En las dos imágenes posibles, él es un divo. “Preguntale si a veces se siente solo”. “No, ¡preguntale si se cansa de estar rodeado de tanta gente!”. En una, un chofer lo conduce desde los estudios donde hace su show hasta su torre, y el auto es grande y viaja un hombre solo por calles vacías. En la otra, una troupe de productores, asistentes, amigos del medio, conocidos del ambiente y allegados lejanos lo circundan entre estudios que podrían ser La Corte, Teleinde o Ideas del sur. Él es efervescente, él mundo lo ama y él sentimiento es mutuo.
Pero no.
Cuando llega, Marcelo Tinelli (59) está vestido completamente de negro, como un pizarrón o un lienzo. Saluda cordial, pregunta dónde queda el baño, “está ahí” y todo se desarma. “Tengo una vida que no tiene tanto que ver con ese personaje de la noche y lo vivo con normalidad. No es que tengo que ser Tinelli todo el día”, dice, como agradeciendo, ya avanzada la charla con Ciudad. Y lo dice con naturalidad, con una capacidad de disociación que asombra. Detrás de Tinelli está Marcelo, y no al revés. Esa capacidad de reconocimiento, tal vez, lo hizo mantenerse en pie por 30 años con ShowMatch. Y va por más. Por muchos más en la televisión. En tiempos de abundancia para la cosecha, en climas inestables o con pronósticos de tormentas.
“Sentía que casi por default llegaba yo a las cosas”, confiesa. No hay secreto. “Permanecer, dando todo a pesar de no recibir casi nada, seguir estando”. Él no se va a ningún lado, va a la conquista de todo, igual que ayer.
-Cumplís 30 años de éxito en la televisión, que más allá del rating, es el tiempo que la gente te viene eligiendo. ¿Qué tiene de especial este aniversario? ¿Cuáles son los factores en común que encontrás en todos estos años donde pasaste por Videomatch, Ritmo de la Noche y ShowMatch?
-Siento que nuestro programa atraviesa a la familia argentina: a mi familia -mi hija mayor tiene 30 años- y a las familias de nuestro país, en un montón de circunstancias buenas y malas. La gente se va a sentir identificada y reflejada en muchísimos momentos que han vivido. Va a ser algo generacional muy fuerte. Tenemos notas de los primeros 15 años de humor y de estos últimos, que son más de show. Se encontrarán con el Súper Bailando, por un lado, que se viene con un elenco muy potente. Y habrá un formato de talentos, Genios de la Argentina, que en algún momento lo hicimos en Canal 9 cuando cumplimos 16 años, donde vamos a viajar al Interior a buscar a la gente. Hacerlo es agradecerles a los que nos vinieron a buscar a la tele durante tantos años y esta vez es ir nosotros a encontrarnos con los talentos que hay en sus lugares. Será una gran fiesta, donde nos vamos a encontrar todos los que participamos de este evento que se llama Videomatch, ShowMatch, Ritmo... o todos los nombres que ha tenido. Esta fiesta es lo que va a identificar este aniversario.
"Algo tienen en común Soñando por cantar con Genios de la Argentina. Fue un formato que lo tenía pensado para mí. Ese año yo deseaba mucho ir por las provincias y me quedé con las ganas".
-¿Genios de la Argentina es un formato que tiene un poco el espíritu federal y emotivo del Soñando por cantar?
-Algo seguro tiene, el Soñando por cantar era un formato que lo tenía pensado para mí. Yo lo iba a hacer y no pude. Terminó conduciéndolo Mariano Iúdica y lo hizo bárbaro. Ese año yo deseaba mucho ir por las provincias y me quedé con las ganas…
-¿Lo odiaste un poquito a Iúdica?
-No, al contrario. Me encantó que él lo pueda hacer, me encantó. Y me sirvió para decir “en algún momento esto lo puedo y lo quiero hacer yo”. La única vez que hice algo parecido fue en el año 91 a través de una gira de Ritmo de la noche, pero no salió por tele, fue simplemente un show. Esta es la primera vez que se va a trasmitir por televisión y va a ser una experiencia única.
