La vida de Fernando Báez Sosa tuvo un abrupto y trágico final la madrugada del 18 de enero, cuando fue asesinado a manos de un grupo de rugbiers. Joven idealista, lleno de sueños por cumplir, el estudiante de derecho de la UBA tenía una suerte de diario íntimo en el que escribía lo que le pensaba y sentía en cada momento.
Así fue que a dos semanas del crimen de su hijo, Graciela se animó a revisar las pertenencias de Fernando, entre las cuales encontró una hoja con los objetivos que se había propuesto concretar en lo inmediato.
La lista completa:
1) Participar del proyecto solidario "Servir", para colaborar con escuelas del conurbano
2) Afianzar mi grupo de amigos y mantenerlo
3) Siempre ser como soy con todos
4) Madurar con mi decisión universitaria
5) Seguir trabajando
6) Seguir con la carrera y que me vaya bien
7) Viajar
8) Aprender a concentrarme más
9) Ahorrar
10) Dejar el celular
11) Apagar la computadora y la tele
12) Estudiar
13) Participar de los viernes de caridad
Entonces, en diálogo con Nosotros a la Mañana, la madre de Fernando Báez Sosa reflexionó sobre el legado solidario y trabajador de su hijo: “Yo no sabía de estos objetivos, lo encontramos en la cajita de recuerdos, como él la llamaba. Me siento orgullosa de él”.