Pamela David (38) es de esas mujeres que miran de frente y dicen lo que piensan, siempre. Esa frontalidad le ha traído algún problema -como ella misma confesará más adelante-, pero allí también parece residir el secreto del éxito de esta bellísima mujer que logró pasar de ser una “cara bonita” del reality y la revista, a una conductora que marca agenda.
Ese carácter y garra la llevaron de su Santiago del Estero natal a las tapas, pasando por las tablas del teatro y luego a la tevé. Por estos días, Pamela habla con la tranquilidad de quien ha recorrido un largo camino y está exactamente donde quiere estar.
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— Ciudad Magazine (@ciudad_magazine)
“¡Me encanta Pamela a la tarde!”, le asegura a Ciudad Magazine sobre el programa que comenzó a conducir en América en 2017 tras seis años al frente de Desayuno Americano. Una suerte de "traje" en la pantalla chica que le calza a su medida: “Justo es el horario en que mis hijos están en el colegio, así que es perfecto. Además, tengo tiempo para empaparme de todos los temas de actualidad. Soy muy obsesiva y así tengo más tiempo para prepararme, me da más seguridad. Yo soy súper exigente y me vivo cuestionando cosas pero siento que era el momento del cambio”.
"Tengo mis patitas de gallo pero no me quiero tocar la cara. El tiempo pasa y son las líneas de la vida"
- ¿Te sentís cómoda tocando temas de actualidad y política?
- Sí, y te digo más: me siento más cómoda que tocando temas de espectáculos.
- ¿Por qué?
- Lo que tiene la farándula es que uno se mete en la vida privada y a mí todavía me da un poco de cosa. Pero también es cierto que es parte de la vida de los famosos, hoy me toca opinar a mí y también se opina de mí. Son las reglas del juego. Pero me siento más cómoda haciendo actualidad porque en el programa tenemos el espacio para visualizar distintas situaciones de la gente.
- ¿Alguna vez te pasó de sentirte incómoda en una entrevista?
- Sí, sufrí en los comienzos. No me perdonaba ni un furcio, lo sufría muchísimo. Me sentía muy observada, como si tuviera una lupa encima. No sé si era un percepción mía o si de verdad tenía una lupa encima por ser la mujer de Daniel (Vila, su marido y dueño de América). Hoy no me pasa, me río y me relajo. En su momento, lo padcía y me iba a mi casa enojada conmigo misma. También en una etapa me costaba mucho mantener una diferencia con alguien, pero es un error mío porque al ser conductora tenés que abrir el debate. Sobre todo, cuando los políticos me mentían en la cara haciendo campaña, no importaba quién.
"Daniel y yo somos súper austeros. Le damos el mismo mensaje a los chicos, de que las cosas hay que cuidarlas y ganarlas".
- Siendo una de las mujeres más bellas del país, ¿cómo te llevás con el paso del tiempo?
- ¡Qué dilema! Hoy tengo mis patitas de gallo pero no me quiero tocar la cara. Agradezco la genética y creo que he hecho una carrera gracias a la cara. Me hago radiofrecuencia, voy a la Clínica Muhlberger todas las semanas para hacerme tratamientos y empecé a cuidarme. Antes no le daba bolilla al cuerpo y hoy ya siento que si no te ocupás, ¡se te cae todo! (risas). También me pregunto ‘¿hasta dónde me saco una selfie con filtro si la verdad es que tengo patitas de gallo?’. Voy a cumplir 39 años y es normal. Y también quiero que se naturalice que el tiempo pasa y que son las líneas de la vida. Sí, tengo esa contradicción.
- ¿Cuánta importancia le das a las redes sociales y a las críticas?
- No lo sufro… ¡porque no les doy bolilla! Pero en algún momento, sí. Hoy trabajo con Amalia Granata pero en algún momento tuvimos una discusión y me acuerdo las cosas que leía de sus seguidores. Estaba embarazada de Lola y se me ponía la panza dura. Encima estando embarazada no entrás en razón, no sé si por las hormonas o qué, pero me la pasaba leyendo lo que me decían. Ese momento fue un antes y un después en mi relación con las redes. Trabajé mucho el tema con Bernardo Stamateas, mi psicólogo al que le digo San Bernardo (risas). Hoy lo leo y no me afecta, no tiene ninguna injerencia en mi vida porque para mí no es termómetro de la sociedad para nada.
"El diálogo es fundamental en mi pareja: nos contamos todo. La verdad es el secreto de nuestra relación".
- Siempre hablás de que tuviste orígenes humildes en Santiago del Estero y que querés que tus hijos Felipe (10) y Lola (5) valoren lo que tienen. ¿Cómo lo manejás?
- Lo bueno es que está en mi naturaleza, a mí me nace ser así y no me cuesta hacerlo. Por suerte, Daniel también es así y es súper austero. Me encanta porque tenemos el mismo mensaje de que las cosas hay que cuidarlas y ganarlas. No nos cuesta. Por ahí, a veces siento que es contradictorio el ritmo de vida porque viajamos y, de repente, llegamos a Mendonza, donde es todo un paraíso. Pero quiero mostrarles todo. Hace tres inviernos que compramos rollos de polar al por mayor y ellos me ayudan a cortarlo para llevarlo a la Fundación Sí. Ellos saben que eso es para la gente que pasa frío y no tiene donde dormir. Es importante que tengan conciencia. También donan los juguetes que ya no usan y en el colegio hacen campañas todas las semanas para ayudar. Estamos todas las semanas sabiendo que hay otra realidad y que uno tiene la obligación de ayudar. ¡Y olvidate de comprarles! Felipe, por ejemplo, manchó la mochila con Liquid Paper y le dije ‘¿por qué la pintaste si la puede usar alguien? Ahora la vas a usar vos’ y la usa hace dos años.