"Nací en Bolivar, tengo algo de la provincia de Buenos Aires, del conurbano y del Interior. Yo tengo algo federal, naturalmente"..
-¿Qué te seduce del contacto con la gente fuera de la Ciudad de Buenos Aires?
-Es muy fuerte lo que le pasa a la gente del Interior con el programa. Son muy afectuosos y es natural. Tenés otros tiempos y eso hace que te detengas ante ciertas cosas de otra manera. Son increíbles los viajes que he hecho últimamente para cerrar fechas y desde cada lugar eran caravanas que me seguían desde el aeropuerto. El año pasado fui con Guille y con Lolo a Purmamarca por el 25 de Mayo y me encontré en el hotel con más de cincuenta personas queriendo mostrarme sus talentos. De ahí viene un poco Genios.... Le pedí al conserje si podía organizarlos en una cola para poder verlos a todos. “Mi marido canta el Himno Nacional”, me decía una señora, y yo lo escuchaba y lo grababa con la camarita. Entonces vine y les dije a los chicos de producción “miren esto, es increíble”.
"En el Súper Bailando con el BAR estamos frente a un jurado de siete, en vez de uno de cuatro. Le van a dar otra consistencia al jurado para que mejore".
-¿Esa conexión que tenés con el Interior tiene que ver con tu propio origen?
-Nací en Bolivar, tengo algo de la provincia de Buenos Aires, del conurbano y del Interior. Yo tengo algo federal, naturalmente. Ojalá ese amor que veo en las provincias se refleje en la pantalla con Genios... Uno también piensa las cosas como productor televisivo y hay que ver cómo las cosas salen al aire. Ya me pone contento poder ir, aunque no lo hagamos todas las semanas porque no nos dan ni los tiempos ni los costos. Viajan 130 personas y estar pensando en una producción así, en este país, es una locura. Ojalá salga lindo y lo podamos hacer una o dos veces por mes. Quiero agradecerles a todas las provincias que nos ayudan para que podamos cumplir esta locura demencial.
-Pasando de todo ese amor a las turbulencias que tiene el Bailando. Armaron un Súper Bailando con un jurado muy fuerte, con Marcelo Polino, Ángel de Brito, Florencia Peña y Pampita, y la novedad es un BAR recargado con Aníbal Pachano, Laura Fidalgo y Flavio Mendoza. ¿Será la guerra de este año?
-No quiero pronosticar nada. Lo que sí digo es que estamos frente de un jurado de siete, en vez de uno de cuatro. Más allá de que el BAR tenga otras funciones desde lo técnico, que esté conformado por tres personalidades con nombres tan prestigiosos, lo pone en un lugar muy fuerte. Cada uno va a tener la oportunidad de sumar o restar un punto, le va a dar otra consistencia al jurado mismo para que mejore. Va a ser que se esfuercen. Después si hay conflicto o no, veremos en el momento. Tenemos un muy buen elenco de participantes, hay seis campeones, de los que dos son bicampeones, están los últimos campeones, Sofi Morandi y Julián Serrano, y concursantes del estilo de Griselda Siciliani, Flor Torrente y Leticia Brédice. Sofía Pachano va a bailar y su papá va a estar en el BAR.
"La relación con Moria es de primera. Ha sido una de las grandes protagonistas de todos estos años del Bailando. Ojalá, en algún momento pueda estar con nosotros".
-Alguien imposible de separar de la historia del Bailando es Moria Casán. ¿Cómo quedó la relación con ella? ¿Te hubiera gustado tenerla en este aniversario?
-La relación con Moria es de primera. Ella tiene un lugar muy destacado en la pantalla de otro canal, con un programa diario y era bastante difícil tenerla. Yo me junté con ella antes de fin de año. Ha sido una de las grandes protagonistas de todos estos años del Bailando, la respetamos y la queremos mucho. Ojalá, en algún momento pueda estar con nosotros.
EL QUE SE METIÓ EN LA TUMBA Y AHORA QUIERE VIVIR LA VIDA LOCA DE RICKY
-Hace 20 años produjiste ficciones que marcaron un antes y un después en nuestra tele. Okupas, Tumberos o Sol negro, series que se metían en mundos marginales, en lugares de encierro. Hoy, estando tan de moda ficciones carcelarias, narconovelas, productos que ponen el foco en los márgenes, en los desclasados, los outsiders, ¿sentís que te adelantaste?
