El 2020 fue un año más que atípico para Iván de Pineda (43), ya que la pandemia lo forzó a permanecer meses completos en su hogar, donde convive junto a Luz Barrantes. Habituado a viajar de forma constante por todo el planeta, el tiempo de pandemia que no pudo pasar entre aeropuertos, hoteles y aviones lo dedicó a su otra gran pasión: “Me leía un libro por día”.
En Buenos Aires, además, le dedicó más tiempo a Mervyn, el enorme perro de raza Irish Wolfhound de cinco años. “Pesa 70 kilos y parado es más alto que yo”, contó orgulloso. Otra de las características que hacen de Iván una persona muy particular es que él no tiene cuentas en las redes sociales en una era en la que no estar pareciera no existir: “No sabría qué mostrar de mí, soy bastante aburrido”.
Con esa distensión, Ivan de Pineda habló con Ciudad sobre la nueva temporada de Pasapalabra, el programa de preguntas y respuestas que se mudó de la pantalla de eltrece a la de Telefe (lunes a viernes de 19 a 20): “Estoy muy contento. Volver a hacer Pasapalabra es maravilloso por todo lo que significa el programa y por lo que implica para mí y el equipo hacerlo. La pasamos increíble, nos divertimos, siempre nos deja algo, un aprendizaje. Me parece que es un programa que se puede disfrutar sin importar dónde se esté, con quién o de qué manera, se lo puede seguir, jugar, competir contra uno mismo de forma sana. Tiene un espíritu lúdico que es muy sano”.
-Es un programa que entretiene, pero que además nutre al televidente de cultura general.
-Me encanta porque nos deja apostillas, me pasa personalmente a mí, al equipo de producción y a los técnicos que trabajan con esto. Mientras hacemos el programa jugamos en el control, en el piso y nosotros desde el set. Es fabuloso que donde quiera que esté en tiempo y espacio, la gente pueda jugar respondiendo en tiempo real lo que sucede en juego.
-Muchas veces empatizás con los participantes…
-Sí. A veces hay un participante con el que se forma una afinidad o empatía especial y uno quiere que gane el pozo del Rosco. Que le vaya bien, porque es una competencia sana.
-¿Va a haber nuevos juegos?
-Sí, va a haber nuevos juegos, muy divertidos, dinámicos, fáciles de jugar en cuanto a la metodología, tanto para invitados y participantes dentro del estudio como para todos los que lo vean. Son juegos que traen datos curiosos que dejan enseñanzas, y otros que van a poner a funcionar ciertos sectores de la materia gris, que tiene cierta cuota de adrenalina. Van a estar muy buenos.
"A veces hay un participante con el que se forma una afinidad o empatía especial y uno quiere que gane el pozo del rosco. Que le vaya bien, porque es una competencia sana".
-¿Piensan volver a convocar a exparticipantes destacados como Ramiro Farías, Diego Aria, Camilo Rubio y Martina Barraza?
-Todos los campeones forman parte del panteón de Pasapalabra, son los paladines que se enfrentaron y vencieron al Rosco y han vuelto recurrentemente al programa. Nos encanta tenerlos cerca. Al igual que aquellos participantes que no se llevaron el Rosco, pero estuvieron muchos días con nosotros. En el programa establecemos lazos empáticos muy cercanos con cada uno de nuestros queridos participantes. Porque vienen a divertirse, a pasarla bien, a enfrentar un desafío, jugar, y a enfrentarse al Rosco. Y cada uno viene por una razón particular. Para nosotros son familia. Los que estuvieron mucho tiempo y cerca de ganar, queremos que tengan la revancha de poder volver a enfrentarse al Rosco, porque se lo merecen.
-Los seguidores del programa armaron un “dream team” de famosos, con Gabriel Schultz, Macarena Rinaldi, Felipe Colombo, Magui Bravi, Walter Queijeiro, Pepe Chatruc, Mica Vázquez, Ezequiel Campa y Floppy Tesouro. ¿Ellos también pueden regresar?
