Elegante, cuidadosa de cada detalle, estudiosa a la hora de investigar la vida de sus invitados que se acercan cada sábado a la noche y domingo al mediodía para discutir los temas más relevantes de la agenda en su programa. A Mirtha Legrand no se le escapa nada, y eso explica por qué tiene bien ganado el mote “diva”.
“No sé si me siento una diva. Sólo sé que me gustaría que me recuerden como una mujer entusiasta, trabajadora y apasionada porque tengo pasión por todo lo que hago. Creo que en la vida hay que ser apasionado. Todo lo que uno hace tiene que hacerlo con el corazón. Si no, la vida te devora. Siempre me pregunto qué va a ser de mi vida el día que me retire. Y no lo sé”, analizó la conductora en diálogo con la revista Caras.
“Nunca me puse un jean, ni siquiera sólo para ver cómo me quedaba. Tampoco usé zapatillas porque no sé caminar con ellas, ni me puse un jogging jamás, considero que no es una prenda para mi figura. Ah, tampoco fui a un shopping, por ejemplo”.
Los 50 años de carrera que lleva con orgullo incluyeron viajes, presentaciones, reuniones, eventos y entrevistas. Y para estar acorde a cada cita, la elegancia fue requisito excluyente y ponderado por los diseñadores más prestigiosos del país: “Nunca me puse un jean, ni siquiera sólo para ver cómo me quedaba. Tampoco usé zapatillas porque no sé caminar con ellas; siento que me voy para atrás y que me caigo. Para sentirme segura tengo que tener mis tacos. Ah… y tampoco jamás me puse un jogging, considero que no es una prenda para mi figura. Ah, tampoco jamás fui a un shopping, por ejemplo”, se jactó
Por otro lado, Legrand hizo referencia a aquella materia pendiente que tiene en su vida; “Tengo una gran frustración y a esta altura de mi vida siento que es una falencia. Y es hablar inglés. Yo no puedo creer que jamás aprendí. Tengo anotadas tres profesoras que digo que voy a llamar para estudiar. Hablo bien francés pero me falta inglés. Y otra cosa que quiero aprender es a cocinar. Jamás en mi vida cociné nada. Siempre digo que cuando sea grande voy a aprender… (se ríe). No sé hacer ni un té. Soy una inútil en la cocina. Nunca lo pude sorprender a Tinayre (Daniel, quien fue su marido) con un plato; ni un huevo frito le pude hacer… Pero no me da vergüenza contarlo porque yo jamás dejé de trabajar. Y la televisión es muy absorbente. Es increíble pero yo manejo mi programa como si fuera mi casa; veo dónde está sucio y mando a limpiar…”.
"Tengo una gran frustración y a esta altura de mi vida siento que es una falencia. Y es hablar inglés. Yo no puedo creer que jamás aprendí".
Por último, fiel a su sinceridad, Mirtha ahondó en los sueños que aún no pudo cumplir: “Siento que es un sueño que ya estamos grandes para cumplir. Porque es ir los tres hermanos a visitar en Andalucía, en Almería, el pueblito donde nació nuestro padre, que se llama Aulelia del Campo. Nunca fuimos y ya creo que es tarde para hacerlo”.