- ¿Cómo sos como mamá? ¿Con Lola sos más permisiva al ser la menor?
- ¡No! Lo que pasa es que Lola, al ser la más chiquita, es la más mimada y es la nena de papá. Entonces, tengo que balancear. Soy la que la bajo a la realidad porque si es por el padre… Igual, yo aprendí a poner los límites con Daniel.
- ¿Entonces eras más permisiva con Felipe?
- En realidad, era más culposa porque trabajaba mucho. Hasta los dos años de Felipe, viajaba con él a todos los desfiles del interior que había, lo llevaba al teatro… no paraba. Hasta que él puso en palabras que no quería venir más. Cuando tenía dos años, le pregunté si se quería quedar y me dijo “¡sí!”. ¿Por qué llevarlo a hacer algo que no le gustaba? Y ahí empecé a cambiar. Hoy elijo todo a partir de los chicos. Soy una mamá bastante rigurosa, creo que soy estricta, pero también soy cariñosa. Si Daniel viaja, me los traigo a la cama, duermo en el medio de ellos, me gusta y ellos se ponen en bebotes.
"Al principio no me perdonaba ni un furcio, lo sufría muchísimo. Me sentía muy observada, como si tuviera una lupa encima".
- Recién hablabas de Daniel, ¿cómo es la relación con él?
- Yo no puedo vivir sin él. Hace poco se quedó dos días en Mendoza y para mí fueron dos meses. Tengo que organizar toda la agenda para no separarnos porque me cuesta muchísimo, lo extraño horrores cuando no está. Tenemos una relación de compartir mucho, estamos mucho tiempo juntos. Más allá del trabajo de los dos, compartimos momentos.
- Con tantos años de relación y los chicos, ¿cómo se hace para que la rutina no aburra y se mantenga la pasión, la intimidad en la pareja?
- A nosotros nos funciona salir a comer afuera, mínimo una vez por semana. Después, los chicos a las diez de la noche se van a dormir y nuestra sobremesa es clave. Conversamos mucho a la noche, nos contamos todo y no dejamos nada en el aire. Hay mucho diálogo. También nos escapamos solos, somos de viajar en pareja y aprendí a no sentir culpa por irnos sin los chicos. A ellos les hace bien porque se quedan con la abuela, mi mamá, que no les pone ninguno de mis límites (risas). Pero creo que el diálogo es lo fundamental, contarnos todo, ¡la verdad! Te guste o no te guste. La verdad fue el secreto de nuestra relación.
"Mi punto débil era cuando me acusaban de meterme con el laburo de la gente. Jamás haría eso".
- ¿Y eso también ayuda a la fidelidad?
-Sí, porque no tenemos necesidad. Se me revuelve la panza de pensar en la idea de otra persona y creo que a él le pasa lo mismo. No hay inseguridad. Lo que nos pasó con él fue algo muy loco. Cuando empezamos, yo no pensaba tener nada serio con él y creía que era un touch and go. Pero aún así, le dije la verdad: ‘esto es lo que hay’. De entrada, me pinté. Y a él le pasó lo mismo. Entonces hoy no hay sorpresas porque nos conocemos todo y eso está buenísimo.
- ¿Te duele cuando se dice que tenés privilegios por ser la mujer de Daniel?
- ¡La Dueña! (risas). Creo que mi punto débil era cuando me acusaban de meterme con el laburo de la gente. ¡Jamás me metería con el laburo de la gente! Antes era más bocona, lo que pasó con Mirtha Legrand (N.de R: Pamela habló del sueldo que exigía la diva para conducir en América), que le pedí disculpas mil veces, de contar intimidades, hoy aprendí que al estar casada con Daniel lo que digo tiene sus repercusiones. Antes no era consciente de eso y decía ‘no me importa nada y no voy a cambiar’. Hoy digo que sí, ¡que hay que aprender a filtrar! (risas). Pero decir que te metés con el laburo de alguien para mí era tremendo. No habla bien de vos como persona si lo hacés y no está en mi naturaleza hacerlo, ¡al contrario!
"No tengo necesidad de ser infiel. Se me revuelve la panza de pensar en la idea de otra persona y creo que a Daniel le pasa lo mismo".
- Claramente, fue algo que te dolió.
- Sí, porque no es real y porque para meterte con el laburo de alguien tenés que ser mala persona. Podés opinar bien o mal de mí, te puede gustar cómo conduzco o no, podés pensar que estoy gorda, flaca o vieja… pero decir eso es otra cosa, es feo.
- Al estar con alguien tan poderoso, ¿se te acercan menos los hombres?
- Olvidate, no se acercan (risas). ¡Igual el que fue audaz fue Daniel! A mí antes tampoco se me acercaban antes los hombres. Mi personalidad no es fácil y no te permite tirarte un lance porque podés rebotar y quedar como un goma. Si tengo que ser honesta, creo que cada hombre que se me ha acercado lo hizo porque yo lo habilité. Por eso, cuando Daniel se animó, dije ‘¡qué audaz!”. Fue valiente porque antes yo ya lo había mandado lejos (risas). Pero insistió, insistió y… me partió la cabeza.
Fotos: Musepic
Videos y edición: Leandro Bevilacqua
Producción: Aldana Moreno Lusianzoff IG: @adealdanaok TW: @aldimoreno
Video: Leandro Bevilacqua
Locación: (Costa Rica 5480).
Logística: IG: @lallavedealegra
Maquilló: Rocío Lagos
Peinó: Bebe Sanders
Styling: Natalia Repetto para Rola Vestuario
Agradecimientos: Marianela Mouly / / Markova