-Hace mucho tiempo vi una película muy conocida, Pizza, birra, faso y me sorprendió no solamente la temática, sino que me gustó mucho la dirección de Adrián Caetano como de Bruno Stagnaro. Me gustó como trabajaron los dos y dije ‘qué bueno poder llevar esto a la tele’. Entonces soñé un proyecto con Bruno (Stagnaro) que se llamó Okupas y lo llevamos a la tele en un momento difícil (año 2000), un momento de crisis. Lo pudimos poner en Canal 7 y para mí fue una de las cosas más lindas que hice.
"La estética de Okupas y de Tumberos, como sus diálogos, fueron de avanzada. Me pone muy contento haber podido arrancar con eso en el 2000".
-¿Y Tumberos cómo llega?
-Después de Okupas me quedó la asignatura pendiente de trabajar con Adrián Caetano y pudimos hacer Tumberos, con una temática carcelaria que, es verdad, hoy es común. La estética de Okupas y de Tumberos, como sus diálogos, fueron de avanzada para la época. Pensá que estábamos arrancando el 2000 y fue muy fuerte frente a otras ficciones, que eran más tradicionales. Me pone muy contento haber podido arrancar con eso en aquel momento.
-¿Cómo trabajan en tu nueva productora, Laflia, en medio de los cambios que tiene la industria audiovisual estos últimos años, desde la irrupción de nuevas plataformas de streaming o las redes sociales?
-Laflia todavía no cumplió un año y tenemos programas en todos los canales y eso nos pone muy felices. Por ahora, estamos haciendo programas de entretenimiento, periodísticos y tenemos proyectos para hacer ficción. Es una de las cosas que más me gusta y siento que la podemos hacer muy bien. Hoy no solamente pensamos en los canales de distribución tradicionales de Argentina, como son los canales de aire, sino en las OTT (N. de la R.: servicios de transmisión de audio y video a través de Internet) como Netflix, Amazon Prime Video o Cablevisión Flow, para poner contenido.
"Estamos trabajando en una serie adolescente y en otra de temáticas locales, muy argentinas para el año que viene".
-¿Qué proyectos de ficción?
-Estamos trabajando en una serie adolescente que está muy buena y en otra de temáticas locales, muy argentinas, que puede andar muy bien. Ojalá podamos poner alguna al aire el año que viene. Estamos desarrollando todo un departamento de ficción con Nacho Lecouna y Gustavo Marra. Pensamos que la ficción es una “pata” que nos va a poner mucho más fuertes como productora. Ante tanta tecnología donde hay diferentes plataformas, a esas plataformas hay que llenarlas de contenidos. Así como la tele antes era “la” pata, hoy ya no. Actualmente, el rey de todo es el contenido. Antes uno tenía la necesidad de ir a festivales mundiales a vender sus productos en Natpe o Mipcom, hoy ya tenés plataformas que a través del streaming te pueden posicionar. Ahora viene Disney Plus con su plataforma, Universal… Si nos fortalecemos, podemos tener un mercado muy amplio.
"Ricky Martin decidió que este año no tiene el tiempo para dedicarse de lleno a su biopic. Quiere estar muy pendiente y la dejamos para el 2020".
-Contaste que uno de tus proyectos más ambiciosos es hacer la serie sobre Ricky Martin. ¿Cómo continúa?
-Avanzamos bastante. A él le encantó la idea, hubo una charla, le mandamos el libro y hubo un ida y vuelta. El único tema es que Ricky ha decidido que este año no tiene el tiempo para dedicarse de lleno a trabajar en eso. Él quiere estar detrás del proyecto porque se va a contar su historia, aunque él no la protagonice. Quiere estar muy pendiente. Trabajamos con su manager en Londres y quedamos para el 2020. Es un proyecto que me encantaría concretar.
