A vos, Juan: "Mirá cómo nos ponemos". Y a vos: Rodrigo, Jorge, Alejandro, José... A ustedes. Los nombres refugiados en el silencio. Una absurda quietud que se oxida. Grita, rechina, que al fin se hace escuchar. Thelma somos todas.
Del otro lado, los cucos de una niñez fracturada. Las manos que mecieron el arrebato a la inocencia. Son ellos, aquellos, en cada historia singular. Los que instalaron -en plural- el fin de la confianza. La dictadura del miedo.
Son las marcas de una vida talada.
A la imberbe pregunta "¿por qué ahora?", respondemos (puño en alto) que "ahora es cuando".
Llegó el tiempo de las máscaras caídas. Somos espejo de una y de la otra. Batallando juntas con los demonios de algún recuerdo que quisimos olvidar, pero que -como en la cinta de Moebius- se repite y vuelve, tal pesadilla, en la oscuridad de cualquier noche. Venimos a recuperar lo que nos han quitado. Vinimos a sanar. La revolución es femenina. Y feminista.
Llena de ellas. Las 'nosotras'. Las rotas, pero enteras. Corderos desatados.
Se va a caer. Se está cayendo.
Mirá cómo nos ponemos. Envalentonadas.
Mirá cómo nos ponemos. Unidas, de la mano.
Mirá cómo nos ponemos.
De pie
De pie
¡De pie!