Decididamente un hombre de televisión, Luciano Castro ya lleva 24 años (sí, leyó bien, veinticuatro) de trayectoria en la pantalla chica. Desde su tímida irrupción en Jugate Conmigo, ha despertado suspiros en una veintena de tiras y unitarios: Chiquititas, RRDT, Son amores, Los Roldán, Lalola, Valientes, Ciega a citas, Malparida y Sos mi hombre, sólo por nombrar algunos éxitos.
Tras un año y medio alejado de la televisión, el galán se prepara para el gran debut de Los ricos no piden permiso (a partir de hoy, de lunes a jueves a las 22.15), la gran apuesta del prime time de El Trece. La nueva ficción de Pol-ka cuenta con libros de Marcos Carnevale y un elenco más que prometedor. Araceli González, Gonzalo Heredia, Leonor Manso, Norma Aleandro, Sabrina Garciarena, Luciano Cáceres, Juan Darthés, Raul Taibo, Julieta Cardinale, Agustina Cherri y Nicolás Riera son algunos de los actores que participan del proyecto.
"Si Sabrina me manda fotos, me cag… la vida, jajaja. Prefiero no saber nada hasta que llego a casa. Ella se encarga de mandarme algo cada dos horas, me mantiene al día de lo que pasa".
En medio de una escapada romántica a Mar del Plata con Sabrina Rojas, Castro habló con Ciudad.com de la ansiedad antes del estreno, su vida de pareja, la dinámica familiar y la angustia de estar muchas horas lejos de sus niños, Mateo (13 años, de una relación anterior), y Esperanza (2) y Fausto (1), de su romance con la actriz.
-¿Cómo estás de niveles de ansiedad de cara al debut?
-Estoy re tranquilo la verdad, más preocupado por mi tranquilidad que por lo que pasa. Es tanto lo que tenemos a nivel de historia, elenco, producción... Es terrible lo que ha invertido Pol-ka en esto, que nunca vi que se haya invertido tanto. En equipo, en traslados, en técnica, en cámaras. En todo. Todos los días en el medio del campo más de 100 personas, es una movida gigante. Parece más un set de filmación más que de televisión.
-¿Sentís una presión extra por llevar el rol protagónico sobre los hombros?
-No, porque tengo para descargar por donde se me ocurra. Lo he sentido quizás en otros proyectos, pero en éste ni loco. Sé que soy el protagonista por contrato y por cartel, pero acá son todos protagonistas, cualquier puede serlo. Me tocó a mí porque me tocó a mí, hay una burocracia berreta que toca que yo esté adelante, pero no cuenta y eso me deja muy tranquilo. Me encanta que el programa no pase todo por mí ni por la pareja central, porque pienso que la gente se aburre en algún momento. Son muchos actores, muchas historias, para donde mirás está bueno y quizás estoy muy tranquilo por eso. Bah, eso pienso yo, quizá mañana me estoy comiendo un codo.
"No te acostumbrás nunca a las jornadas largas lejos de casa, es muy tedioso. Llega un momento en el que te desesperás y querés estar en tu casa. Vuelvo, se me durmieron mis hijos y los veo dos horas, pero tampoco me angustia, ojo, eh. Voy a trabajar y es mi responsabilidad, nada de ‘pobre Lu’. Pobres los que no comen y la pasan mal de verdad. Yo soy un privilegiado".
-¿Cómo es la dinámica de trabajo con ese elencazo?
-Está buenísimo saber que llegás al estudio y te cruzás con Taibo, Darthés, Cáceres, Cardinale, Heredia, Manso, Benedetto, Araceli, Agustina, Sabrina, y con cualquiera te da placer trabajar. Porque el actor que me venga a decir ‘yo trabajo con todos los actores por igual’, sí, es verdad, con todos trabajamos por igual porque somos profesionales, pero no me vas a decir que no tenés preferencias por alguno. Es mentira eso. Todos tenemos preferencias y acá está buenísimo. Muchos porque ya he trabajado un montón y los conozco, otros porque… A ver, Leonor Manso hace de mi mamá y yo no puedo creer que esté trabajando con ella. Es un tema de conversación que lo hablo como si fuera un novato. De lo único que hablo con ella es de la vida, de cualquier cosa menos de arte hablamos y eso también me relaja un montón.