DE VIDEOMATCH AL SHOWMAN, DEL BUSINESSMAN A SHOWMATCH
-¿Qué rol va a tener la televisión más clásica, la que conocemos desde siempre? ¿Sos del ala que cree que se está extinguiendo?
-No, disiento absolutamente con aquéllos que dicen la tele ya está muerta, lo mismo se decía de la radio o del diario. Hoy creo que es una “pata” más. La televisión hay que complementarla con un montón de otras cosas. Un contenido para la tele viene armado con todo un mecanismo a nivel comercial y de producción que te posibilita que ese contenido lo puedas poner en otras “patas”. Si vos decís “vamos a hacer un contenido para plataformas”, no le podríamos poner ese nivel de producción que te permite la TV. En los años noventa era el medio por excelencia. Era “la tele” y tenía 60 puntos de rating un programa como ¡Grande, Pa!, 55 puntos hacía Amigos son los amigos y 1.4 puntos tenían los comienzos de Videomatch (risas). Creo que la televisión va a seguir y hoy ya no la podés medir sólo con el aparato que mide el rating. El tema es por dónde se ve la televisión: puede ser por el televisor, es decir el electrodoméstico, o por el teléfono, o por Flow, o en redes sociales. Hay que tomar otras mediciones y ahí aparecerá un volumen de público más grande.
"Hoy si se sumaran todos los dispositivos por donde se ve la tele, sería muchísima la audiencia. Tenemos que tener otra medición y no es una crítica a Ibope".
-Ya no alcanzan las mediciones de Ibope...
-La tele se ve mucho, pero no en el televisor que tiene el aparatito, el que mide el People Meter, que es como funciona el rating. Ahí es donde los programas número uno quedan en 12 ó 13 puntos. Si se sumaran todos los dispositivos por donde se ve la tele, sería muchísima la audiencia. En algún momento tenemos que tener otra medición y no es una crítica a Ibope. Como generadores de contenidos, nos tenés que mostrar todos los lugares desde donde se ve el producto. Y también los buscadores de Internet. Les estamos dando un montón de contenido a otra gente y sobre esos contenidos lucran y nosotros no recibimos un peso. La que pierde ahí es la propia televisión, que es la que está generando el producto. Así como lo tienen armado diferentes ligas del mundo, como la Liga de Básquet o la Premier League, nosotros como parte de la televisión deberíamos organizarnos.
"No contás la repetición en tal lado, por Twitter o Instagram… ¡Pará! ¡Contame todo! Que alguien lo mida. Si no terminás haciendo un programa para la gente que tiene el aparato que mide el rating".
-El diagnóstico parece desalentador...
-Es que si agarro ocho libros de una biblioteca, me los choreo y no pago nada, evidentemente un día la biblioteca no va a tener más libros. Preguntémonos de qué se nutren muchas de esas plataformas. Si se van a nutrir de nuestro contenido, algo me vas a tener que pagar. En algún momento tenés que evaluar eso y por eso hablo de los buscadores de contenidos. ¿O todo es gratis? Nosotros, como productora de televisión, pecamos de ingenuos y pensamos que eso nos servía como publicidad o como propaganda del producto madre. Pero así te vas quedando con la tajada más finita, te estás quedando con la parte más chiquitita en número y mientras tanto van creciendo otras plataformas de las que vos no retiraste ningún dividendo, y sí lo retiran otros. Es difícil monetizar la parte digital. La televisión ya no le da contenidos sólo a la televisión misma, como era antes, sino a infinitos lugares, infinitas plataformas. Si eso no lo convertimos en una monetización, se nos va a terminar acabando el negocio madre y de ahí vive un montón de gente. Ese es el gran desafío que tenemos por delante.
"Gustavo Yankelevich es una persona que marcó mi vida, junto a Juan Alberto Badía y José María Muñoz forman parte del tridente".
-¿Otro desafío para la televisión es cómo atraer un público joven que tal vez es nativo digital?
