La fortuna de Gerardo Sofovich siempre fue un misterio. El popular animador debutó como autor en la tele a los 20 años, y falleció con 55 años de trayectoria radial cinematográfica teatral y televisiva. Su desempeño como autor, director, actor, conductor y productor, generaron una de las riquezas más importantes de la farándula. Sin embargo, Sofovich fue un hombre que disfrutó mucho de su dinero.
Los millones de dólares acumulados fueron disfrutados con viajes, barcos, inmuebles, producciones teatrales, y también mucho se fue con el juego. Gerardo tampoco tenía problemas en invertir una gran suma en una obra de teatro. Tampoco en comprar una gran colección de cuadros, como buen amante de la pintura que fue. Mucho menos en ir a jugar a los grandes casinos de Las Vegas, y en los últimos veranos al más importante de Punta del Este.
En el plano familiar, las debilidades del conductor de La Noche del Domingo eran sus nietos y su mano derecha Ester, a quien consideraba como la guía que no tuvo. A todos ellos se encargó de complacerlos, atenderlos y dejarles un buen futuro. Su gran orgullo, era la carrera universitaria en Ciencias de la Comunicación de Tatiana en Boston (EEUU), que el abuelo se encargó de amortizar dólar por dólar.
A pesar de todo esto, Sofovich le brindó a sus estrellas, a sus mujeres (Carmen González y Sofía Oleksak) a su hijo (Gustavo) y sus nietos (Tatiana y Nacho), una vida de reyes. Su exmujer Carmen vivió hasta su internación (por Alzheimer y en la más prestigiosa institución) en un lujoso piso en la Avenida Quintana de la Recoleta, frente a la oficina de Gerardo. Su última mujer, recibió dos millonarias casas en Pilar, camioneta cero kilómetro, una donación de 1375000 dólares, varios viajes por el mundo, gastos ilimitados de tarjetas de créditos e innumerables regalos.
En vida, GS convirtió en celebrities a infinidad de artistas y vedettes, muchas de esas familias siguen aún agradecidas por el dinero generado durante varias décadas. En el plano familiar, las debilidades del conductor de La Noche del Domingo eran sus nietos y su mano derecha Ester, a quien consideraba como la guía que no tuvo. A todos ellos se encargó de complacerlos, atenderlos y dejarles un buen futuro. Su gran orgullo, era la carrera universitaria en Ciencias de la Comunicación de Tatiana en Boston (EEUU), que el abuelo se encargó de amortizar dólar por dólar.
Muchos hablaron de una fortuna de unos 20 millones de dólares. Sin embargo, nadie sabe exactamente cuánto quedo. Más allá de todas las fantasías, y de lo donado en vida, el procedimiento de sucesión fue el habitual: 20% fue destinado a herederos elegidos por Gerardo y el resto quedo en manos de su hijo Gustavo.
El heredero natural había recompuesto la relación quebrada con su padre, y hasta convivían felices en el piso de la Avenida Figueroa Alcorta. Gustavo fue adicto durante muchos años, pero logró recuperarse y concurre aun diariamente a Narcóticos Anónimos.
Hoy no sólo heredó su fortuna, sino también los derechos de las creaciones. Y planea homenajear a su padre y su tío Hugo reponiendo varios éxitos de los treinta títulos de los autores. Con ese fin, ya tiene reservado el teatro Premiere (con 4 salas), donde se repondrá El champán las pone mimosas, el último gran éxito de Gerardo.