La toma de conciencia respecto de qué es la violencia de género caló hondo en la sociedad, y cada vez son más las mujeres que, como Malena Guinzburg, se dan cuenta de que fueron víctimas y actúan en consecuencia. El domingo por la noche, la hija del recordado Jorge Guinzburg y panelista de Morfi compartió una estremecedora carta desde su cuenta de Facebook, en la que reveló una situación vivida con una expareja: "Esta semana, por primera vez en mi vida, llamé a la línea 144. La línea de ayuda y contención a las mujeres que sufren o sufrieron violencia de género. Un llamado que no hice en el momento, hace casi un año. En ese entonces no denuncié porque ni siquiera estaba segura de si lo que había sufrido era eso: ‘violencia de género’. Hoy sé que sí. Yo también, como muchísimas otras, tuve una historia con el mismo que Carolina Aguirre denunció en su columna (de la revista dominical del diario La Nación) hace una semana".
Luego, detalló el episodio, aunque sin identificar a su agresor con nombre y apellido, al menos en el texto público: "No me pegó ni amenazó con matarme, pero fue muy violento físicamente. No le importó que yo llorara y le pidiera de todas las maneras posibles que parara. Ni que intentara frenarlo como sea. En un momento me di por vencida y dejé de luchar, quieta. Sólo pude esperar a que terminara, sabía que tarde o temprano me iba a soltar. Cuando lo hizo, corrí al baño llorando. Me quedé encerrada ahí un rato, pensando qué hacer".
Decidida, el lunes a la mañana la humorista se explayó respecto de su tétrica experiencia: "Decidí hacerlo público porque me parece que es importante ponerme en un lugar de que a las mujeres no nos de vergüenza hablar de algo que nos pasó. (...) Yo sé de muchas mujeres que les pasó con esta persona, , y vi que él salía a hacerse la víctima. Entonces, dije basta. Me parece que el callarse es casi complicidad".
Si bien tampoco Carolina Aguirre había mencionado a su agresor, era sabido que la guionista (Farsantes, Guapas y Ciega a Citas, entre otros) había estado de novia con Mariano Feuer, especialista en redes sociales y director creativo del sitio esViral.com, quien se hizo cargo de la acusación y esgrimió una tibia defensa a través de Twitter: "Me siento avergonzado de que todos los que me quieren lean esta denuncia horrible. Aun así no contestaré porque sé que es mucho peor eso. Me han dicho corrupto, inventado miles de cosas y nunca me dolió. Esto me entra hasta el hueso, por lo que creo y quien soy. Tiemblo. Ver gente que quiero en caza de brujas es terrible. Entiendo, yo también creería a la víctima. SIEMPRE HAY QUE CREERLE, incluso cuando me perjudica. Nunca sobreactué feminismo. Cada causa que apoyo es lo que pienso. Nada más. Si hay una denuncia responderé y nunca me esconderé. Solo les pido que piensen que tengo hijas a las que amo y hablar por hablar puede marcarlas para siempre. Me refugio en mi gente. Hasta luego".
Tras esos mensajes, Feuer le puso candado a su cuenta, que cuenta con más de 21 mil seguidores, por lo que sus mensajes ya no pueden ser vistos públicamente: "Si pongo candado es para que no den RT descontextualizando. Estoy aterrado. No tengo fakes ni bots ni nada. No salgo de casa. Paren POR FAVOR", pidió.
Aquí, el texto completo que Malena Guinzburg publicó en su Facebook:
Esta semana, por primera vez en mi vida, llamé a la línea 144. La línea de ayuda y contención a las mujeres que sufren o sufrieron violencia de género. Un llamado que no hice en el momento, hace casi un año.
En ese entonces no denuncié porque ni siquiera estaba segura de si lo que había sufrido era eso: “violencia de género”. Hoy sé que sí.
Yo también, como muchísimas otras, tuve una historia con el mismo que Carolina Aguirre denunció en su columna hace una semana.
Nos habremos visto 4 o 5 veces. Enseguida supe que era un psicópata. Pero lo sabía por comentarios de gente que lo conocía. Conmigo era encantador. Me hacía sentir especial, me decía que me amaba. Que con las otras no sentía lo mismo que conmigo. Me costaba creer que a la segunda vez de vernos ya le pasara todo eso. Pero era un discurso que tenía muy bien ensayado. Aún sabiendo que me mentía, yo dudaba. Hasta que se empezó a poner oscuro. No me pegó, ni amenazó con matarme pero fue muy violento físicamente.
No le importó que yo llorara y le pidiera de todas las maneras posibles que parara. Ni que intentara frenarlo como sea.
En un momento me di por vencida y dejé de luchar, quieta. Sólo pude esperar a que terminara, sabía que tarde o temprano me iba a soltar. Cuando lo hizo, corrí al baño llorando. Me quedé encerrada ahí un rato, pensando qué hacer. Me calmé, salí y agarré mis cosas para irme. Me pidió por favor que no lo hiciera. Me dijo que no me quería hacer sufrir, que no entendió. Después se contradijo diciendo “bueno, un poco me di cuenta, pero me dejé llevar. Pensé que era parte de un juego”. Un juego es algo en el que los que participan lo hacen porque quieren, están de acuerdo. Yo no lo estaba. Me pidió perdón y me dio un abrazo. Como si me protegiera. Me quedé a dormir ahí, con miedo y sintiéndome horrible. ¿Por qué no me iba? ¿Por qué dejaba que me abrazara si yo lo odiaba? ¿Por qué yo me quería tan poco? Al otro día se lo conté a unas pocas personas, pero minimizando los hechos, por si volvía con él. No quería que me juzgaran.
Por suerte no lo vi más. Hace días que me pregunto si decirlo públicamente o no. Escribí y borré mil veces el relato de lo que me había pasado, con más detalle, con menos. Intenté pensar en otra cosa, distraerme, pero no puedo.
Nos da vergüenza contar que alguien abusó de nosotras. Como si tuviésemos la culpa. Muchas veces se estigmatiza a la víctima. Me pregunto qué gano y que pierdo con hacerlo. Por qué exponerme. Me da miedo. Me imagino el morbo que puede generar y entonces prefiero callarme.
Pero cuando veo que somos un montón de mujeres a las que les pasó algo así y no nos animamos a hablar, siento que tengo que hacerlo, que es una responsabilidad. Lo hablé con mucha gente que me quiere, pidiendo un consejo. Todos me dicen lo mismo: “Hacé lo que sientas que te haga mejor, acá estamos”. Bueno, me hace mejor contarlo. Ojalá todas nos animemos a hablar. Y ojalá nos crean.
Si necesitás ayuda porque pasás o pasaste por algo similar, llamá al 144.