-Tenemos una búsqueda permanente de público joven, de hecho el año pasado lo logramos con la entrada de Julián y Sofi. Lo que hay que tener en cuenta, y vuelvo a lo anterior, es que la devolución de quien te mide, son aparatitos en casas de familia. Nosotros tenemos S.T.O., un programa en América que hace un punto y pico de rating, pero por ahí es el programa que más incidencia tiene en las redes. Entonces, contame ese punto de rating y todo lo otro que se está viendo por otro lado. Esas son las cosas que en algún momento hay que empezar a cuantificar. Tal vez vos decís “este programa hace 12 puntos”, pero no contás que ven la repetición en tal lado, muchos por Twitter, por Instagram… ¡Pará! ¡Contame todo! Que alguien lo mida. Si no terminás haciendo un programa para la gente que tiene el People Meter puesto en el televisor, que son 800 personas con una tendencia a gente más adulta.
"Claudio Villarruel fue un gran productor del programa en su momento. Tuvo muy buenos años con nosotros hasta que fue Director artístico de Telefe".
-Tu carrera se forjó en torno a grandes hombres de televisión, fueron parte de tu éxito y vos contribuiste al de ellos. ¿Qué recuerdos se te vienen al nombrarte a Gustavo Yankelevich, Claudio Villarruel, Daniel Hadad y Adrián Suar?
-Gustavo es una persona que marcó mi vida, una de las tres personas que me dio la oportunidad de estar donde estoy. No tengo dudas de que junto a Juan Alberto Badía y José María Muñoz forman parte del tridente, ellos son los tres primeros a los que nombro. Él fue una persona excesivamente generosa conmigo, al igual que su familia, y vio cosas en mí que ni yo mismo veía. Imaginate lo que significa eso para mí. Yo hacía 1.4 puntos de rating y me quería ir a mi casa. “Ya está, Gustavo, no doy pie con bola”, le decía. “No, no, después del Mundial 90 va a andar...”, y anduvo. O hacer Ritmo de la noche. “Qué voy a hacer yo ahí parado, yo no soy showman, soy periodista atrás de un escritorio, sentadito” y sin embargo la pegó también. Tenía razón y por eso le estoy eternamente agradecido. Me marcó como Badía en el 80 y como Muñoz en la época del 70.
-¿Y de Claudio Villarruel?
-Claudio fue un gran productor del programa en su momento. Tuvo muy buenos años con nosotros hasta que fue Director artístico del canal y estuvo 7 años con nosotros. Fue un poco el impulsor de todo el cambio hacia el humor que tuvo el programa. Ya veníamos con esa tendencia y con Claudio se profundizó más. Es una persona que siempre ha tenido un reconocimiento muy grande dentro de todo el equipo y muchos de los que están trabajando hoy con nosotros empezaron a trabajar con él en su momento en el 92 ó 93.
"Daniel Hadad llegó en un momento cuando en Telefe no confiaban tanto en mí. Era un desafío irme a Canal Nueve y él apostó".
-¿Y de Daniel Hadad y ese paso corto por Canal Nueve?
-Fue muy bueno en un momento cuando en Telefe no confiaban tanto en mí y tenía que hacer un programa una vez por semana, cuando yo tenía ganas de estar todos los días. Nosotros teníamos Los Roldán como algo fuerte en la pantalla de Telefe de ese año y me decían “Los Roldán, todos los días, pero vos, una vez por semana. Cuidate”. Siempre le agradeceré eternamente a Daniel porque fue una persona que en ese momento me gustó mucho que me dijera, sin que yo se lo pidiera, “Los Roldán, sí, pero lo que yo más quiero es que vos estés”. Fue jugármela muy fuerte porque todos me decían “vos tenés las tres bolas puestas en la frente, sos Telefe”. Era un desafío para mí irme a Canal Nueve y él apostó por mí. Tengo una amistad y mucho respeto por él. Ese año con él fue maravilloso, pero después se me imposibilitó seguir creciendo.
"Con Adrián Suar competimos durante 15 años y fue muy fuerte dejar de hacerlo. Lo que más valoro en él es la absoluta libertad que me da para trabajar".
-¿Y en esta última etapa con Adrián Suar?
