"A partir de la mitad de la vida, las mujeres comenzamos a vivir una nueva vida", afirma Mariana Arias (50), rotunda como aquello que se dice desde la profundidad de lo vivido y lo que se ha aprendido. Después de haber tenido una larga y exitosa carrera en el modelaje, y de probarse en la actuación en cine y televisión, decidió volcarse a estudiar periodismo y allí descubrió su lugar.
Desde hace 12 años Mariana conduce (domingos a la medianoche en Magazine y desde enero, su nueva temporada a las 23:30 hs.), un espacio de entrevistas intimistas por el que pasaron personajes tan diversos como Guillermo Francella o María Kodama, Margarita Stolbizer o Guillermina Valdés. Un lugar que, dice, "hace foco en los valores de los invitados", aquello que está detrás de la figura pública, y que matiza con sus participaciones en Intratables, donde cambia los aires distendidos de su ciclo por navegar las tempestuosas aguas del programa que conduce Santiago del Moro.
Empresaria de la marca de anteojos que lleva su nombre, y en Perfil, Mariana Arias dialogó con Ciudad.com sobre su momento: la maternidad, las diferencias del mundo de la moda en el que se inició y el actual, las relaciones con sus compañeros de Intratables y cómo la encuentra esta parte de la "mitad de su vida".
"Arturo Pérez Reverte, Beatriz Sarlo e Isabel Allende fueron entrevistas desafíantes y los tomé con mucha seriedad y trabajo. De estos 12 años, las entrevistas del último tiempo siguen teniendo el mismo aire pero están más volcadas a la coyuntura".
- ¿Cómo fueron estos 12 años de Dímelo tu, tu ciclo de entrevistas en Magazine?
-Fueron distintas etapas. La primera fue la de buscar un espacio de reflexión con una entrevista que pusiese el foco en los valores de los invitados y para mí fue aprender el oficio de la entrevista, a medida que iba transitándolo. Había trabajado en un programa que se llamaba Poderes terrenales en Infinito y ahí hacía la conducción y entrevistaba. Después de un año y medio terminó y llegó Dímelo tu, con la idea de hacer una entrevista en media hora. En ese momento no había programas de ese estilo, ahora hay bastantes. Me inspiré en El perro verde de Jesús Quinteros, en este tipo de entrevistas con mucho silencio donde uno escucha y va transitando esta conversación tratando de ser lo más profundo posible. Hacía una carrera al mismo tiempo y me recibí de licenciada en comunicación en la UCA. Ahí empecé a tener muchas más herramientas y me enganché con la política. A partir de ahí el programa fue virando.
-Pasó por el programa gente importante del periodismo, actores, músicos, personajes de la cultura ¿Qué invitados fueron un reto?
-Muchos. Arturo Pérez Reverte, Beatriz Sarlo e Isabel Allende fueron un desafío y los tomé con mucha seriedad y trabajo. De estos 12 años, las entrevistas del último tiempo siguen teniendo el mismo aire, pero están más volcadas a la coyuntura.
- Este interés por la política hizo que también seas parte de Intratables. ¿Cómo te adaptaste a un espacio tan distinto al de tu programa, donde la discusión está tan presente?
-Cuando me invitaron a participar me entusiasmó, porque a esta altura puedo entender la mecánica de un programa de debate que tiene también datos y reflexión, más allá de la pelea que tiene que ver con que hay muchas voces y diferentes puntos de vista.
"No tuve ningún encontronazo con Diego Brancatelli. Es una persona que sigue su espíritu, cumple su rol y lo defiende. De mis compañeros de Intratables, María Julia Oliván me parece una persona muy interesante, segura de sí misma y muy buena periodista, me gusta mucho. Lo quiero a Paulo Vilouta porque trabajé con él en 2006. Son dos personas entrañables".
- ¿Cómo es la relación con tus compañeros de Intratables? ¿Tuviste algún encontronazo con Diego Brancatelli, uno de los periodistas más polémicos del programa?
-Con Diego, no (risas). Es una persona que sigue su espíritu, cumple su rol y lo defiende. Pero bueno, el periodismo tiene que basarse en los hechos, en las estadísticas y en los números para poder ser más objetivo y estar no solo desde un lugar solamente. El periodismo nace para mirar al poder y controlarlo. Uno puede tener cierta ideología, pero si sos periodista no podés dejar de ser crítico con las acciones del poder. De mis compañeros, María Julia Oliván me parece una persona muy interesante, segura de sí misma y muy buena periodista, me gusta mucho. Lo quiero a Paulo Vilouta porque trabajé con él en 2006 en América 24 durante un año, hacía un noticiero de 3 horas con él. Esas dos personas son entrañables.
