos, decidieron vivir con papá. Yo estaba embarazada de Oli, me molestaba mucho con ella: '¡Ma, no puedo creer que llores! ¡Debés estar bien, por nosotros!”, explicó a la publicación.
Y contó cuál fue el momento límite: “Al poco tiempo buscó alivio en el alcohol. Después comenzó a tomar dosis dobles de antidepresivos, a mezclarlas con la bebida y entonces se perdió. Porque todos los adictos necesitan tocar fondo”.
“Cuando entramos en su casa y la vimos, era un cuadro tremendo, con la frente lastimada, supimos que no había otra opción más que la internación. Mamá estaba en peligro. Yo misma, embarazada de Balta, la llevé a la comunidad terapéutica. Con todo el dolor que implicaba: estaba tratando de ayudar a mi vieja en el momento en que yo más la necesitaba. Me iba de ahí preguntándome: '¿volverá a ser mi mamá de antes?'. Cuatro meses después nació Balta. Ella había comenzado la desintoxicación, que es algo muy difícil, y no pude ir a verla”, agregó Paula.
"Al poco tiempo buscó alivio en el alcohol. Después comenzó a tomar dosis dobles de antidepresivos, a mezclaras con la bebida y entonces se perdió. Porque todos los adictos necesitan tocar fondo"
Hoy, Alejandra se encuentra recuperada y junto a su familia: “Después de un año y medio de tratamiento volvió a Lobos con mi tía Claudia, donde pasó algunos meses. Si hoy soy más feliz es porque la veo feliz. Recuperamos a la mamá que nos acompañaba de cerca, que estaba pendiente en la primera fila de los actos del colegio, la que nos enseñó a cocinar y comer saludable. Mi vieja pelea fuerte, porque es una lucha diaria. Como buena budista, quiere ayudar a los demás. Hoy se mudó a Las Cañitas, y está empeñada en conseguir trabajo”.
“Ya quisiera yo la garra de mi vieja. Me enorgullece mucho haber acompañado de cerca a esa mujer que alguna vez creyó que no tenía nada y hoy redescubre la vida con valentía”, concluyó Paula.