Mirando su agitada adolescencia, Joaquín Furriel sorprendió a los invitados de PH, Podemos hablar, Nicolás Vázquez, Darío "Pipa" Benedetto y Noelia Marzol, al contar, con lujo de detalle, el día que le robó el auto a su mamá, chocó y lo dieron por muerto.
"A los meses de tener el registro, a los 17 años, mis viejos se fueron a disfrutar de una salida a la Capital con el auto de mi viejo y quedó el Fiat de mi mamá. Yo estaba con dos amigos que se iban a vivir a Italia. Eran de Lanús. Estaba lloviendo muy finito y les dije que los llevaba hasta la avenida Espora, que era por la que les pasaba el bondi. Lo agarré despacio. No pedí permiso. No me habilitaban a sacar el auto. Los llevo hasta Espora y cuando vuelvo solo, tipo doce, una, de la noche, iba por la placita Rosales, que estaba toda adoquinada. Entonces, vengo embalado, en tercera, tiro rebaje en segunda, freno de mano, volantazo y me voy para el otro lado, pero el adoquín estaba húmedo. Se me traba el freno de mano, el auto no respondía y me pegué un palo contra un plátano. Todavía tengo un sobrehueso en la nariz. Bajo del auto y me voy a mi casa, que estaba a una cuadra y media", comenzó contando el actor, arrepentido de su obrar y remarcando que no es un buen ejemplo.
"Agarré el auto sin permiso, para llevar a dos amigos hasta una avenida para que se tomen el bondi. A la vuelta, solo, me pegué un palo".
Luego continuó con la anécdota: "Llego a casa y les pongo una notita a mis papas: 'Papi y mami, cuando lleguen despiértenme que quiero contarles algo'. Y me fui a dormir. Cuando llegan, empieza mi papá: 'Joaco, chocaste con el auto. ¿Vos estás bien?'. Le dije: 'Sí, no me hice nada'. Me levantó de la cama y me empezó a pegar cachetazos. Después agarró una frazada, me agarró del brazo y me dijo: ‘Entrá al auto. Ahora vas a pasar toda la noche adentro del auto hasta que llegue la grúa, para que no se roben ninguna parte'".
"En el colegio se corrió la bola que yo me había matado. Cuando volví, era el fantasma que volvió".
Pero la historia no quedó ahí, Furriel describió cuál fue la reacción de sus compañeros al verlo en la escuela, tras la falsa noticia de que había muerto. "En el colegio se corrió la bola que yo me había matado. Cuando volví, al día siguiente, todo el mundo me recibía con un abrazo. Era el fantasma que volvió", concluyó Joaquín, con una sonrisa pícara.