En 2011, Ginette Reynal (55) perdió a su marido, Miguel Pando -sufrió una enfermedad terminal-, y su vida se desmoronó. Desde ese entonces, la modelo transitó los peores años, en los que tocó fondo y, según ella misma reveló en la entrevista que brindó esta semana a la revista ¡Hola! Argentina, se auto dañó. La publicación asegura que la vida de la exmodeo cambió por completo tras la partida de su esposo pero también por "los años de excesos" y si bien en la nota ella no pronuncia directamente la palabra "adicciones", decidió abrir su corazón como nunca sobre su lucha y revelar que pudo salir adelante gracias a la contención de sus seres queridos, especialmente de sus hijos: Mía (24), Martín (23) y Jerónimo (18).
"Fueron años durísimos. La vida me pegó un cachetazo y gracias a Dios pude resurgir de mis cenizas, como el Ave Fénix. Con la muerte de Miguel, yo también me morí y volví a nacer", asumió la modelo tras la muerte de su marido.
Evocando con dolor la partida física de su pareja, Ginette recordó cómo fue el primer tiempo sin su compañero de vida: "Fueron años durísimos. La vida me pegó un cachetazo y gracias a Dios pude resurgir de mis cenizas, como el Ave Fénix. Con la muerte de Miguel, yo también me morí y volví a nacer".
Tras su íntima y triste confesión, Reynal especificó su sentimiento ante tamaño dolor: "Llegué al fondo del océano. Toqué fondo de verdad y, después de tres años de locura, mis hijos me rescataron. Estar bien hoy se lo debo a mi familia: a mis primos, a mis tías y a mis hijos, fundamentalmente, que me dejaron hacer mi proceso: porque yo tuve que destruirme, quemar el modelo completo, para poder salir adelante y renací".
"Toqué fondo de verdad y, después de tres años de locura, mis hijos me rescataron. Estar bien hoy se lo debo a mi familia (...) Tuve que destruirme, quemar el modelo completo, para poder salir adelante y renacer".
Luego describió su desesperante estado, en el que perdió el control de sus actos: "En ese momento no me importaba nada, nada de nada. Es un estado de locura y, en mi caso, no fue que un día me di cuenta y dije 'basta'. Son muchos días en los que sentí que estaba en un lugar en el que no quería estar más. Sentía que estaba adentro de un pozo con paredes de barro y que trataba de agarrarme para salir y me patinaba... Fueron Mía, Martín y Jerónimo quienes me hicieron dar cuenta de que podía salir de ahí".
En la oscuridad y sin ver la puerta de salida, Ginette contó cuándo le hizo 'clic' la cabeza y comenzó a dejar atrás -con ayuda y lentamente- el infierno en el que estaba metida a través de un proceso de introspección.
"Cuando el dolor superó a la locura, porque llega un momento en que el dolor es tan fuerte que nada es suficiente para hacerlo a un lado. Hace un año empecé el viaje interior. Me metí para adentro, empecé a no tener ganas de estar con gente y a permitírmelo. Le di la bienvenida a la fobia y, principalmente, a la tristeza. Empecé a quererme todo lo que no me había querido desde que murió Miguel", concluyó con valentía y fortaleza Ginette.