-Trabajar con Adrián es trabajar con un amigo. Lo conocí yendo para el programa de Badía un sábado a la tarde. Yo con mi Renault 4 me llevé puesto un poste en la avenida 9 de Julio. Iba para Canal 13, un camión me cerró y choqué contra un poste. Justo venía Adrián en un auto y bajó. “¿Qué te pasó, flaco?”. Él venía haciendo Pelito, así que obvio que lo conocía, él era Adrián Suar. Los dos éramos chiquitos. Después, siempre competimos y eso fue durante 15 años. Por eso fue muy fuerte dejar de competir. Lo que más valoro en él es la absoluta libertad que te da para trabajar. En ningún momento me dijo “andá por este lado”. Sí desde lo artístico, pero nunca me bajó una línea. Al contrario, confía plenamente en lo que hagamos.
EN PROFUNDIDAD
-Me interesa saber cómo es ese salto adrenalínico de conducir tan arriba un programa como ShowMatch a volver a tu casa. ¿Cuesta bajar?
-Llego a casa y por ahí me está esperando un plato con una milanesa envuelta en un plástico que me dejó la señora que trabaja en casa. O me como unas tartas, me acompaña Guille y nos ponemos a charlar, pero lo vivo como algo natural. Algo incorporado. No lo veo como “uy, mirá de dónde vengo y en dónde estoy”. Me cuesta bajar, eso sí. Mi mujer me espera, gracias a Dios que me espera, y me dice “despertame cuando llegues”. Así que nos quedamos charlando hasta las dos o dos y media de la mañana. Yo no me duermo antes de las tres o tres y cuarto de la mañana, por eso empiezo a no poder llevar a Lorenzo al colegio, a pesar de que es algo que me encanta. No es que necesite ir a comer a un restaurante, sacarme fotos ahí y quiera seguir la noche porque tengo que seguir con el personaje de Marcelo Tinelli. Ya está, está hecho, terminó, me voy a mi casa y al otro día la vida normal hasta la noche. Yo soy un apasionado de lo que hago, me encanta lo que hago, lo amo, pero también tengo una vida que no tiene tanto que ver con ese personaje de la noche y lo vivo normalmente. No es que tengo que ser Tinelli todo el día.
"En el inicio de Videomatch decía 'mejor sigo como periodista deportivo, no me gusta hacer papelones y si la gente no ve el programa, tengo que dar un paso al costado'".
-Después de 30 años de éxito, ¿recordás un momento bisagra en tu carrera donde hayas pensado que la conducción o la televisión no eran para vos? ¿Quisiste abandonar todo y volverte a Bolívar?
-Tengo dos momentos que se me vienen a la memoria. Uno, cuando hacíamos un punto de rating en los comienzos de Videomatch. Lo tengo perfectamente. Era productor y nada de lo que poníamos al aire funcionaba. El material que poníamos era malo, la gente tenía razón en no verlo (risas). El material que tenía la actualidad del deporte de aquel momento se había ido a ESPN y yo había comprado un material viejo de una productora que hacía Nicanor González del Solar, que se llamaba Deportes en acción. Pasábamos videos viejos con el Teto Medina, Lanchita Bissio y Daniel Jacubovich que eran del París Dakar de hacía 7 años. Eran un moplo. Yo les había pedido VHS a otros chicos y se veían de mala calidad. Con el 1.6 puntos de rating del año 90, vi que ya estaba. “Sigo como periodista deportivo, para qué voy a seguir haciendo esto cuando lo que menos me gusta es hacer papelones, es normal que la gente no lo vea, está todo bien, uno tiene que dar un paso al costado”. Se lo fui a decir a Gustavo Yankelevich y él fue el que me alentó a que no lo hiciera. Ese fue un momento bisagra.
"En el primer año en eltrece hicimos cuatro formatos y no la pegábamos. Dijimos, 'hagamos un exilio artístico, vayámonos al Mundial de Alemania'".
-¿Y el otro?
