A los 17, Pamela David se alejó de Santiago del Estero y se instaló en Buenos Aires. El primer trabajo que logró conseguir fue de promotora. A pesar del entusiasmo por estar comenzando una nueva etapa en "la ciudad de la furia", la conductora recordó con tristeza esos primeros pasos.
"Todos decían que esto era una jungla, que no había amigos de verdad. Y sin embargo, yo encontré buenas personas. Pero no fue fácil. Yo no se lo contaba a mis padres porque ellos estaban en Santiago y no quería preocuparlos. Pero al principio fue re difícil. Porque más allá de que yo me fui con mis ahorros a una pensión, estaba trabajando como promotora y hasta que lográs cobrar tu primer sueldo es complicado. Una vez me pasó que no cobraba en la agencia. Y a mí me daba un poco de vergüenza", contó en diálogo con La Noche (El Nueve).
"Más allá de que yo me fui con mis ahorros a una pensión, estaba trabajando como promotora y hasta que lográs cobrar tu primer sueldo es complicado. Una vez me pasó que no cobraba en la agencia. Y a mí me daba un poco de vergüenza".
En ese punto, reconoció que le costaba contarles a sus empleadores que no tenía dinero para comer y exigirles el pago que le correspondía: "No es nada malo decir: ‘No tengo plata’, ‘No tengo para el colectivo’, o 'No tengo para comer’. Pero a mí me daba vergüenza. Entonces, llamaba a la agencia y decía: ‘¿Hoy sí voy a cobrar?’. Y era: ‘No, porque los clientes...’. Esa bicicleta que es natural, pero que imaginate lo que significa para una persona que no tiene para comer”.
Además, ejemplificó lo dura que era su vida en ese entonces rememorando una situación límite que tuvo que enfrentar. "No sé cuánta plata tenía en ese momento, pero dije: ‘O me voy en colectivo, que tenía que ir a Retiro y yo vivía en Colegiales, o me voy caminado y la plata del colectivo la usaba para comer algo’. Eso fue una decisión. Y me acuerdo que fue fuerte y no lo hablé con nadie. Después sí, lo conté con amigas”, recordó.
"No sé cuánta plata tenía en ese momento, pero dije: ‘O me voy en colectivo, que tenía que ir a Retiro y yo vivía en Colegiales, o me voy caminado y la plata del colectivo la usaba para comer algo’. Eso fue una decisión".
Antes de cerrar, agradeció haber pasado por algunas de esas situaciones. ¿El motivo? Aprendió a valorar muchísimo todo lo que consiguió. "Cada cosa que te cuesta un montón, aprendés a valorarla más. Yo no sé si es en todos los casos, pero conozco un montón de gente que al tener el conocimiento del valor de las cosas, el valor, no el precio, aprende a valorar todo lo que tiene. Desde comprarse la tacita de café de todos los días y disfrutarla. Pero le da valor a cada cosa que uno puede tener. Porque no es tan simple ni tan vacío tener algo material. Es mucho más profundo de lo que parece”, cerró.