- ¿Qué mundo es más salvaje, el de la moda o el de la política?
-Sin duda el de la política. La moda es un mundo creativo, de artistas. Los artistas no tienen nada que ver con la política.
"Mi hija está en la moda porque, de alguna manera, es lo que mamó en un tiempo de su vida, pero por suerte estudió en la época que tuvo que estudiar, que es cuando se es chico, y el trabajo como modelo es algo más. Lo tomó como una experiencia, a diferencia mía que cuando comencé lo tomé como una profesión y trabajé a full en eso".
-Tu hija Paloma Cepeda sigue tus pasos en el modelaje. ¿Cómo tomaste su decisión de ser parte del espacio donde iniciaste tu carrera?
-Mi hija tiene 23 años, intentó meterse en el mundo de la moda durante 2 años, trabajó mucho y al mismo tiempo estudia diseño de indumentaria y está terminando esa carrera ahora. Ya lanzó su marca que se llama F.P, hecha junto a su socia Francisca López León, y en diciembre inauguran su showroom. Está en la moda porque, de alguna manera, es lo que mamó en un tiempo de su vida, pero por suerte estudió en la época que tuvo que estudiar, que es cuando se es chico, y el trabajo como modelo es algo más. Lo tomó como una experiencia, a diferencia mía, que cuando comencé, lo tomé como una profesión y trabajé a full en eso. Me fui a Europa a laburar con Oscar De la Renta y con otros diseñadores de afuera.
-Da la sensación de que incentivaste los estudios más que el modelaje…
-Sí, pero no me salvé de que lo probara (risas). De todas maneras me parece que está bien, pero es un trabajo que dura poco tiempo y que uno tiene que prepararse para otra cosa. El mundo es muy distinto a los 80 o a los 90. Las exigencias son otras y si no tenés una carrera estás un poco flaco.
"Es una etapa en la que una tiene una gran crisis porque te empezás a dar cuenta, de una forma muy consciente, de la finitud de la vida y de que esto en algún momento va a terminar. Tus hijos se van de tu casa, vos ya no sos su motor, ni ellos el tuyo. Tienen alas y vuelan. Si uno no cambia y no busca evolucionar, no tiene mucho sentido estar acá en la Tierra".
-¿Qué diferencias hay en el ambiente de la moda, donde hiciste tu carrera, y el que le toca ahora a una chica que está empezando?
-Éramos 20 mujeres que trabajábamos todas juntas. Era muy chico el mundo de la moda y más artesanal. Era también mucho más amoroso, diría. Un diseñador te elegía a vos para que seas su musa y hacía la ropa a tu medida. No era necesario ser anoréxica y esa es una gran crítica que le hago. Me parece que es una moda fea, insalubre, antiestética y nada femenina. Hoy está todo más diseminado, hay muchos diseñadores y es moneda corriente que las chicas se vayan a trabajar afuera. Está más despersonalizado. En mi época cada uno tenía una personalidad, teníamos un nombre y nos conocían. Hoy es más amplio, creció muchísimo, afortunadamente y ojalá siga teniendo cada vez más empuje.
- ¿Cómo vivís esta etapa de tu vida?
-Las mujeres a partir de la mitad de la vida comenzamos a vivir una nueva vida. El año pasado escribí un libro que, precisamente, se llama Una mujer en la mitad de la vida, donde entrevisté a mujeres y a hombres hablando de cómo esta etapa puede ser una nueva oportunidad. Es una etapa en la que una tiene una gran crisis porque te empezás a dar cuenta, de una forma muy consciente, de la finitud de la vida y de que esto en algún momento va a terminar. Tus hijos se van de tu casa, vos ya no sos su motor ni ellos el tuyo. Tienen alas y vuelan. Si uno no cambia y no busca evolucionar, no tiene mucho sentido estar acá en la Tierra. Hay que cambiar el foco y tratar de ponerlo en uno mismo, pero eso cuesta hasta que uno se va a adaptando. Es un trabajo, como todo.