Hay situaciones que, desde el vamos, dan señales de que la cosa no va a prosperar como lo esperado. En esa clase de eventos entraría la fiesta de casamiento de Nazarena Vélez y Alejandro Pucheta, aquella noche inolvidable en la que los dos dieron el sí en la Catedral de Quilmes, 28 años atrás.
Un diálogo repleto de carcajadas, ironías y detalles imperdibles que los dos recordaron vía live de Instagram frente a su hija Barbie, con cara de no poder dar crédito al relato.
Y si el matrimonio venía raro desde el vamos, basta con el dato de que la pareja llegó a la boda a bordo de una limosina fúnebre que les había mandado uno de los tíos de Nazarena. “Tuvimos que pegarle unas cartulinas en las puertas, que decían “Naza y Ale se aman”, recordó el productor musical.
“¡Fuimos en un coche fúnebre con las puertas tapadas con una cartulina, que era una gronchada que no se podía creer!”, estalló Naza.
“¡Fuimos en un coche fúnebre con las puertas tapadas con una cartulina, que era una gronchada que no se podía creer!”.
Pero ese no sería el único dato insólito de la unión que, según Barbie, “era obvio que no iba a salir bien”. “A mí se me había pinchado una goma, íbamos en un coche fúnebre... O sea, no había que llegar a ese casamiento. Mi viejo no llegaba, ¡no había que casarse!”, dijo Pucheta.
La actriz señaló que su exsuegro se había quedado asando el lechón en el salón. “Le pareció más importante que ir al casamiento. Total, dijo: 'Esto va a durar un año, un año y medio. Me quedo haciendo el lechón'”, se rió él.
“Ay, lo amo a Nando, se quedó haciendo el lechón y apareció el abuelo Momo que en una foto justo se está rascando el culo en la Catedral. Se ve que le molestaba el pantalón y justo se lo estaba sacando”, comentó ella sobre una de las "perlitas" de la velada.
Entre otros detalles graciosos, contaron entre risas que para las invitaciones hicieron “unas fotos divinas en el río de Quilmes”, mientras que para los típicos retratos de los dos eligieron el clásico Parque Cervecero.
“Me daba mucha vergüenza saber que todos sabían que esa noche iba a estar con tu papá”, agregó Naza.
Y, como era de esperarse, la noche de bodas tuvo su cuota bizarra... A pesar de que les habían regalado una estadía en un hotel espectacular, terminaron pasándola, insólitamente, en la habitación del abuelo.
“No había marcha atrás; éramos pobres, ya habíamos pagado el salón, no podíamos decir que no”, comentó Pucheta, divertido, sobre ese matrimonio adolescente y fallido que llegó a su fin cuando su hija cumplió el año.
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