-Todos los queridos invitados que vienen no solo vienen a pasarla bien, sino también a ayudar a que el participante sume segundos. También vienen a hacerle pasar un buen momento al participante, que quizá entra en un estudio de TV por primera vez. Ellos se divierten y se termina dando la naturalidad de que es como estar en el living de casa jugando un juego, y se rompen las barreras y se genera esa cosa orgánica copada de ser equipo, ponerle onda, buscar segundos, acertar, responder, tejen estrategias. Porque de repente los veo 'cuchichiando', y como capitán del equipo el participante dice qué hacer, explica el juego, indica por qué lado ir.
-¿Cómo pasaste el año de pandemia en cuarentena en casa, después de vivir tantos años entre hoteles, aeropuertos y aviones?
-Adaptándome, como todo el mundo. Como le pasó a mucha gente que tuvo que cambiar sus rutinas diarias, enfrentarse a cada uno de los desafíos que este año le trajo a todo el mundo. Traté de hacerlo con la mayor positividad en este tipo de situaciones, que a otros les tocó en realidades y contextos muy difíciles. Pero hay que adaptarse y saber que era un buen momento para pensar en lo que pasó, en lo que se venía. Intenté planificar cosas, mantenerme activo desde otras cosas, generar desde casa. En cuanto a los viajes, a full porque ya estoy pensando en cuáles son los próximos viajes que se vienen.
-¿Tuviste momentos de angustia o crisis durante la cuarentena?
-Me parece que me pasó igual que todo el mundo. Sobre todo, cuando uno no está habituado a pasar una situación semejante, que corta de forma transversal a todos. Fue un momento muy particular, esto no se vio en 100 años.
"Durante la cuarentena encerrado en casa leí más todavía, como un libro al día. Me leí de todo, y miren que tuve tiempo, eh. Leí novelas, ensayos, cosas que tenían que ver con la pandemia, historia, de todo. Metí una marcha más y aumenté mi ritmo de lectura".
-¿En qué aprovechaste ese tiempo?
-Leí más todavía, como un libro al día. Me leí de todo, y miren que tuve tiempo, eh. Leí novelas, ensayos, cosas que tenían que ver con la pandemia, historia, de todo. Metí una marcha más y aumenté mi ritmo de lectura. Releí algunos clásicos y textos que había leído de chico y me interesó volver a leer. Por ejemplo, me leí otra vez El Conde de Montecristo o Colmillo blanco. Los viajes, o la lectura, te lleva a lugares lindos y buenos. Además, aproveché para ver series que antes no veía. Le metí un poco de normalidad a la no normalidad.
-Después de 20 años en pareja con Luz Barrantes, ¿casarte y/o tener hijos está dentro de tus sueños a cumplir?
-Yo me voy manejando con el día a día, las situaciones propias de la cotidianeidad, tomando decisiones sobre ese particular momento en tiempo y espacio ante las situaciones que nos vemos supeditados, y cómo vamos a encarar ese tipo de cosas. Después de tantos años, se va tomando con mucha naturalidad. ¿Por qué no ser padre? Sí. Yo no soy una persona que descarte cosas, para nada.
-Se te ve como una persona de perfil bajo, siempre prudente y muy zen… ¿Pero hay situaciones que te saquen de quicio y hagan explotar? Por ejemplo, al pinchar una goma…
-Trato de llevar mi calma a todos los aspectos de mi vida. No sé si es que soy muy filosófico, sino que trato de acomodarme a las situaciones y resolver el problema, no quedarme pensando en ese problema. Antes, estaba de un lado para el otro y no tenía mucho tiempo para a protestar porque se pinchó un neumático, sino que lo resolvía. Me pasaba eso en el exterior, cuando iba manejando y si se pinchaba una rueda, se caía también una nota, que en definitiva era todo el programa. Si nos quedábamos pensando o lamentando eso en vez de resolverlo, no llegábamos a grabar la entrevista por la cual habíamos viajado.
-¿No malgastás tu tiempo en enojarte?
-Uno se puede enojar, como todo el mundo. Es lógico y natural. Si me martillo un dedo, no me quedo como el hombre de hielo tratando de racionalizar la situación. Si me corto un dedo al cortar tomate, me va a salir una exclamación, tan humana como la de cualquiera.