El que comenzó es un año especial para Mónica Gutiérrez. La reconocida periodista emprende un nuevo desafío y debuta con el ciclo Crónicas de la tarde, por la pantalla de eltrece (de lunes a viernes a las 14.30). Tras su resonante salida de América luego de más de dos décadas frente al noticiero, Mónica puso en pausa un exótico viaje a Myanmar al recibir la propuesta de ponerse al frente del ciclo de investigación.
“Estoy conociendo e integrándome al equipo y a un nuevo medio. Fue todo muy rápido, con un montón de cambios. Estamos madurando las ideas y acostumbrándonos a trabajar juntos. Cohesionando los vínculos para que todo fluya”, le dijo a Ciudad sobre el programa, en el que estará acompañada por el psiquiatra forense Enrique De Rosa, el abogado penalista Christian Poletti y el reconocido periodista de policiales Ricardo Canaletti.
En pareja desde hace 28 años con su marido, Alejandro Gawianski, con quien tuvo a sus tres hijos, Greta (24), Azul (23) e Ian (20), Mónica abrió las puertas de su intimidad para conocer también a la mujer detrás de las cámaras y las noticias.
"Una de las cosas más mágicas que le puede pasar en la vida a una mujer es ver cómo de adentro de tu cuerpo sale otra persona. Verlo crecer y apropiarse del mundo. Cuando me dicen qué le diría a una mujer es que no se pierda la oportunidad de tener un hijo".
-¿La propuesta llegó apenas se conoció la noticia de tu salida de América?
-Sí, no estaba en mis planes para nada arrancar a trabajar tan rápido. La idea era tomarme un tiempo de descanso y desaparecer un poco, pero todo fue un poquito atropellado. A las 48 horas, la gente de Mandarina me convocó para sumarme a un proyecto para el verano y me pareció muy desafiante entrar tan rápido a un nuevo equipo tan complejo, tan integrado y tan rico como el que tiene eltrece en el área de las noticias. Entonces dije ‘¿por qué no? Si este va a ser un verano en el que van a pasar tantas cosas, ¿cómo me voy a sentir viendo la realidad desde afuera?’.
-Después de más de dos décadas en América, es un cambio fuerte. ¿Cuáles son tus sensaciones en un nuevo ambiente con nuevos compañeros?
-Te voy a decir algo extraño porque me resulta extraño hasta a mí misma... Yo voy agotando los procesos, la estadía en América la llevé hasta el final. Ahora me siento bien, me siento natural. Extraño algunas cosas de mis lugares y de mis compañeros, pero he trabajado en otros canales y muchas veces me he tenido que integrar a equipos nuevos. Ahí está el oficio, me siento una persona del periodismo y de las noticias.
-Ya pasaron varias semanas desde tu salida. ¿Pudiste procesarlo o te sigue resultando una cuestión agridulce?
-La tenía recontra elaborada la decisión. Los días posteriores fueron muy intensos, fue un tsunami de emociones y mediático porque me convocaron de muchos lados para hablar. En un momento, paré y pensé ‘ya dije todo lo que tenía que decir. Ahora un poquito a guardarse y descansar’. Hice un pequeño viaje, después otro viaje corto para tomar distancia de la intensidad de estar acá. Los periodistas a veces estamos obligados a procesar demasiado rápido los hechos porque un hecho tapa otro. Es parte de nuestra dinámica diaria y un poco en la vida profesional también pasa lo mismo. Estamos tan acostumbrados a pasar de un episodio a otro que creo que en la vida un poco nos pasa eso. No digo que sea bueno, creo que uno a veces no se puede tomar el tiempo para procesar intensamente las cosas que vive, pero bueno, es la vida que a uno le tocó vivir y este oficio es así.
-Recalcaste en varias notas que sentías que ya no tenías más para crecer. ¿Qué te hubiera gustado hacer?
-No me gusta hablar de un medio en el que he estado y donde he tenido muchas satisfacciones. Sí siento que la vida del periodista tiene que ser algo muy intenso para poder crecer. Y muy intenso quiere decir poder hacer coberturas, poder hacer notas, poder trabajar dentro de una estructura que sea sólida, que tenga proyectos, que vaya hacia algún lugar. Yo creo que un periodista nunca trabaja en soledad, el medio te tiene que proporcionar recursos, te tiene que dar algo con qué vibrar. Y también para crecer tenés que trabajar mucho y muy intensamente. Y sentía que esa intensidad ya no la podía tener ahí. Me gusta mucho entrevistar, pero la tele giró mucho hacia que opinemos de todo, que estemos opinando acá y allá de lo que sea, y no se trata de eso. Yo creo que la tarea del periodismo está en contar historias que viven otros, en hacer muchas preguntas, en cuestionar y, sobre todo, en conocer. Los periodistas somos curiosos. Si no, no existimos, no tenemos razón de ser.
-¿Y cómo te llevás con el tema de la grieta dentro del periodismo?
