El 2016 no fue un buen año para María Valenzuela (60): a la muerte de su amigo del alma, Gaspar, se le sumó una apuesta inmobiliaria trunca (con su amigo estaba construyendo un pequeño hotel de campo con restaurante), en la que perdió todos sus ahorros, y la sumisión en una profunda depresión: perdió más de 10 kilos y estuvo internada en un centro de salud mental para salir adelante.
Recuperándose paulatinamente y con un proyecto teatral para volver al trabajo, la actriz visitó Intrusos para hablar de su lucha contra la "tristeza" y confesó su cercanía con la muerte.
"No le tengo miedo a la parca. Si pasaba, pasaba... Estaba entregada. No tenia ganas de morirme, pero tenia una crisis existencial".
"Sentí que si seguía así me iba a morir. Pero no me preocupaba. No le tengo miedo a la parca mía. Sí le tengo miedo a la parca de mis seres amados. Si pasaba, pasaba... Yo estaba entregada. No tenia ganas de morirme, pero tenia una crisis existencial. Y me decía '¿para qué?’, '¿ahora qué hago', 'el gordo (su amigo) no está'. Estaba entregada a que fuera lo que tuviera que ser. Por suerte vinieron mis hijos antes. Se me aparecieron un domingo que yo estaba tirada en la cama. Me abracé a ellos. Los amé más que nunca. En vez de entregarme a la parca, me entregué a ellos. Y obedecí como una nena obediente", relató María, en primera persona.
Luego, dio más detalles de sus días de soledad y depresión: "En ese momento bajé 10 kilos. Mis hijos llegaron justo. Tenía cero voluntad, y no tenía apetito. Solamente dormía y salía de la habitación para darle de comer a los perritos que tenía en el campo. ¿Si nunca intenté acelerar la parca? Tomé un par de pastillas de más para poder dormir porque ya no me hacían efecto, sabiendo que podía pasar cualquier cosa. Pero no me importaba. Tenía una gran tristeza, una gran desolación. Me sentía muy sola, más allá de tener a mis hijos”.
"Tengo un tatuaje en cada glúteo. En uno me hice, por una inyección mal dada que me quedó una cicatriz, una flor. Y en el otro lado me hice una lagartija".
Con las duras vivencias marcadas a fuego en su memoria, Valenzuela descontracturó la entrevista al contar un significativo dato de color que le robó un par de carcajadas a los periodistas. "Los últimos tatuajes que me hice, que le pedí permiso a la clínica para poder salir, es el infinito y el ave Fénix, que me lo debía porque resucité. También tengo las iniciales de mis hijos... Tengo un tatuaje en cada glúteo, y éste que es maravilloso, que es el Ojo de Horus, que soy yo y significa la protección, y las tres estrellas son mis hijos. O sea, que yo protejo a mis tres hijos".
Fanático de los tatuajes, y tras escuchar a la entrevistada, Jorge Rial repreguntó con picardía: "¿Tenés un tatuaje en cada glúteo?”. Y la actriz ahondó en el tema… pero sin mostrarlos: "Sí, en uno me hice una flor para tapar una cicatriz por una inyección mal dada. Y en el otro lado me hice una lagartija porque me gusta mucho México".
Marcas que María Valenzuela suma a las que le va dejando la vida.