El perfil bajo de Julieta Venegas (48) es una de las cualidades de las que se siente más orgullosa, a pesar de ser una talentosa figura de la música mundial, ganadora de seis premios Grammy y embajadora de Unicef. Esa exquisita combinación de humildad y prestigio hace que haya pasado desapercibida en Buenos Aires estos últimos dos años en los que se instaló a vivir.
Madre de Simona (9), fruto de su relación con el músico argentino Rodrigo García, la artista nacida California, Estados Unidos y criada en Tijuana, México, se radicó en la Argentina además por su amor por Pablo Braun, el dueño de la librería Eterna Cadencia. Frecuente pasajera de subtes, trenes y colectivos porteños, la cantautora bromeó en diálogo con el diario Clarín sobre su fórmula para que no la reconozcan en la calle: “Dejémoslo en secreto. No sé cómo lo logro. Supongo que no tengo un perfil que no me interesa tener. Uno elige si quiere que lo persigan los fotógrafos. Y tengo la teoría de que la gente no se ve cuando está viajando en transporte público”.
"No tengo un perfil que no me interesa tener. Uno elige si quiere que lo persigan los fotógrafos".
Protagonista de La enamorada, el unipersonal creado por Santiago Loza que se presenta en el teatro Picadero, Julieta renegó de su condición de flamante actriz: “Estoy en contra de la categorización. No siento que mi trabajo sea el de una actriz. No tengo años de trabajo, ni preparación. Eso es un oficio y yo empecé sin conciencia, llegué al libro Obra dispersa, de Loza, le escribí, lo etiqueté en Instagram, y sin ninguna intención le pregunté si había hecho algo con música. Dije en broma que podía ofrecer mis servicios musicales”.
Al final, Julieta Venegas reflexionó respecto del movimiento feminista local: “Esa fuerza argentina ha inspirado a muchos otros lugares de Sudamérica donde son un poco más tímidas o nos ha costado más salir de la estructura”.