-Es horrible. Creo que existiendo la grieta, el oficio del periodista se hace muy difícil para los que pretendemos una inserción profesional en el medio. Yo no hablo de periodismo independiente porque no existe el periodismo independiente. El periodista tiene una ideología, una mirada, una concepción del mundo y una manera de ver las cosas, pero cuando una sociedad te acorrala de un lado o del otro… Yo creo que la grieta es una construcción cultural y simbólica, una estrategia política para dividir a la sociedad. Es una simplificación de la realidad: vos estás de este lado o del otro. Porque así es mucho más cómodo, eso facilita la mirada y la interpretación de un mundo que es tan extraordinariamente complejo. Vivimos en un mundo un mundo lleno de incertidumbres y la grieta es un refugio para simplificar las cosas, pero para los periodistas es demoledor porque yo no puedo estar viendo la realidad desde un lugar o del otro. Yo tengo que tratar de ver esta complejidad y cómo interactuamos en esta situación. Y cuando las condiciones de la sociedad son estas, se pone muy difícil manejarse en esos estándares porque hasta los propios medios se van van quedando en esa visión binaria de la realidad. Yo todavía tengo la expectativa de que esto se diluya cada vez más. Es difícil, lo veo difícil.
"Los periodistas estamos obligados a procesar demasiado rápido los hechos porque un hecho tapa otro. No digo que sea bueno, creo que uno a veces no se puede tomar el tiempo para procesar intensamente las cosas que vive".
-¿Creés que es posible?
-¿Sabés qué pasa? De la grieta no se sale porque alguien lo diga, es una decisión política porque lo que fogonea la grieta son los discursos que vienen de las dirigencias dominantes de determinado momento. Y si desde arriba te bajan discursos que sesgan, que señalan, que demonizan, muchos se van encuadrando de acuerdo a la palabra que les bajan de arriba. Frente a un mundo confuso, qué hacen muchos, agarrar algo que simplifique el mundo.
-El público te conoce como la periodista, ¿pero cómo es la Mónica de entrecasa?
-Trato de tener un nivel alto de actividad física constante, y cuando puedo descansar me gusta leer y escribir. Trato de escribir por lo menos una columna semanal para ordenar mis ideas y mantener mi lenguaje activo. Y me gusta mucho viajar y mirar películas. Tenía un viaje preparado para Myanmar, pero lo suspendí por este proyecto.
-¿La decisión de volver a la televisión la consultaste con tu familia?
-No tuve que darles mucha explicación porque la idea de que yo dejara de trabajar por un tiempo les espantaba, jajaja. ‘¿¡Qué vamos a hacer con ella acá adentro?!’, jajaja. Les había advertido que podía pasar que empezara otro proyecto rápido, pero creo que a ellos lo que más les interesa es que esté haciendo lo que quiero.
-Recién fuera de cámara hablábamos de que tenés tres hijos grandes y que todos habían nacido muy seguidos. ¿Cómo recordás esa maternidad tan intensa?
-Maravillosa, siempre digo que una de las cosas más mágicas que le puede pasar en la vida a una mujer es ver cómo de adentro de tu cuerpo sale otra persona. Otra persona que rápidamente empieza a mirar el mundo, a curiosear, a involucrarse. No solo criar un bebé es muy interesante, sino también verlo crecer y apropiarse del mundo y conectarse. Cuando me dicen qué le diría a una mujer es que no se pierda la oportunidad de tener un hijo.
-Para cerrar quería saber qué pensás de este momento de la mujer y las luchas de los movimientos feministas.
-Es un momento muy luminoso porque hay una generación de mujeres, principalmente las chicas, que se ha tomado esto como un fuerte cambio cultural. El tiempo de las redes, de la interactividad y la manera en la que fluye la información hace que los cambios culturales puedan ser más rápidos y vertiginosos. Y ves a diario que hay gente de mediana edad que no alcanza a empalmar con los nuevos paradigmas de este tiempo. Somos de las primeras generaciones que aprenden de los más chicos, de los hijos. Tenemos mucho para aprender porque ellos están modelando el mundo en el que quieren vivir y en cómo interactuar con las cuestiones de género, en cómo vincularse con el sexo opuesto o con el propio sexo. En cómo conquistar sus espacios de libertad individual y de hacerlos valer, con el cambio climático, con el cuidado del propio cuerpo, con toda una cantidad de cosas nuevas que los más jóvenes están dispuestos a defender con mucha garra porque es el mundo el que quieren vivir. Ojalá que en el tiempo que me quede de vida lo vea venir todo eso, me parece que hay que aflojarse y dejar correr todo ese aire nuevo. Por ahí hay excesos y situaciones que se pasan de mambo. Escuchás el lenguaje inclusivo y se cometen errores muy graves del uso del lenguaje, pero no importa porque lo que está significando todo eso no es ‘quiero hablar mejor’, sino ‘quiero vivir mejor y quiero ser tratado mejor’. Celebro el avance de de las cuestiones de género y de la conciencia de las cuestiones de género.