-El otro, que apareció ahí como la salvación, fue “vayámonos al Mundial de Alemania”. Cuando estábamos en 2006 era el primer año en Canal 13 y habíamos hecho cuatro formatos, uno por día. Y la verdad es que no la pegábamos. Era nuestro primer año y no nos encontrábamos. Dijimos, “hagamos un exilio artístico”. Un exilio artístico. No digo que fue un “me vuelvo a Bolívar”, pero sí fue un quiebre decir “esto no va ni para atrás ni para adelante”. No estábamos muy armados para ir al Mundial, fuimos con los noteros que teníamos, a hacer lo que podíamos. Veníamos de 20, 25, 27 puntos y ese año no aparecía el número. Tocábamos 18, 19 puntos y hacíamos el programa en vivo a las cinco de la mañana desde allá. Festejábamos los números que podían llegar en ese momento y aprovechamos para sacar todo eso que teníamos y que no nos resultaba: un día hacíamos El regalo de tu vida, otro día había humor, al siguiente las cámaras ocultas. Lo que funcionaba, o lo que sentíamos que funcionaba, era un segmento que iba un día que era el Bailando por un sueño. Dijimos “hagamos esto” y para eso había que armarlo, contratar a las parejas, hacer un concurso más largo y no se podía hacer de un día para el otro. Por eso dijimos “vayámonos al Mundial”. No fue un gran programa el del Mundial y no va a quedar en el recuerdo de la historia de la TV. Estuvimos un mes, volvimos y arrancamos el Bailando desde julio/agosto hasta fin de año, y la verdad es que nos fue muy bien. Cuando empezamos a tener resultados nos dimos cuenta de que ese era el formato. Y la pegamos.
"En mi vida construí los mejores momentos en base a los peores fracasos".
-¿Qué visión sobre el éxito podés darle a alguien que hoy está en crisis?
-En mi vida construí los mejores momentos en base a los peores fracasos. No me quiero sentir el Steve Jobs de la tele, pero siento que de un mal momento, aquéllos de los que pensé que no se podía salir y me tapaba el agua, siempre apareció la oportunidad buscándola y metiéndole para adelante. Y lo digo de momentos difíciles, como puede haber sido la muerte de mi viejo. Tener que venir acá en el año 70 y tener que desprenderme de mi historia, de mis raíces, de mi colegio, mis amigos. Una desgracia me permitió venir a Buenos Aires y encontrar el fútbol y el periodismo, aquello que me había dejado mi papá.
"No me quiero sentir el Steve Jobs de la tele, pero siento que de un mal momento, aquéllos de los que pensé que no se podía salir y me tapaba el agua, siempre apareció la oportunidad buscándola y metiéndole para adelante. Y lo digo de momentos difíciles, como puede haber sido la muerte de mi viejo".
-Esas situaciones te marcaron...
-Totalmente. Querer irme del país, pensando que estaba fracasando, y que ahí me surgiera la oportunidad para conducir Videomatch. Que después Gerardo Sofovich se fuera de Telefe y que así se presente Ritmo de la noche. Casi por default llegaba yo a las cosas. Hoy, que estamos en default, y que parece que este país se está cayendo y que no hay oportunidades para nadie, es fundamental permanecer, el seguir estando, dando todo a pesar de no recibir casi nada. La vida es una construcción que tiene que basarse en los sueños y las esperanzas, si no estás medio frito. Yo sé que hay mucha gente que lo está pasando muy mal y que por ahí, leer esto le resulta difícil, pero por lo menos le quiero contar mi experiencia. De los peores momentos, uno ha podido salir. Es verdad que crisis es oportunidad. Lo que pasa es que es muy difícil verla cuando vos decís “esto me tapa, me tapa y me tapa”. Pero la oportunidad va a llegar. Al país y a los argentinos. Va a depender mucho de nosotros. Tenemos las herramientas para lograrlo. En la medida en que sigamos mirando al país como si fuera de otro, nos va a costar. Si entendemos que el país es nuestro y que sí podemos cambiarlo, y lo podemos cambiar desde el sistema democrático con un voto, ahí tenemos una gran herramienta. Si nos conformamos con permanecer en esta grieta en la que nos metieron, en la que van cayendo uno, otro y siguen cayendo, como compatriotas permanentemente seguiremos en esto. Todo el tiempo estamos pensando “mirá como nos miran desde afuera, no creen en nosotros”. Los primeros que tenemos que creer en nosotros somos nosotros, y cambiar nosotros desde adentro.
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