-¿Cómo vivís el desembarco en esta televisión donde competís contra otras plataformas como Netflix? A veces, incluso, contra tu propia tira que se repite por Internet y en este caso, también por Cablevisión On Demand. ¿Te da incertidumbre, te inquieta, es algo que se habla con los compañeros?
-Con todo lo que ha pasado en estos últimos cinco años, no te digo que es un tema demodé, pero sí muy charlado. Hay que bajar las pretensiones, cuando uno arranca una tira ya no se habla más de 20, 21, 25 puntos. No, no, no. Antes con un número capaz te sacaban del aire y ahora sos el rey de la tele. Desde el momento que sabemos eso… Antes vos eras fanático de una novela y sabías que estaba en un horario y había gente que se juntaba para verlo. O hacías planes ‘che, ¿vamos a comer?’, ‘sí, pero mirá que está Vulnerables’, ponele. Ahora, lo mirás a la 1, a las 2, a las 3, dos días después. Entonces, los que puntualmente hacemos tele tenemos que bajar la exigencia en los números, no en la calidad, porque si perdés calidad no hagas más nada. No podés competir contra la evolución mundial y eso va a descomprimir.
"Yo sé que soy el protagonista por contrato y por cartel, pero acá son todos protagonistas. Me tocó a mí porque me tocó a mí, hay una burocracia berreta que toca que yo esté adelante, pero no cuenta. Parece más un set de filmación más que de televisión".
-¿Extrañabas hacer una tira después de un año y medio sabático?
-A mí me gusta muchísimo trabajar, pero también debo confesar que soy un gran vago. Me gusta mucho estar en mi casa y no hacer nada, estar con mis hijos por más que sea la quinta vez que me pisan la frente, no me importa. Pero trabajar no sólo me gusta sino que lo necesito, me hace bien a mi cabeza, a mi salud, a mi familia, yo vivo de esto. Hay un montón de factores y tenía ganas de volver con algo importante, pero no sabía que iba a ser tan importante realmente, te lo juro.
-¿Y te acostumbraste ya a las jornadas largas lejos de casa?
-No, no te acostumbrás nunca, es muy tedioso. Lo hacés porque es parte de tu trabajo, llega un momento en el que te desesperás, que querés estar en tu casa. Aparte son jornadas que arrancan muy temprano y como estamos muy lejos, cuando vuelvo, que tengo muchos hijos, comida, tarea para uno, cena, baño y se me durmieron y los vi dos horas. Y mañana a las 6 me fui. Pero ojo, tampoco me angustia. Punto ahí. Sé que voy a trabajar y es mi responsabilidad, nada de ‘pobre Lu’: pobres los que no comen y la pasan mal de verdad. Yo soy un privilegiado y me capacité para esto y encima tengo el lujo de vivir de esto. Esas cosas las sé y trato de recordarlas cada vez que me siento agobiado, cansado, estresado, harto, hinchado las pelotas. Trato de recordar esto para que, bueno, ‘callate, calmate y vamos para adelante’.
-¿Sos de pedirle a Sabrina que te mande fotos o videos de tus hijos por WhatsApp para hacer más llevadero el día?
-No, pero mi mujer lo hace igual, ja, ja, ja. No hace falta que pida nada porque, al contrario, me emociono, soy un flojito, me cagás la vida, ja, ja, ja. Prefiero no saber nada hasta que llego a casa. Mi mujer se encarga de mandarme algo cada dos horas, me mantiene al día de lo que pasa. Olvidate.